Hoy 1 de marzo de 2016, en la calle Cánovas del Castillo, se está diciendo adiós, por derribo, a un edificio emblemático, no por la edificación en sí, sino porque en su interior han ocurrido cientos de acontecimientos que pertenecen a la historia íntima del pueblo.
Las viviendas tienen mayor o menor importancia, por lo que en sí son y por lo que en ellas ha ocurrido o incluso por lo que son capaces de hacernos recordar.
En la casa en cuestión habitaron dos personas, de todos recordada que han formado parte de la historia activa del pueblo, una de la parte artística y educativa Doña Lola Navarro Campos, profesora de piano y alma mater de la zarzuela en Villena, y Don Juan Iborra de profesión practicante, hombre querido por toda la chiquillería que con su afable carácter y sus golosinas conseguía que los peques a la hora de la inyección no sufrieran un calvario.
Para ambos dos un recuerdo muy entrañable, y es obligado recordar, sino no seríamos buenos ciudadanos, casi la totalidad de Villena pasó por dos de las habitaciones de la casa, pues Doña Lola y Juan Iborra, que a la sazón eran cuñados fueron maestra de piano y practicante de casi todos los villeneros.
El paso de los años no ha borrado ni el olor del alcohol al ser quemado para la desinfección de las jeringuillas, ni han dejado de oírse a través de sus, ya viejas, paredes las repetidas notas del piano mientras la profesora trata de calmar el alboroto de los niños y niñas educandos.
Ya decimos adiós para siempre a otra antigua casa que formó parte de nuestra vida.
Texto... Ernesto Pardo - Fotos... Fernando Hernández
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