RUPERTO CHAPÍ LORENTE

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BIOGRAFÍA DE RUPERTO CHAPÍ, por José Mª Soler.
El día 27 de marzo de 1851 vino al mundo un niño que estaba llama­do a desempeñar un señaladísimo papel en la historia musical de Espa­ña. Su casa natal, que aún se conserva, se abría en la antigua Plaza del Mercado, que entonces se llamaba de la Constitución. En aquel mismo año comenzó a edificarse, inmediata a aquella casa, la Fuente de los Chorros, que hoy yace sepultada bajo una espesa capa de hormigón. Del agua de aquellos chorros tuvo que beber muchas veces el futuro compositor.

Por una estrecha escalera se comunicaba la casa con la barbería del padre, y desde los balconcillos con barrotes de madera que todavía perduran, tuvo que contemplar Ruperto, que así le bautizaron sus padres por ser el santo del día de su nacimiento, el bullicioso espectáculo del mercado de los jueves, que ha venido celebrándose por aquellos para­jes desde hace más de setecientos años.
El padre, que se llamaba José, era muy aficionado a la música y tocaba bastante bien la guitarra; organizaba conciertos caseros en los que intervenían los dos hermanos mayores del futuro compositor, que allí pudo escuchar las obras en boga por aquel entonces, oídas también muchas veces a la banda del pueblo.
1859 MÚSICA VIEJA DIRECTOR HIGINIO MARÍN, EN EL CÍRCULO, EL NIÑO RUPERTO CHAPÍ
Pasó Chapí en Villena los diecisiete primeros años de su vida y fue un niño prodigio de extremada sensibilidad. Antes de leer, aprendió a sol­fear y a los cinco años obtuvo uno de sus primeros éxitos al entonar con absoluta seguridad, encaramado en una silla para llegar a la mesa, la lección que acababa de aprender de oírla a sus hermanos. A los seis años, enfermó de melancolía por la muerte de su madre; a los siete, ya tocaba el cornetín en la banda; a los nueve, componía zarzuelas, y antes de los quince dirigía ya aquella banda con la que salió muchas veces por los pueblos de los alrededores, de donde le vino el remoquete de “Chiquet de Villena” con que se le conocía en las poblaciones de habla valenciana.
EL MAESTRO CHAPI UNO DE LOS ENSAYOS DE SU OPERA MARGARITA LA TORNERA (FOTO NUEVO MUNDO.PORTELA)
Gustaba de aislarse en los rincones de la huerta o en las cumbres de la sierra, y allí, en las arboledas de San Juan o de las Fuentes, hoy despiadadamente taladas, o en los escarpes de Salvatierra, encontraría inspiración para componer un poema sinfónico y una zarzuelilla que no han llegado a nuestro conocimiento. Aquella afición, aquel deseo de ins­pirarse en la naturaleza le duró toda la vida. Una de sus grandes zarzue­las, “Curro Vargas”, la compuso en el Monasterio de Piedra, entre el ru­mor de las cascadas, y cerca de Villena, entre Salinas y Pinoso, hay una hermosa finca llamada “Garrincho” que conserva una rústica mesa de madera, bajo un enorme pino, en la que es fama se sentaba Chapí para escribir su última ópera: “Margarita la Tornera”.
Con el escaso bagaje musical que pudo adquirir en su pueblo y con treinta duros en el bolsillo, abandonó estos lugares, para él tan queri­dos, y se dirigió a Madrid a conquistar el mundo; y a fe que lo conquistó, pero a fuerza de penas, fatigas y privaciones; el 27 de marzo de 1868, aniversario de su nacimiento y día de su santo, lo pasó Chapí deambu­lando por las calles de la Corte y tratando de dormir en un banco de la Plaza Mayor.

Primer Teatro-Circo-Coliseo Teatro Chapí.Las cosas se complicaron aun más cuando su hermano Eduardo, que con el producto de su trabajo de barbero se estaba costeando en Madrid la carrera de Magisterio, enfermó de gravedad y el joven Ruper­to tuvo que acompañarle hasta Villena, en donde logró recuperarse. Pe­ro entonces le tocó el turno a nuestro músico, víctima de una conges­tión cerebral que le tuvo en cama muchos días. Durante su convalecen­cia, estudió armonía y compuso otra pequeña zarzuela, que tituló “Do­ble Desengaño” y que tampoco pudo ver estrenada, al parecer por la oposición de algún envidioso músico de la banda.
Vuelto de nuevo a Madrid, pudo continuar sus estudios con relativa tranquilidad económica gracias a la venta de unas fincas que su familia poseía en Villena y a unos modestos empleos que se agenció como cor­netín. En los exámenes de 1870, obtuvo en Armonía la calificación de sobresaliente con premio extraordinario.
En 1872 ganó la plaza de músico mayor del regimiento de artillería, y entonces pudo contraer matrimonio con Vicenta Selva y Alvarez-Ordoño, joven que ya en Villena había despertado sus sentimientos amorosos y con la que casualmente se tropezó por las calles de Madrid.
Libre ya de preocupaciones inmediatas, se dedicó al trabajo con todo el fervor de que es capaz un joven que aspira a la gloria y la ve al alcance de su mano. Pero, en diciembre de aquel mismo año y precisa­mente en el día de Navidad, le anunciaron desde Villena que su padre había sufrido un ataque de apoplejía. Rápidamente se puso en camino y aun pudo llegar a tiempo de dar la última despedida al autor de sus días.
1909 ASPECTO DE LA PUERTA SOL AL PASO DEL ENTIERRO DEL MAESTRO RUPERTO CHAPI LORENTE (FOTO NUEVO MUNDO. ALONSO)En 1873, se había creado en Roma la Academia Española de Bellas Artes y, a sus veintitrés años, hizo oposiciones a la plaza de pensionado de número que ganó por unanimidad. Pero la pensión era escasa para subvenir a las necesidades de sus estudios y de su familia: la mujer y una hija por aquel entonces. No es ocasión de describir las mil peque­ñas y vergonzantes calamidades que hubo de soportar durante su pen­sionado, pero supo, como siempre, superarlas.
En Roma escribió obras musicales de todo tipo: óperas, motetes, poemas sinfónicos, y el éxito que obtuvo su ópera “La Hija de Jefté” con­tribuyó en gran manera a que el prestigio de su nombre fuera rompiendo el hielo de la indiferencia oficial, y en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, como honor concedido por vez primera a un músico es­pañol, hubo una audición a él dedicada en la que se ejecutaron algunos de los trabajos compuestos en la capital italiana.
Cuando la pensión de Roma llegó a su fin, y en vista de las magnífi­cas condiciones demostradas por el músico, fue autorizado para conti­nuar sus estudios en París. Allí tuvo que soportar el aire viciado dé ese mundillo de maledicencias, envidias e intereses creados, y algunas ve­ces hizo presa en su espíritu el desánimo. En una carta llega a confesar: “Estoy atravesando una crisis tremenda. La impresión primera es un de­seo vehemente de abandonar París y retirarme, no ya a Madrid, sino a mi querida Villena...”. En Octubre de 1878 renunció al pensionado, cuya vacante fue ocupada por otro importante músico: Tomás Bretón.
Ya de nuevo en Madrid y vencidos sus pasajeros desánimos, fue ganado por el deseo de revalorizar la zarzuela, y a ello dedicó lo mejor de sus esfuerzos, sin abandonar por ello el sueño de crear la ópera es­pañola. El 11 de marzo de 1882 ofreció al público “La Tempestad”, con la que todas las puertas de la gloria quedaron abiertas al infatigable, te­naz y constante luchador. El maestro Arrieta había profetizado a Chapí en cierta ocasión: “Tú llegarás, pero a codazos”.
Y “a codazos” tuvo que luchar, después de su triunfo como compo­sitor, para defender el derecho de propiedad de los autores, práctica­mente en manos de tres casas editoriales que, con el adelanto de prés­tamos a intereses usurarios, conseguían que les cedieran aquellos de­rechos. Los materiales de orquesta eran también servidos por una de aquellas casas, a la que la mayor parte de los autores habían cedido tam­bién los derechos de alquiler y venta de las copias. La lucha fue tremen­da; aquella especie de “mafia” consiguió que todos los teatros de Ma­drid cerraran sus puertas a las composiciones de nuestro paisano. Pero nada pudo doblegar su férrea voluntad, y gracias a aquel extraordinario temple, hoy es una espléndida realidad la Sociedad de Autores, Compo­sitores y Editores de Música. Uno de sus colaboradores en aquella in­gente tarea, el poeta Sinesio Delgado, dejó escritas las siguientes fra­ses: “Cuando andando los tiempos, los autores del porvenir encuentren, entre las montañas de papel pautado almacenadas en .los archivos de la Sociedad las notas del maestro, amarillentas ya sobre el pentagrama borroso, elevarán el espíritu a las regiones insondables y orarán con la cabeza descubierta”.
Esta es, a grandes rasgos, la biografía de un insigne artista del que ahora se conmemoran los tres cuartos de siglo de su fallecimiento, ocu­rrido en Madrid el 25 de Marzo de 1909, a los cincuenta y ocho años de edad. En algo más de tres décadas que duró su vida de compositor escribió muy cerca de doscientas obras, entre óperas, zarzuelas, músi­ca instrumental y de cámara, música religiosa y piezas menores, lo que supone un extraordinario caso de fecundidad.No son muchas las cosas que hagan sentirnos a los villenenses ver­daderamente solidarios, pero una de ellas es, a no dudarlo, la de sentir­nos coterráneos de Ruperto Chapí. Por eso vibramos al unísono con tan­ta fuerza cuando escuchamos emocionados ese maravilloso himno que es para nosotros el preludio de “La Revoltosa”. Hoy conmemoramos el septuagésimo quinto aniversario de su muerte; mañana será otra fecha; porque nunca acabaremos de saldar la deuda de gratitud que tenemos contraída con el inmortal autor de tantas obras inmortales.
MONUMENTO A CHAPÍ EN ALICANTE (Foto http://www.alicantevivo.org/)
Casa natal de Ruperto Chapí Lorente.



Folleto 1984 75 aniversario de su fallecimiento. Editado por el M.I.Ayuntamiento de Villena y la Caja de Ahorros de Alicante y Murcia.
Cedido por... Joaquín Sánchez Huesca.
Fotos... Archivo Villena Cuéntame.

1 comentario:

Anónimo dijo...

su nieto fue mi profesor de música en B.U.P

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