12 nov 2022

1996 OFICIOS Y TRADICIONES PARA EL RECUERDO

OFICIOS Y TRADICIONES PARA EL RECUERDO
Publicado en El País Comunidad Valenciana, jueves 1 de mayo de 1996
Por Cristina Torres
Los niños y jóvenes de hoy, incluso los que habitan en ciudades pequeñas, han perdido la mayoría del vocabulario que utilizaron sus abuelos para referirse a las labores agrícolas y a los trabajos artesanos. En España, apenas dos generaciones han sido suficientes para pasar de la lentitud del carro que transitaba los caminos polvorientos en las zonas rurales, al tren de alta velocidad surcando veloz los mismos campos, ahora definitivamente deshabitados. Vinculados a una cultura eminentemente urbana, los chavales se trasladan con sus profesores a las granjas-escuela y reviven durante unos días los modos de vida de sus mayores. Aprenden a amasar y cocer el pan, ven por fin una gallina de verdad, que incluso se mueve, ordeñan las vacas, cogen torpemente una azada para plantar un arbolito o recogen hortalizas y tubérculos que depositan en capazos de esparto como los de antes.
Un particular acumula en una antigua fábrica de Villena 6.000 piezas evocadoras de costumbres y trabajos desaparecidos que pretende integrar en un futuro museo etnográfico.
  Foto... Olivares Navarro
Jerónimo Ferriz, junto a una de las piezas de su particular museo.
Precisamente uno de los sueños de Jerónimo Ferriz, ingeniero agrícola natural de Villena que ha dedicado los últimos 10 años de su vida a recuperar la esencia de aquella cultura, es que los escolares puedan reconocer los objetos cuando lleguen de visita, y poner en marcha los mecanismos que los hacían funcionar muchos de ellos están en buen uso- con el objeto de que aprendan cómo se prensaban hasta hace muy poco tiempo el aceite y el vino, qué se siente al ir en un carro tirado por mulas, cómo funcionaba una fragua o se trenzaban las sillas de enea. Todas estas piezas, recuerdo de tiempos en nuestro caso no tan antiguos, pero igualmente desaparecidos, las ha ido atesorando en una vieja fábrica de la ciudad. Más de 6.000 objetos vinculados a nuestro pasado reciente se amontonan en la Electro-Harinera Villenense, un edificio de principios de siglo que Ferriz adquirió al enterarse de que el Ayuntamiento pretendía convertirlo en oficinas con aparcamientos, que cuenta con una superficie de 5.500 metros cuadrados.
Dividida en compartimentos estancos que fueron enormes cámaras refrigeradoras, la construcción alberga en sus cuatro plantas multitud de piezas y cacharros curiosos, suficientes para llenar con sobrada dignidad varias salas de exposiciones en lo que sería uno de los mayores museos etnográficos del país. Parte de los objetos se agrupan en conjuntos monográficos que abarcan actividades humanas en todas sus facetas. Por ejemplo, en cuanto al proceso de obtención de cereales, se podría seguir atendiendo a los diferentes utillajes conservados la secuencia de su cultivo, recolección, transporte, trilla, medición y molición.
Entre las piezas más destacables podemos encontrar una rarísima clepsidra (reloj de agua) de tambor con sonería de madera, un almirez árabe, un dendrómetro o bastón de campo que servía también para medir troncos de árboles, y otros instrumentos científicos antiguos. Dentro de los conjuntos sobresale una importante colección de arados españoles y extranjeros, un centenar de carros y carruajes, útiles para la trilla y cribas de diferentes tamaños para distintos productos, una serie de medidas para áridos y líquidos, más de 200 utensilios centenarios de carpintería, y una colección de coches y motos donde no falta aquel simpático Biscúter de bolsillo que no cambiaba de sentido si no era por el esfuerzo personal de sus ocupantes.
Ferriz recopiló además una extensa bibliografía sobre metrología antigua, compuesta por 1.700 volúmenes. Estos libros, junto a la interesante colección de fotografías del siglo XIX y principios del XX de Villena y sus pedanías, y los mapas y grabados de la misma época, se colocarían en la cuarta planta del edificio, espacio que su propietario quiere destinar a biblioteca del museo, con cabida para unos 100.000 volúmenes.
Las colecciones se nutren principalmente de material obtenido por cesión en las proximidades de la zona, donde todavía viven los últimos maestros artesanos de gran parte de los oficios extinguidos, aunque también se han adquirido en rastros de todo el mundo. Con escasos medios y dejando mucho a la improvisación, dada la titularidad privada de todo lo que contiene el Museo Etnográfico de Villena Jerónimo Ferriz, como a él mismo le gusta denominarlo, el taller de restauración funciona con más voluntad que otra cosa debido a la falta de personal, tiempo y dinero que le dieran mayor impulso.
Miguel Valor, responsable de Cultura de la Diputación de Alicante, visitó recientemente el museo de Ferriz, y manifestó estar "muy interesado" en la puesta en marcha del mismo.
Cedido por... Anónimo

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