LA VENDIMIA EN LA “CASA PEÑAS” A PRINCIPIOS DE LOS 60
Ante el reciente comienzo de la vendimia en nuestra zona, vienen a mi memoria retazos de mi infancia relacionados con tan delicada faena. Reconstruyo los otoños de los primeros años durante la vendimia en la Casa Peñas, situada en el kilómetro 10 de la carretera de Pinoso. Para ello, echo manos de unas fotos, de mis recuerdos y de la inalterable memoria de mi padre, Vicente Gandía, que a sus 92 años (2017) evoca las vivencias con extrema precisión.
Cuadrilla 1960
Vicente era el encargado de dos fincas pertenecientes a la misma familia: Quitapesares, situada a unos dos kilómetros del casco urbano, y la citada Casa Peñas. Esta última era de secano y por aquella época se cultivaba exclusivamente viña y olivo. Por tanto, la dedicación de Vicente a la Casa Peñas se concentraba en la época de recolección de la uva principalmente.
Cuadrilla 1959
Para tal menester se necesitaba mucha mano de obra que en Villena no encontraba y Vicente contactó con Ascensión, una mujer de Yecla que se encargó durante varios años de formar una gran cuadrilla de mujeres de la ciudad vecina que, junto con hombres de Villena, realizaban esta labor. Ascensión era la “manejera” y hacía de “madre” de toda la cuadrilla de jóvenes. Sus familias dejaban venir a Villena a las chicas porque sabían que estaban bien protegidas y controladas.
En las fotos observamos dichos grupos en años diferentes, desde 1959 hasta 1964. También vemos a Vicente y dos trabajadores más en la bodega de la finca. Durante varios años el vino se elaboraba allí. Se hacían sobre 200.000 litros de vino tinto de 14 grados. El primer año se vendió a “El Lucio” y Miguel “El Tito”. En años posteriores a Juan García, Pepe Segundo y Joaquín García. Parte del vino lo llevaban a La Encina desde donde se cargaba como si fuera vino de Jumilla.
Las fotos que adjunto se hacían un día en el que se presentaba un fotógrafo de Yecla y hacía el reportaje del que luego le encargaban copias las protagonistas. A pesar del duro trabajo sin poder ir a sus casas durante un mes, la actividad dejaba un hueco para la fiesta. Recuerdo, con apenas 5, 6 o 7 años que por las noches venían unos hombres con el acordeón y acompañados por nuestros repiqueteos en la mesa, o el rascar de la botella de anís, se formaban ritmos alegres a cuyo paso los jóvenes bailaban. Vicente recuerda que los músicos eran Antonio “El gorrión” y Joseico el de “la Puentecilla”
De esa convivencia entre yeclanas y villeneros surgió una pareja: Sebastián y Lola. Ella todavía vive y mientras la acompañó su marido habitaron en una de las viviendas del Santuario de la Virgen de las Virtudes y fueron los encargados del mantenimiento y cuidado del mismo.
Como mi madre también vendimiaba, durante varios años pasé esos días con ellos, incluso cuidando de mi hermana de 2 años cuando yo tenía 8. Mis padres se iban al bancal y yo me quedaba en la casa al cuidado de la pequeña o me iba con ellos al campo y jugaba mientras los mayores trabajaban.
x, Paqui, Virtu y Virtudes Hernández
Paqui y Virtu Gandía
Había una mujer encargada de hacer la comida para todas. Ella y mi madre se retiraban un poco antes y preparaban el menú que unos días era patatas con caldo y otro arroz con “algo”, si es que mi padre había podido ir a Villena y traer ese “algo”. Los almuerzos y las cenas eran invariables: gachamiga por la mañana y patatas fritas por la noche. En alguna ocasión mi madre abría una lata de sardinas, lo que suponía un manjar.
Paqui Gandía Hernández
Muchas gracias Paqui por compartir estas fotografías y estos recuerdos que seguro que llegarán al corazón de muchos villeneros que también han vivido aquellos años maravillosos.
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