21 mar 2024

1888 RUPERTO CHAPÍ, JOSÉ ZORRILLA Y LOS GNOMOS DE LA ALHAMBRA

RUPERTO CHAPÍ, JOSÉ ZORRILLA Y LOS GNOMOS DE LA ALHAMBRA. Por... José Sánchez Ferrándiz
La cosa se fraguó durante el año 1888. El Liceo artístico de Granada lanzó la iniciativa de organizar diversos actos para homenajear y coronar a José Zorrilla, el veterano y prestigioso poeta y dramaturgo vallisoletano, autor de D. Juan Tenorio, quien había mantenido a lo largo de los años una dilatada y estrecha vinculación con aquella ciudad. El agasajado, que se había resistido en un primer momento al homenaje, en parte debido a los achaques de salud asociados a su avanzada edad, acabó por aceptar, aunque a regañadientes, el multitudinario reconocimiento que se verificaría (coincidiendo con las Fiestas del Corpus) a lo largo de varias semanas durante los meses de junio y julio del año siguiente. El momento cumbre de los festejos tuvo lugar en el transcurso de la gala de más de tres horas de duración celebrada la tarde del 22 de junio en el Palacio de Carlos V, dentro del conjunto monumental de la Alhambra. La prensa de la época cuantificó en unas 16.000 las personas concurrentes a este último acto y en 923 las coronas entregadas entonces al poeta para su simbólica coronación, la mayoría de laurel, aunque también las hubo de un importante valor material, al estar realizadas de plata, oro, y algunas incluso engastadas con brillantes.

Con ocasión del homenaje al longevo y respetado poeta, el liceo granadino convocó simultáneamente un certamen extraordinario, con dos modalidades principales, poesía y música, datadas cada una de ellas con un importante premio para el ganador de 5.000 pesetas.
PERIÓDICO  LA JUSTICIA: 8 DE ABRIL DE 1889.
El músico villenense Ruperto Chapí Lorente afincado en Madrid era por aquel entonces y a sus 38 años, un reconocido y admirado compositor con una brillante trayectoria profesional a sus espaldas, que gozaba de una gran popularidad entre el público a la par de contar con el respeto y admiración de la mayoría de colegas y crítica musical. Poco después de conocerse la convocatoria del liceo granadino, algunos amigos de Ruperto le convencieron para que mandase obra al certamen. La tentación por la recompensa económica era grande, aunque no así el tiempo libre de que disponía el genial músico villenense embarcado en diversos proyectos y compromisos que lo apremiaban, entre ellos su inminente viaje a Barcelona para estar presente en el estreno en aquella ciudad de su exitosa zarzuela La Bruja, lo que sin embargo no fue óbice para que finalmente, y tal y como era habitual en él, ser capaz de gestar y orquestar en poco tiempo (apenas 6 días) la obra presentada a concurso.
De lo que pasó después se hicieron amplio eco los periódicos de la época, generándose un gran debate habida cuenta de que el premio musical quedó finalmente desierto, ya que a juicio del jurado, ninguna de las partituras tenía la suficiente calidad. Escoció especialmente en los círculos más cercanos al músico villenense que uno de los integrantes de aquel jurado era su “íntimo amigo” Tomás Bretón, que con Ruperto había obtenido tiempo atrás y al unísono, el premio extraordinario de composición el curso académico en que ambos finalizaban sus respectivos estudios en el Real Conservatorio de Música de Madrid.
El 9 de noviembre de 2015 el periodista José Luis Delgado en un artículo publicado en el periódico Granada hoy escribía:
“En 1889 el Liceo de Granada ofreció 5.000 pesetas a la mejor obra musical que se presentara al certamen, basada en el poema de Zorrilla Los Gnomos de la Alhambra (primera parte de su obra Gnomos y Mujeres). Al premio concurrieron ocho obras y todas ellas se rechazaron porque al jurado no le parecieron suficientemente buenas y el premio quedó desierto. El Liceo se ahorró los mil duros. Estamos en Granada.
Entre las obras presentadas al certamen estaba el poema sinfónico Los gnomos de la Alhambra del maestro Chapí, el consagrado autor de  El rey que rabió y La Revoltosa que tantos aplausos habían cosechado. El jurado de 'expertos' lo formaba, entre otros, el cronista Francisco de P. Valladar; el maestro de piano de García Lorca, Antonio Mesa Segura; el guitarrista Francisco Rodríguez 'El Murciano'; el maestro de capilla de la Catedral Celestino Villa y el condiscípulo de Chapí, Tomás Bretón que desde Madrid emitió también su veredicto adverso a la obra de su 'amigo' Ruperto. La partitura fue interpretada solo al piano; sin darle oportunidad al rumor de bombos, timbales, violoncelos ni contrabajos; sin oír violines, ni trompas ni clarinetes; sin saborear la dulzura del arpa ni la melancolía del oboe…

Tras el anuncio de que el certamen había quedado desierto y filtrado el hecho de que Ruperto Chapí era uno de los que habían optado a él, el prestigioso crítico musical y taurino Antonio Peña y Goñi publicó un encendido manifiesto en defensa de la obra de su amigo Ruperto, que no hizo sino arreciar la polémica que alcanzaría su cénit cuando varios meses más tarde y con gran éxito de crítica y público, el Teatro Real de Madrid acogió el estreno de esta partitura que sería la última que el músico villenense dedicaría al género sinfónico. 
Retomando el citado artículo de José Luis Delgado en Granada hoy, este autor finaliza diciendo:
Pasados los fastos de la coronación de Zorrilla, la obra Los Gnomos de la Alhambra del maestro Chapí fue estrenada en Madrid con un clamoroso éxito; interminables aplausos hicieron salir varias veces al autor a saludar al público entre el que se encontraba la reina María Cristina. La prensa nacional de forma unánime valoró muy positivamente el poema sinfónico, a pesar de que fue escrito en muy pocos días y no se ajustaba demasiado, según el jurado, al proceso cronológico y argumental del poema original del poeta Zorrilla. Mientras todos los periódicos, El Globo, La Época, El Imparcial, La Iberia, etcétera, piropeaban la obra y aclamaban a su autor, el Liberal de Granada se limitó a calificarla de "estimable intento".
Cuanto menos resulta curioso el hecho de que todas de obras interpretadas aquel día en el liceo madrileño correspondían a autores extranjeros, excepto la de Ruperto Chapí. Además, el director de orquesta que dirigía al grupo de profesores que integraban la Sociedad de Conciertos y a la vez director artístico del Teatro Real, era el prestigioso músico italiano residente en España, Luigi Mancinelli, quien poco antes había sustituido como máximo responsable de aquella agrupación musical a un Tomás Bretón que desde algunos sectores venía siendo cuestionado desde tiempo atrás por la dirección musical y elección del repertorio de la Sociedad de Conciertos, y no es en modo alguno descartable que al elegir Mancinelli entre el programa de partituras de aquel día la citada obra de Chapí, tratara de realizar un simbólico acto de desagravio hacia el músico villenense, por la posible injusticia de la que meses atrás habría sido objeto en Granada.    
EL LIBERAL: 12 DE ENERO DE 1891.
Decir finalmente que las coronas más valiosas regaladas al poeta José Zorrilla fueron empeñadas por este para tratar de sortear su delicada situación económica, ya que pese a su grandiosa coronación en Granada y su aclamación como Poeta Nacional, malvivía de sus escasas colaboraciones periodísticas y no percibía pensión o ayuda pública alguna con las que pudiera afrontar con tranquilidad sus últimos años de vida. Tras su muerte, tres años después, la Reina regente María Cristina de Habsburgo, madre de Alfonso XIII, desempeñó aquellas joyas que hoy forman parte del legado custodiado en la Real Academia de la Lengua.
VITRINA CON VARIAS DE LAS CORONAS Y OTROS OBJETOS QUE FUERON REGALADOS A JOSÉ ZORRILLA CON MOTIVO DE SU CORONACIÓN EN GRANADA Y QUE SE CONSERVAN EN LA REAL ACADEMIA DE LA LENGUA.
Ruperto Chapí - «Conjuro: Séquito de Aquitania y Oberón» de "Los gnomos de la Alhambra" (1889)

Ruperto Chapí - «La fiesta de los espíritus: La Aurora» de "Los gnomos de la Alhambra" (1889)

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