1951 LAS FIESTAS Y LOS AUSENTES

LAS FIESTAS Y LOS AUSENTES

Por... Pedro Hernández Hurtado

Vaya por delante el que no me considero todavía villenense ausente. Vivo tan aquí cerca y desde tan poco tiempo, que no me he hecho aun el ánimo de creerme que vivo fuera de Villena. Por esto, cuando se me ha invitado a escribir sobre el tema «Cómo ven las Fiestas los villenenses ausentes», lo hago simplemente como villenense, ya que sinceramente no me creo tan alejado todavía como para sentir eso que se debe sentir en la ausencia.

Pero es que también creo que las Fiestas las vemos, y las esperamos, todos con igual predisposición de ánimo. Creo que ante ellas y en ellas todos estamos igual, presentes y ausentes. Alguna vez oí decir y me pareció que muy bien dicho, que las Fiestas eran siempre nuevas. Yo creo que son como el prepararnos para una buena y tradicional comida que, por más que conozcamos de antemano el menú, no por ello nos sabe a repetido, antes al contrario, nos regodeamos y solazamos golosamente ante cada plato que es en sí y por sí suculentísimo para nuestro paladar villenense. Cuando decimos que nuestras Fiestas tienen un sabor peculiar, que las hace inconfundibles con cualesquiera otras parecidas, insistimos en el sentido figurado del símil gastronómico, porque es bien cierto, ya que tienen su sabor peculiar dado, porque es nuestro espíritu localista, que por encima de las generaciones pervive en nuestro pueblo, el que hace de organizador cada año y así su punto y su pericia las hace invariables, satisfaciendo a nosotros, entusiastas comensales, que no queremos variación para cosa que tan a gusto saboreamos.

...nuestro pueblo va ganando en todos los órdenes 

y en su propia faz muestra el rejuvenecimiento... Foto… Menor

Pero algo sí, quizá con motivo de nuestras Fiestas, degustan los ausentes y no los que viven todo el año aquí. Y es ello el catar, el observar, lo que se ha hecho en Villena en ese período.

Como miembros de una familia, como hermanos—y empleamos muy a gusto el vocablo—los de fuera vienen como a exigir a los que aquí quedan el cómo han cuidado «la casa». Y creo que pueden o podemos estar orgullosos. Villena acreditó siempre su espíritu emprendedor y despierto y en la ocasión de los tiempos presentes no podía quedarse a la zaga. Acompasó su paso a su época y así si en ella se habla de renovación aquí también se realiza. Tenemos albañiles en casa, en obra larga e importante, y en verdad que lo que va terminándose queda bien y nuestro pueblo va ganando en todos los órdenes y en su propia faz, muestra el rejuvenecimiento que es característica de los espíritus activos y con soberbia vitalidad. Y esto es lo que tam-bién gozan en las Fiestas los villenenses ausentes. Y este gozo es satisfacción para los que aquí estáis.

Es natural, pues, que en estos días de tradicional visita y reunión de familia para agasajar a la Excelsa Protectora de nuestro pueblo, juntos celebremos la rumbosa alegría de nuestras Fiestas, que a Ella se dedican y sea por siempre un resonante testimonio de gratitud e imprecación de bendiciones a nuestra Virgen de las Virtudes, la primera villenera, nuestra Patrona venerada, a la que, por cierto, algún día habrá que «legalizar» su venturoso deseo de ser «villenera», manifestado en aquella milagrosa transmutación de los nombres en las papeletas de elección del Patronazgo, cosa que, según creo, está todavía por hacer.

Extraído de la Revista Villena de 1951