23 may 2021

1988 CRISTIANOS – YA HACE 25 FIESTAS

YA HACE 25 FIESTAS
Al principio de la década de los 60, el resurgir económico del país, la apertura al exterior, coinciden con una precaria situación en la Comparsa de Cristianos. Se producen repetidamente las bajas de socios (en 1961 hay 34), por lo que se plantea en el seno de la Comparsa dar una solución a este problema.
Hay que aclarar que participaban en los desfiles con la Comparsa personas que no eran socios de la misma, con trajes alquilados. Este hecho tiene su punto culminante en el año 1962, en el que se alquilan diferentes trajes, distintos del oficial de la Comparsa, pero no es suficiente para atraer a nuevos socios. De este modo, en 1963 salieron en la Comparsa 30 festeros, no todos socios.
Ante esta situación, se piensa que uno de los problemas fundamentales es el traje con que la Comparsa participa en las fiestas, aunque hoy, veinticinco años después, se pueden considerar otros motivos, como los problemas generacionales de la época, que suponían que jóvenes y mayores no se divertían conjuntamente, sino por separado, eliminando así la posible afluencia de gente joven a la Comparsa. Lo que sí es cierto es que se emprende el cambio de traje oficial, una decisión comprometida pero llevada a cabo con mucha ilusión por todos los componentes de entonces. Atrás quedan el pantalón granate, la chaquetilla verde, la faja amarilla, la mochila negra y manta roja, el sombrero con las plumas azules...
Hay un cambio radical en nuestra indumentaria. Un año después, en 1964, catorce festeros y tres niños, se daban cita en la Losilla con otro aire, quizás con una cierta duda sobre cuál sería la acogida del público, pero deseosos de que este aliento renovador diera sus frutos. Tomás Sarrió Coloma, Francisco Hernández Hernández Martín Hernández Hernández, Antonio Poveda Amorós, Luis Tomás Conca, Francisco Amorós Revert, Juan Amorós Céspedes, Pascual Mullor Sirera, José Torró Hernández, Ismael Torró Hernández, Gaspar Tomás Serrano, Francisco Sarrió García y José Azorín Calabuig, que era el Embajador Cristiano, fueron los catorce socios que salieron con aquel nuevo traje. Constaba de casaca de panilla negra, sin mangas, con adornos plateados, y la Cruz de Calatrava en el pecho; camisa y pantalón de hilo tejido gris; botines negros; capa corta de raso verde, con escudo de cuatro campos, como el actual, siendo el forro blanco; un verduguillo del mismo hilo gris y casco abierto de tiras metálicas con una cruz en la parte superior central; los manguitos era de cuero con botones de presión y el hacha como la actual.
En el año 1965 no salió uno de los anteriores y se hicieron socios de la Comparsa Antonio Pardo García y Pedro Juan Martínez, que salió como cabo y aún hoy sigue siéndolo, con lo que fueron quince los socios que desfilaron ese año.
Al no tener más trajes nuevos realizados se opta en el año siguiente por alquilar los antiguos a personas que estén dispuestas a salir. Por ello, en 1966, tiene lugar la despedida definitiva del traje con el que se había desfilado desde siempre. Fueron 35 los cristianos que participaron en aquellas fiestas, 15 con el traje nuevo y 20 con el antiguo. En estos tres años no se producen cambios. Los trajes eran propiedad de los festeros y al no producirse altas es por los que se procedía a alquilar los anteriores.
Y llegamos a un año, 1967, en el que nuevos bríos fortalecerán los cimientos de la Comparsa. Entra gente joven a formar parte de la misma y se producirán dos hechos importantes: por un lado, se reforma el traje y por otro, un grupo de jóvenes desfila con un traje alternativo. Se cierran las casacas con mangas cortas, añadiendo flecos plateados. Se sustituye el pantalón de malla por el actual, desaparece el verdugillo y se sale sin casco. En estos momentos hay una gran afición a teñirse el pelo y muchos festeros de distintas Comparsas incorporan esta moda a nuestros desfiles. Se añaden unas hombreras con adornos de pedrería y se sustituyen los botines por botas. La capa, de momento, continúa siendo la misma.
Simultáneamente un grupo de 18 jóvenes (serán conocidos por los «amarillos») iniciaron su andadura en la Comparsa con un nuevo traje (en cierto modo se puede considerar una escuadra especial, aunque tenía más miembros que el resto de la Comparsa), que consistía en un pantalón plateado, casaca morada con el águila imperial en el pecho y capa larga de color amarillo oro viejo, contorneada con pedrería. Las botas eran de media caña, negras. Es anecdótico resaltar que en aquella época los socios nuevos no pagaban ningún tipo de cuota el primer año, al igual que los que realizaban el servicio militar.
A pesar de este auge, el año 1969 fue un año crítico, pues no se realizó la Junta del 15 de agosto, que tuvo lugar nueve días después, eligiéndose nueva directiva y acordándose medidas «drásticas» como pagar la cuota y una derrama y organizar dos rifas, una se repartió entre el resto de las Comparsas y la otra fue vendida por los mismos cristianos. Es justo decir que gracias al esfuerzo de unos pocos y la colaboración del pueblo, los Cristianos tomaron parte en nuestras fiestas patronales.
En 1970 comienza la verdadera ascensión de la Comparsa. Hay un fuerte incremento del número de socios y como si de un parto interminable se tratara, se siguen dando los últimos retoques a nuestro traje oficial. Las botas pasan a ser altas, se realiza un nuevo cinturón con el escudo del pueblo en la parte de delante y los manguitos se hacen de charol, como los actuales. Se realiza el nuevo casco, que ha perdurado hasta hace dos años. En el año 1971 se contabilizan 41 socios efectivos y se determina que debe haber un único traje que sea el oficial de la Comparsa. En 1972 salen algunos como escuadra especial, con casaca negra, mallas y capa blanca, constituyendo la transición de los «amarillos» hacia el que será definitivamente, a partir de 1973, traje oficial único de la Comparsa de Cristianos. En este año hay una remodelación de la Directiva, cuya media de edad ronda los veintitrés años. Se crean las cuotas infantiles (una cuota simbólica de 100 pesetas). Se incorpora el gorro de campaña y se crea el Anagrama de la Comparsa, consistente en refundir el escudo dentro de la Cruz de Calatrava. Este hecho es importante y significativo ya que el anagrama va a pasar a ser el emblema de la Comparsa a partir de este momento. Setenta y nueve socios efectivos y veinte infantiles corroboran el momento dulce de la comparsa, tras largos años de dificultades. No podemos olvidar aquél Bar Niño que fue testigo mudo de tantas y tantas reuniones, ya que la Comparsa no tenía local propio.
En el mes de mayo de 1975 se decidió que la capa fuese larga de terciopelo verde, con las vueltas blancas, porque daba mayor elegancia al traje en su conjunto.
Así ha transcurrido la historia de nuestro traje actual, confeccionado a base de pruebas y empeño por conseguir lo mejor y más vistoso. Hace tres años se determinó cambiar el casco por otro nuevo, que después de muchas discusiones y controversias puede haber dado buen resultado.
Parece que fue ayer pero ya han pasado 25 fiestas. Otra etapa comienza, pues ha llegado la mujer a las fiestas; otro traje nuevo, femenino, «nace» en la Comparsa, como aquél que hace 25 fiestas vio la Corredera por primera vez.
Luis Tomás Conca, Antonio Pardo García, José Pérez Espinosa
Extraído de la Revista Día 4 que fuera de 1988

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