10 sept 2022

1954 VILLENA Y LOS ALMOGÁVARES

VILLENA Y LOS ALMOGÁVARES
POR RICARDO GUILLÉN YÁÑEZ Presidente de la Comisión de Fiestas
A mediados del siglo XIII, se realiza materialmente la reconquista de Villena. Nuestro pueblo, que al principio de la invasión árabe en el siglo VIII, sostuvo una situación de privilegio merced al pacto del caudillo godo Teodomiro con el conquistador Abd elAziz, quedó posteriormente sometido al poderío musulmán.
En el momento histórico culminante de la expansión aragonesa y de las conquistas castellanas, cuando se da la feliz coincidencia de dos poderosos monarcas del medievo: Jaime I el Conquistador, de Aragón, y Fernando III el Santo, de Castilla, vértice que pudo haber sido de la unidad nacional, Villena "Villa Castellada", es reincorporada definitivamente a la civilización cristiana.
Efectuada la conquista de Valencia por D. Jaime en 1238, se organiza una expedición militar al Reino de Murcia. Villena es cercada por las tropas que vienen al mando del Vizconde de Cardona y de D. Artal de Alagón, mas la "fortaleza amurallada" no se rinde y los gruesos efectivos moros de socorro obligan a levantar el sitio. Los expedicionarios logran, después de sangrienta batalla que cuesta la vida a D. Artal, someterla vecina plaza de Sax.
En 1240, enardecidos los ánimos por la muerte del malogrado D. Artal de Alagón, noble guerrero de estirpe valerosa, Inspirador del primer asalto al Castillo y Villa, "casus belli" de nueva acción militar, es D. Fernando de Aragón quien al mando de las tropas del Rey, realiza un nuevo intento que ve frustrado porque los moros incendian sus máquinas de guerra y la fortaleza permanece inexpugnable» Pero las huestes cristianas situadas en los aledaños de la población reciben el importante refuerzo de los bravos almogávares, milicia escogida de catalanes y aragoneses que, conducidos por sus valerosos adalides y almocadenes, infunden el brío decisivo para el éxito de la empresa guerrera. Todavía hay resistencia de los moros amparados en nuestro Castillo. La lucha se entabla feroz, enconada, y al fin, se entrega la plaza.
El Rey D. Jaime concede la población a los Caballeros de Calatrava que se obligan a su custodia dependiendo del Rey de Castilla D. Fernando a quien queda anexionada por convenio. En 1242, es nombrado su primer gobernador D. Fadrique, hijo de San Fernando. La discordia del Rey Conquistador con su yerno el Príncipe Alfonso de Castilla por la toma de Enguera que realiza este último, incorpora nuestra ciudad por breve período a la Corona aragonesa hasta que, restablecido el acuerdo, Villena pasa a ser del Reino de Castilla definitivamente.
Durante el año 1248, decidieron los dos Reyes, Fernando III el Santo, de Castilla y Jaime I el Conquistador, de Aragón, fundar un estado en favor de sus hijos respectivos D. Manuel y Dª Constanza, que habían contraído matrimonio. Así quedó constituido el señorío de Villena que, ostentan do los títulos de Principado, Ducado y Marquesado, fué el más importante de los que existieron en nuestra Patria, tanto por su gran extensión territorial, poderío y fama de sus titulares, como por su larga duración que alcanzó casi dos siglos y medio. El año 1480 quedó incorporado a la Corona de los Reyes Católicos.
Finalizado este esbozo histórico local, sin entrar en detalles que requerirían espacio más holgado, nuestro propósito, por lo que justificará después este artículo, es ilustrar al lector sobre la personalidad, a través de la historia española, del famoso cuerpo de tropas de los antiguos ejércitos hispanos, conocido bajo la denominación genérica de almogávares que tan destacada intervención tuvieron en la reconquista de Villena.
Almogávar es vocablo de aparente etimología árabe, pero los más famosos investigadores orlentalistas no confirman esta generalizada opinión. Aunque se les supone descendientes de los ávaros, pueblo bárbaro de los que destruyeron el imperio y el nombre de los romanos en España, y fundaron el suyo, que conservaron esplendorosamente hasta que los sarracenos les forzaron a vivir entre riscos y bosques, donde las fieras muertas por su mano les diesen vestido y comida, reasumiendo luego, en la Baja Edad Media, su antiguo valor y esfuerzo que el trabajo y la fatiga restauró, erigiéndoles guerreros implacables contra la morisma, es lo cierto que, basados en los hechos, se afirma no constituyeron cuerpo de nación distinto de los demás soldados españoles.
Su vida errante pegados a la guerra en servicio de los reyes cristianos, llevando consigo hijos y mujeres, testigos de su gloria y afrenta, no les permitió edificar casas ni fundar posesiones. Tenían su habitación y el sustento de sus personas y familias en la campaña y en la frontera de enemigos. La rusticidad y dureza de los siglos medios estaba representada en lo sencillo de su traje de pieles. Cubrían su cabeza con una red de hierro, prestándoles la defensa que a los demás ofrecían el casco y la coraza. No llevaban escudo ni adarga, limitándose a la espada, pendiente de rústica correa sujeta al talle por ancho talabarte. Iban provistos de dos o tres dardos que arrojaban tan certeramente y con tal violencia que atravesaban escudos y armaduras de parte a parte.
Las hazañas de los almogávares llenan la historia. Sus heroicidades parecerían fabulosas o producto de la imaginación del más exaltado novelista, si, tanto en los tratados antiguos y modernos de historia, no se refirieran. Investigadores actuales estudian los hechos de estos soldados en Aragón y Cataluña, donde tuvieron principal importancia debido a que la potencia combativa de este ejército poco numeroso permitió a Jaime I el Conquistador la conquista de las Baleares y del Reino de Valencia y a su hijo Pedro III, la conquista de Sicilia. En Castilla hubo también almogávares de a caballo que tenían condición más elevada que los de a pie llamados peones. Las montañas de Galicia y Asturias dieron gran contingente y en su mayoría eran hidalgos que por no tener bastante hacienda para vivir según su estado, se alistaban en aquellas tropas, en espera de la prometida fortuna. Curtidos en la fatiga y las privaciones, tenían singular gallardía y ligereza. Nada les era imposible. Hacían continua guerra a los moros, enriqueciéndose con el botín de la conquista. Y era para ellos obra de pocas horas la más larga jornada, cosa fácil vadear un río, escalar ásperas pendientes y llegar silenciosos cerca del enemigo para caer sobre los sorprendidos al grito implacable de: «¡Desperta ferro!»
El genial compositor villenense, nuestro inmortal Ruperto Chapí, gloria de la música española, estrenó el año 1878, en el Real de Madrid, su ópera en tres actos, letra de Mariano Capdepón, titulada: «Roger de Flor». El inolvidable autor de «La Revoltosa», con su arte vibrante e inspirado, expresó emotivamente la narración de la gesta maravillosa de los almogávares en Bizancio, más conocida por «expedición de catalanes y aragoneses a Oriente». La famosa epopeya de estos héroes eclipsó la idea del valor y temeridad de las falanges griegas y legiones romanas de antiguos tiempos.
Almogávares licenciados después de la guerra de Sicilia, se cubrieron de gloria en los campos de Grecia y Turquía. La expedición formada por ocho mil hombres, embarcó en Mesina el año 1303 en treinta y seis barcos tripulados por mil quinientos marineros, con objeto de ayudar al emperador bizantino Andrónico, acosado por los turcos. A pesar de su reducido número, vencieron a los turcos en numerosas batallas, obligados a luchar en la proporción de diez a uno, cuando menos. Conquistaron gran parte del Asia Menor y luego vengaron tan terriblemente el asesinato de su caudillo Roger de Flor, traicionado por los mismos griegos, que se conserva en aquellos países, como una maldición, la frase: "Venganza catalana te alcance". Mandados por sus valientes capitanes Berenguer de Entenza, Ramón Muntaner, Berenguer de Rocafort y otros, prosiguieron su plan de venganza, logrando humillar a los emperadores griegos, enseñoreándose de su territorio durante muchos años, y consiguiendo finalmente incorporar a la Corona aragonesa el Ducado de Atenas.
Desde aquella época, ha sido proverbial la reputación de la infantería española en Europa, por su manera brava de combatir.
La oportunidad del tema nos es ofrecida por la próxima presentación ante nuestro pueblo de la comparsa «Almogávares». En su aparición sobre el escenario de nuestras Fiestas septembrinas, debemos destacar motivos importantes. La formación de un nuevo núcleo festero es un aumento en el caudal de positivos valores de los actos simbólicos de Moros y Cristianos y si añadimos la autenticidad representativa de la nueva comparsa, debemos prever un significativo crecimiento de nuestros festejos, incorporando la idea de revaloración que hasta hoy parecía estar ausente del rigor y ánimo de los organismos responsables.
Felicitamos a los directivos de esta nueva unidad del «bando cristiano», a quienes hemos prestado nuestro modesto concurso, considerando las dificultades superadas, desde lo económico, siempre duro e insoslayable, hasta lo que podríamos llamar artístico-histórico, que todo requiere un tesón comparable al entusiasmo proverbial de toda la comunidad festera, la mente y el espíritu siempre tensos, no escatimando esfuerzo ni sacrificio para dar mayor realce y brillantez cada año, a las fiestas que celebramos en honor de nuestra venerada Patrona María de las Virtudes.
Extraído de la Revista Villena de 1954

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