Rabolagartija Festival ha llegado para quedarse. La apuesta creada el año pasado por la promotora Sufriendo & Gozando para cubrir el hueco del desaparecido Aupa Lumbreiras ha visto cumplidas con creces sus expectativas, regalando a miles de jóvenes llegados de toda España dos intensísimas jornadas con música diversa, mestiza y bailable para todos los gustos.
Alrededor de 6.000 personas –el viernes– y 8.000 –el sábado– han disfrutado de la segunda edición de Rabolagartija Festival, que estrenaba su segundo día de duración con un cartel más potente y completo que el año pasado y aprovechaba toda la infraestructura montada para Leyendas del Rock, lo que es sinónimo de éxito: lleno en la zona de acampada de sombra, iluminación y sonido de primer nivel, pantallas gigantes y gradas e infraestructuras suficientes para evitar colas en todo momento, lo que unido a las magníficas instalaciones del polideportivo –había que ver el ambiente en la piscina el sábado por la mañana– es garantía de un buen evento siempre que el tiempo y los artistas acompañen… y vaya si acompañaron.
Mucho y bueno
El Califa Retalero tenía el honor de abrir el festival, dando paso a la otra apuesta local, Alademoska, con galones suficientes para hacer mover al personal pese a lo temprano de la hora. Kutxi Romero, de Marea (grande como letrista y cantautor y también como persona, apoyando el primero al Califa bajo un sol de justicia y derrochando simpatía con todo el público), llenó de versos un recinto que se volvió loco con los jamaicanos Inner Circle, unos grandes con mayúsculas, y terminó de estallar con la habitual descarga de energía de Boikot, para dejar paso posteriormente a propuestas más intimistas, de corte flamenco, como las de Juanito Makandé y Miguel Campello, el reggae de Morodo y Green Valley y el hip-hop urbano de Sho-Hai, poniendo la guinda a la jornada, en modo rave, el Dj británico Benny Page, que hizo las delicias de los festivaleros amantes de la electrónica y los ritmos más bailables.
No obstante lo mejor estaba por llegar, pues un reparto de actuaciones un tanto desequilibrado nos dejaba una jornada de sábado sin apenas respiro. La Vallekana Sound System y D´Callaos abrían la lata luchando contra el sol y el calor y preparando el advenimiento de un grande como Tonino Carotone, que se soltó un bolazo de escándalo, antes de dejar paso a Marinah, ex de Ojos de Brujo, una mujer que se come sola cualquier escenario, por grande que sea. Y a partir de ahí el acabose, enlazando sin solución de continuidad y sin un minuto de respiro los conciertos de Canteca de Macao y su fusión de flamenco, reggae y ska; La Pulquería y su particular mezcla de rock, ska y corridos mexicanos; la alegría funk, rock y blues del Canijo de Jerez –Los Delinqüentes siempre presentes–; el derroche de felicidad de La Gran Pegatina –ska, confetis, Raphael, serpentina, merengue…– y la contundencia artística y el compromiso de La Raíz, un grupo en estado de gracia que arrasa por donde pasa, y Villena no fue una excepción.
Tras semejante descarga, el público –no todo, que aquí cada cual tiene su nutrido grupo de seguidores– aprovechó las actuaciones de Fyahbwoy –hay que reconocer su derroche de entrega, pese a estar muy tocado por el asma– y Tote King para descansar y reponer fuerzas, rematando el festival con la alegría de Trashtucada y la brutal fusión de electrónica, rap y dance de Dremen, que pusieron a saltar y bailar a todo el recinto hasta que llegó la hora de cerrar.
Un festi con mucho potencia del crecimiento
En definitiva, dos grandes jornadas para despedir la avalancha de música en directo que ha vivido nuestra ciudad durante los últimos fines de semana, con dos grandes festivales –Leyendas del Rock y Rabolagartija– que cada uno en su estilo y partiendo de diferentes expectativas han estado a la altura y volverán con fuerza el año que viene. De momento, ya conocemos las fechas y las primeras confirmaciones de Leyendas del Rock 2017, aunque para tener más datos de Rabolagartija habrá que esperar algo más. Eso sí, vista la trayectoria que lleva, hay quien ya está empezando a hacer cábalas con un festival de tres días de duración. Quién sabe. Tal vez sea demasiado pronto para dar ese paso. O tal vez no.
Carlos Prats EPDV
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