La Comparsa de los Romanos
Con este mismo título escribí el año pasado unas cuartillas para el número extraordinario de VILLENA JOVEN.
Fué aquel artículo como una semilla lanzada al azar, pero que tuvo la feliz suerte de caer en terreno abonado, cual lo es siempre el pueblo de Villena para todo aquello que redunde en honor de su amantísima Patrona la Virgen de las Virtudes, y el fruto producido fué copioso y abundante en tal grado, que llegó á superar las ilusiones de los más optimistas.
Sin que yo lo intentara al escribirlo, aquel artículo ha sido la causa de que, cual otra ave Fénix, resurgiera de sus cenizas la antigua comparsa de Romanos que este año lucirá en las fiestas sus vistosos uniformes, sus aceradas lanzas, sus cascos relucientes, sus airosos plumeros...
Aquel artículo fué para los pocos romanos antiguos que quedaban como una poderosa corriente eléctrica que hizo estremecer las fibras más delicadas de su alma al traer á su memoria el recuerdo de glorias pasadas, de emociones sentidas al calor del entusiasmo y que al experimentarlas de nuevo, lograron conmover de tal manera su corazón, que se deshizo en abundantes lágrimas que escaldaron sus mejillas con el amargor del recuerdo triste y doloroso de una dicha perdida.
No han sido estériles aquellas lágrimas; antes al contrario, se convirtieron en riego fecundante que ha hecho que aquel árbol seco que un día paseó las calles de nuestra Ciudad como miserable trofeo de la impotencia y de la muerte, recibiera en sus venas una inyección de savia vivificadora en virtud de la cual recorrerá después de ocho años esas mismas calles, pero lleno de verdor y lozanía, prueba inconcusa de su vitalidad.
Aquella bandera que, como el arpa del poeta, silenciosa y cubierta de polvo pendía de los muros del Santuario, ha escuchado palabras de resurrección y de vida que le han dicho «levántate y anda» y se ha convertido en la nueva bandera que, sobre el escudo pontificio, ostenta el símbolo de nuestra redención, coronado por aquella inscripción que viera Constantino destacarse sobre el azul inmaculado de los cielos el día de su gloriosa victoria sobre Magencio en las orillas del Tíber: In hoc signo vinces, «Con esta señal vencerás».
Y con esa señal que, además de llevarla en la bandera, la llevan también los romanos en el nuevo uniforme, vencerán todos los obstáculos, triunfarán de todos los enemigos sistemáticos de las fiestas y de las comparsas y con sus lanzas aceradas, sus cascos relucientes y sus vistosos plumeros, amenizarán los actos de las fiestas, tomarán parte en dianas y en retretas, en guerrillas y embajadas, mientras su bandera unas veces ondulará majestuosamente en los aires al recibir el beso acariciante de las brisas suaves, y otras, agitada por robusto brazo se tenderá como brillante alfombra de colores al paso de la Imagen benditísima de nuestra Patrona.
Si es lícito al sembrador llenarse de satisfacción y expresar su alegría al ver convertidos en haces de doradas espigas los granos que un día derramara en el surco abierto en la tierra, séame lícito también manifestar la que inunda mi corazón al ver convertido en realidad lo que hace un año no era más que su sueño, gracias al generoso desprendimiento de las personas que han sufragado los gastos y á quienes tributo desde estas columnas el sincero homenaje de mi agradecimiento.
Pero la satisfacción suprema de mi alma consiste en la seguridad, en la garantía absoluta de que la aparición de los Romanos en las fiestas de mi pueblo no ha de violar la neutralidad de España ni ha de agravar con pavorosas complicaciones el conflicto europeo. ¿Risum teneatis amici?
Gaspar Archent.
Extraído de la Revista Villena Joven de 1915. Especial Fiestas
Cedido por… Trini Pastor Domene
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