26 nov 2023

1951 ANIMEMOS LAS FIESTAS

ANIMEMOS LAS FIESTAS por Alberto Pardo
Presidente de la Comisión de Festividades y Música del M. I. Ayuntamiento.
Continuamente se oye decir que, en las Fiestas que celebramos en honor de nuestra querida Patrona, hay cada año menos festejos de carácter popular, callejero, y que ello repercute en el decaimiento de las Fiestas que, año tras año, se viene observando.
"VILLENEROS"
Fotografía obtenida por nuestro paisano José Menor Domenech, que figurá, juntamente con otras del mismo autor, en la primera Exposición Nacional de Fotografía Folklórica celebrada recientemente en el Salón Minerva del Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Es de resaltar, en realidad, que esta carencia de festejos no es producida por su ausencia en Programas, sino, en su mayor parte, debida a multitud de factores que han hecho que lo típico y tradicional se haya visto arrollado por una serie de diversiones, ajenas completamente a los Moros y Cristianos, que origina, incluso con grave riesgo de desaparición, esta languidez de nuestros festejos, y que influye extraordinariamente en el espíritu de los festeros, a los que puede dividirse en dos clases y denominaciones: espectadores, que son los que gustan de ver todos los actos de Fiestas, y actores, que son los que, prácticamente, las hacen, es decir, los que integran las comparsas.
Los espectadores son los que se quejan de la carencia de aquellos festejos, ya que añoran tiempos pasados. Constantemente se les oye el «antiguamente»... el «yo me acuerdo»... el «me dicen mis padres»... y piensan en aquel Embajador o en tal Cabo de Gastadores o en aquella iniciativa de una Comparsa, sin darse cuenta de la enorme transformación que ha ocurrido en la sociedad, puesto que también podría decirse: «antiguamente»... etc. no había otras diversiones en estos días más que las que marcaba el programa, ni existía otra preocupación que reproducirás fielmente.
Sin ánimo de quitar o de poner, hay que reconocer, por otra parte, que los actores tampoco, en líneas generales, cumplen su cometido con fidelidad, ya que un número bastante considerable de éstos reducen su asistencia a «La Entrada» y, a lo sumo, a la Procesión de nuestra Patrona, desentendiéndose por completo de aquellos otros actos que pierden su encanto por la escasez de miembros que pudieran dar realce a los mismos. Y cabe preguntar: ¿Se han cansado los espectadores de los actores o los actores de los espectadores?.
Pero surge todavía un tercer grupo que no es ni lo uno ni lo otro. Circunstancialmente son espectadores. Es decir, son así mientras no hay otra cosa, mientras no haya otros espectáculos que les puedan privar de su asistencia a los de aire libre, y es de lamentar que el público acogido a esta última división sea el más numeroso. Y, quizá, el que más esté deseando que lleguen estos días. ¿Para qué?
Hay muchos festejos que no son populares ni callejeros y que atraen a infinidad de personas. Y lo triste es que a ellos no sólo van los espectadores circunstanciales, sino los que recuerdan aquellos otros espectáculos y aun los que hemos denominado actores.
Unos arrastran a los otros y como consecuencia vemos Embajadas sin el boato que merecieran, Guerrillas que quedan en el papel las más de las veces y Retretas deslucidas por falta de número. De las Dianas apenas se habla. En parte por ser uno de los números de Fiestas que todavía se conservan con bastante regularidad, y en parte porque a la hora en que se celebran hace muy poco tiempo que la gente se ha retirado a descansar y no alcanza a verlas. Y, naturalmente, de lo que no se ve no puede hablarse.
Y esta es una de las razones, a mi entender, del despego hacia lo que debe ser el centro de festividades en estos días para honrar, como se merece, a nuestra Madre.
Es necesario que todos pongamos más interés en nuestras centenarias Fiestas, Y que, sobre todos, debe animar y ayudar a las mismas el delicado afecto de la mujer. Esta mujer villenense, ensalzada en estrofas, en cantos, en poesías ¿será a ella a quien le faltará el calor que avive y agigante esta llama de cariños hacia nuestras tradiciones? Siempre ha sido la mujer española y, por ende, la nuestra, quien ha mostrado mayores resoluciones en las vicisitudes de su pueblo y no puede defraudar esta vez.
Entre todas las ayudas, ¡qué eficaz sería la femenina!
Extraído de la Revista Villena de 1951

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