9 jul 2021

1973 JUBILOSO AÑO 1923

JUBILOSO AÑO 1923
CORONACIÓN de la Virgen de las Virtudes


Fuiste una vez nazarena,
pero la gracia de Dios
hizo que seas de Villena.
¿Te acuerdas, mi Señora, de aquel año?
Cincuenta primaveras ya pasadas,
también los mismos soles ya se fueron
y nieves derretidas, otras tantas.
El seis de septiembre, la efemérides
que en los anales quedó siempre grabada
al escribir en nuestra hidalga historia
la más brillante de sus muchas páginas.
El Romancero acumuló innúmeras proezas,
desgranó una a una sus hazañas,
más la que recordamos hoy fue tan excelsa
que la lengua queda muda al proclamarla.
Amaneció muy temprano,
la aurora impaciente estaba,
de oros y azules vestida
cómo se visten las hadas,
por asomarse radiante
a los primores del alba.
Fueron las sombras vencidas,
y en tan singular batalla
el sol impuso su naciente imperio
con la punta brillante de su espada,
inundando de vivísimos colores
la llanura de esta tierra castellana.
Se formó largo cortejo,
ya vencida la mañana,
compuesto de falanges incontables
y ancestrales guerreros en vanguardia
con atuendos de sedas orientales,
de rasos y damascos de la Arabia.
Bruñidos son sus arneses,
relucientes sus corazas,
destallan al sol sus yelmos,
al viento sus plumas blancas,
armados de punta en blanco
con toda suerte de armas:
alfanjes en media luna,
arcabuces, cimitarras,
ballestas, picas, aceros
y moriscas espingardas.
Al unísono sus pasos, desfilan marcialmente
en formaciones compactas,
el griego Alejandro Magno
parece que las comanda.
Siguen las cohortes marchando
como si no se acabaran,
el desfile de soñada fantasía
sigue y prosigue su marcha.
Los acordes son sagrados.
Nuestra Virgen, tan humana,
en olor de multitudes
aparece en lontananza;
sobre un bosque de cabezas
despaciosamente avanza.
Nuestros ojos se clavan en los suyos,
también reparte Ella sus miradas,
que corno rayos de luz
van penetrando en el alma.
Al estrado regiamente engalanado
llega la Imagen sagrada.
Villena va a hacer viva realidad
la idea largo tiempo acariciada
de coronar a su Virgen
como Reina soberana
de sus campos, de sus huertas,
de sus calles, de sus plazas,
y que miles de fotos con su imagen
presidan para siempre nuestras casas.
Si Dios vistió de sol a su escogida,
puso a sus pies la luna plateada,
y coronó su sien con doce estrellas,
también nosotros podemos coronarla.
Nuestros ojos se llenaron de banderas,
infinitos los arcos y guirnaldas,
sopla la brisa y ondean reposteros,
colgaduras en balcones y ventanas,
explosiones de luces y colores
y fervores de gentes apiñadas.
Y llegó el momento tan ansiado:
unas manos venerables, consagradas,
sobre su frente impuso la corona
de oro, de zafiros, de perlas y esmeraldas.
Y estalló un volcán rugiente de entusiasmo,
las aguas represadas se hicieron catarata,
el hervor de la marea va «in crescendo»,
y todo lo inundaron las almas desbordadas.
Flamear de pañuelos,
coro electrizante de cantata,
enardecidos los pechos,
emociones hechas ascuas,
suspiros, gozos, anhelos,
vítores, aplausos, lágrimas;
era tan grande el clamor
y la fiebre fue tan alta,
que a fuerza de tanto ardor
están roncas las gargantas.
Miradas de cándidas palomas
en grandioso abanico desplegadas
llevaron la noticia por los cielos
a sus hermanas, las estrellas castas.
Y también el sol detuvo su carrera
para poder absorto contemplarla,
prendido quedó de su hermosura
y con dolor reanudó lenta su marcha.
Para ti aquel día se hizo Villena
verso, rosa, canto, llama,
fuente, escudo, florecilla,
nieve, fronda, nube, aura,
y en tus manos poniendo corazones
nuestra deuda de honor quedó saldada.
Has venido caminando desde el cielo
para ser por nosotros coronada,
¡y ahora volarás en triunfo
por tus ángeles llevada!
¿Nos dejarás desolados
sin una luz de esperanza?
Para ti, que eres siempre tan amable,
nuestra última palabra:
Solos estamos, si tú no estás presente.
¡Quédate con nosotros, no te vayas!
El sol se está escondiendo y hace frío,
tu camino fue largo, entra y descasa,
el pan está en la mesa, la lumbre está encendida,
¡y una noche de Bodas nos aguarda!...

JERÓNIMO HERNÁNDEZ
Extraído de la Revista Villena de 1973

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