26 feb 2023

1965 UN ACTO IGNORADO DE NUESTRAS FIESTAS

UN ACTO IGNORADO DE NUESTRAS FIESTAS
Por Bernardo García-Forte Pérez - Presidente de la Junta de la Virgen
Por la fuerza de la costumbre, no atribuimos su verdadero mérito a la organización de nuestras Fiestas anuales, en las que intervienen miles de personas y se invierten medios muy cuantiosos, todo ello con una perfecta y puntual sincronización.
Sin la aportación entusiasta de cuantos participan dentro y fuera de las comparsas y el encomiable esfuerzo de la Comisión, sería necesaria una fabulosa organización.
Según van acercándose las fechas, se va poniendo en marcha su gran mecanismo y así como en cada casa se hacen los preparativos necesarios, en los que no falta hasta esa limpieza especial y peculiar, no habría de ser distinto en el Santuario, residencia terrenal y permanente de La Morenica, en cuyo honor y homenaje se celebran.
¡Con qué puntualidad y delicadeza, las vísperas del día cinco, un grupo de señoras, las camareras, cambian todas sus ropas tan limpias y almidonadas, le colocan sus mejores aderezos y disponen todo lo que tendrá que lucir durante su estancia en su amado y engalanado pueblo!
Por fin llega el esperado día, y mientras en la Ciudad el vecindario se afana en dar por terminado lo que no se refiera a fiestas, se recibe a los invitados, van apareciendo las bandas de música y nos preparamos para el primer pasacalle, en el Santuario, con una inquietud que contrasta con este inusitado ajetreo, se celebra un sencillo y emocionante acto desconocido para la mayoría de los villenenses.
A «eso» de las 10 poco más o menos, porque allí no hay grandes prisas, cuando ya se encuentran reunidos quienes nunca faltan, empieza la Santa Misa, la última que se celebrará en presencia de la Virgen hasta su regreso.
Terminada ésta, el Reverendo Cura, en una sencilla plática, da en su nombre y en el de los asistentes la despedida a nuestra Madre, expresando el gran vacío que su ausencia producirá y el gozo y la alegría, en cambio, con que se le espera en su pueblo.
A continuación, de su Trono es trasladada a las andas y, procesionalmente, entre vítores y cantos, exclusivamente a hombros de mujeres, es llevada hasta la parte posterior de la iglesia, desde donde por la tarde partirá la Romería hacia Villena.
Es impresionante presenciar cómo estas mujeres, con las lágrimas en los ojos por esa incontenible emoción de gozo que la proximidad de nuestra querida Patrona nos produce, llevan orgullosas, sobre sus débiles brazos, a quien tanto veneran.
Cuál es el significado de esta tradición y desde cuándo procede, nadie lo sabe a ciencia cierta. Así lo enseñaron madres a hijas, de generación en generación, y de esta forma, puntualmente, cada año lo vienen cumpliendo, sin que nadie se lo recuerde y sin que pretendan privarles de ello, porque lo recibieron de sus antepasados como una noble gerencia.
Y asimismo, por pura tradición, una familia pone el ceñidor al manto cuando la Romería se detiene en el lugar prefijado de siempre; otra, a las puertas de la Ciudad le ofrece descanso sobre peana cubierta de flores mientras se espera el momento triunfal de su llegada. Y de esta manera es como cada uno y todos con alguna participación, porque ningún buen villenense puede inhibirse, honran a su Morenica.
Extraído de la Revista Villena de 1965

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