2013 EL RABAL ES UNA FIESTA

EL RABAL ES UNA FIESTA

Publicado en la Revista Villena de 2013

Nuestro barrio histórico se ha convertido en una fiesta a lo largo del año, unos vecinos y mucho entusiasmo lo han revalorizado en poco tiempo siendo un barrio vivo y lleno de fiestas.

Las fiestas del medievo del Rabal son un túnel del tiempo donde nos trasladamos culturalmente a esa época y se da a conocer los monumentos, el casco histórico de Villena y sus gentes…

Mercaderes, fulleros, gigantes, cabezudos, cetreros, saltimbanquis, chiquillería, solazadas matronas y soldadesca, abarrotan las estrechas, inclinadas y laberínticas callejuelas que conforman el casco antiguo, denominado en Villena “El Rabal”. Uno de sus accesos es desde la Plaza del “Rollo”, así llamada, parece ser, por estar allí situado el “rollo” o columna de piedra que diferenciaba a las villas de las aldeas o lugares.

Es día de mercado y desde la alborotada y concurrida Plaza Mayor, centro de encuentro y trato hasta el majestuoso castillo de La Atalaya, todos y cada uno de los rincones, tenderetes y casas exhalan un aroma peculiar fruto de la entremezcla de tortas fritas, asados callejeros, guisos, animales de tiro y dulces de mazapán y regalicia.

El alocado y variopinto bullicio da un aire de encanto al Rabal, de Villena, plaza que fue Señorío, Ducado y Marquesado, siendo el primer Señor D. Manuel, hijo de Fernando III “El Santo” y hermano de Alfonso X “El Sabio”. El “Señorío de Villena” tenía un privilegio de soberanía con un estado de derecho especial nacido de la dependencia de las dos coronas, la de Aragón y la de Castilla.

El canónigo villenense D. Gaspar Archent en su “Canto a Villena” dice: ...”los Reinos de Aragón y de Castilla/ te disputan cual perla codiciada/ pues quiso Dios que tu destino fuera/servir a los Reinos de frontera”.

La villa de Villena, fue declarada Ciudad, por el Emperador Carlos V, según consta en la Relación de 1575 “Dado en la Villa de Madrid a XXV del mes de hebrero, año del Naçimiento de Nuestro Salvador Ihuxº, de mil u quinientos e veynte y çinco años”

Debido al tesón, empeño, trabajo de un grupo de personas del Rabal, su Asociación de Vecinos, se ha conseguido trasladar de nuevo la época medieval a todo un casco antiguo, rememorando la historia desde Don Juan Manuel a Diego López Pacheco, último Marques que cedió los derechos a los Reyes Católicos en 1480.

El Mercado Medieval creado hace más de diez años, junto con la Asociación pro-restauración de la Ermita de San José, enclavada en pleno corazón del barrio, ha ido en progresivo aumento en sus actividades lúdicas e históricas hasta conseguir convertirse en las Fiestas del Medievo. Siendo un referente de primer orden, en esas fechas, para el sector turístico. Logrando que muchos de sus actos tengan una impronta de originalidad difícil de emular. 

Y esto se ha conseguido porque han sabido buscar el elemento diferencial con fiestas similares de gran arraigo. Y manteniendo viva la llama durante todo el año con actos muy singulares llenos de tradición... 

Las habas y caracoles en Santiago y Santa Ana, el concurso de monólogos, el Rabalfest fiesta de la cerveza y el vino, la noche del terror en Haloween, los Correfoc en San José y la recuperación de tradiciones como los gigantes y cabezudos, la encalijá…

Las Fiestas del Medievo del Rabal de Villena, serán, no cabe la más mínima duda, las fiestas medievales por antonomasia del Alto y Medio Vinalopó porque llegaran en próximas ediciones a simular, como propios, actos que le fueron concedidos en privilegio por el Rey Martín I de Aragón el 16 de Junio del año 1406, como “moler trigo y abatanar sus paños en los molinos de la zona".

Durante estas fechas las calles Rambla, Baja, Palomar, San José, Tercia, Cantones, Mayor, Plaza de Biar y otras han sido fiel reflejo de lo que fueron antaño, cuando por ellas deambulaba Juan de Ribera, Alcalde Mayor del Marquesado allá por el año 1568.

Los visitantes han podido, sin esfuerzo alguno, convertirse en vecinos del barrio, ser invitados en bodas medievales, celebradas a la sombra de las murallas del Castillo de La Atalaya, después de un desfile nupcial por las principales calles del mercado y han podido también participar en una impresionante procesión nocturna bajo la única luz de las antorchas, como así saborear las viandas y licores ofrecidos en abundancia, caminando al son de tamboriles y chirimías. A la par que compraban a los buhoneros baratijas y recuerdos de artesanía, realizados en los momentos de sosiego y algunos incluso por encargo.

Música, danza y teatro tienen su espacio en estas Fiestas del Medievo con representaciones que recuerdan momentos históricos realmente acaecidos como el episodio del “Humilladero de los Mellinas” donde los trovadores y “cómicos de la legua” muestran sus dotes en escenarios naturales que el propio barrio ofrece.

Las Fiestas del Medievo han quedado para la posteridad plasmadas en fotografías, gracias al concurso que anualmente se realiza, que por un hechizo desconocido la Edad Media volvió por Villena y en el Rabal arraigó de nuevo.

Han pasado los meses y aun queda en el recuerdo como en un leve susurro, la voz aguardentosa del renco bardo que muleta en ristre va declamando “Las cinco Campanadas”… Hay en Villena una Iglesia de Santa María llamada/ en la que según costumbre/ cuando en medio de la misa/ el sacerdote a Dios alza/ en lugar de sonar tres/ suenan cinco campanadas… y lentamente la voz se pierde en la lejanía.

Las Fiestas del Medievo son grandes pero todavía lo serán más porque hay entusiasmo en sus gentes que con simpatía y sencillez consiguen que miles de visitantes de todo el mundo vuelvan cada año.

Santiago Hernández Reig y Ernesto Pardo Pastor.