2 dic 2021

1986 UNA OFRENDA ESPECIAL

UNA OFRENDA ESPECIAL
LOS NAZARIES A SU PATRONA

Me acuerdo que corrían los últimos días de Agosto de 1977. Estaba yo en el local de la Comparsa, en la calle Cruz de Mayo, ensayando para el desfile de la esperanza. Éramos un grupo de chiquillos revoltosos a los que no nos salía muy bien eso de doblar la escuadra. Después de repetirlo una y mil veces, agotados, subimos como locos para ver en la Secretaría un medallón que ese año íbamos a regalar a la Virgen. A mis trece años aquella piedra preciosa me sorprendió, ¡era tan grande, era tan bonita...!
Son las cinco y media de la tarde de un 21 de Febrero de 1986. Tengo ante mí a un hombre de 55 años, algo nervioso por tener que hablar frente un micrófono. Es un hombre que lo sabe todo acerca de aquel medallón que años atrás me había deslumbrado.
Francisco Díaz Cerdán es un gran festero, un Nazaríe. Me estaba contando todos sus años como secretario y tesorero en las directivas de Francisco Seguí y José Grau. De lo bueno y de lo malo que vivió en su comparsa, por la que todavía hoy, siente tanto amor que aún le queda para repartir. Estábamos hablando de esto cuando le hice una pregunta, —¿cuénteme lo del medallón? — y a partir de aquí empezó a fluir toda una historia que deseaba ser contada.

La idea fue suya. Él sabía que en la corona de la Virgen había —y todavía hay— trece huecos. ¿Por qué no utilizarlos para que allí figurasen los emblemas de las comparsas? Se lo comentó a Ginés Saborit y pensando ambos que era una muy buena idea decidieron exponerlo a la Directiva de los Nazaríes. La propuesta fue acogida favorablemente. Pero ¿cómo llevarla a cabo? ¿De dónde sacar el dinero para realizar una joya que tuviera la dignidad suficiente?
Se pensó que lo mejor era hacer una cuestación entre las mujeres de los socios. Se formaron de entre los directivos varios grupos, encargándose de visitar las casas de los 340 socios con que contaba la comparsa de Nazaríes. Fueron casa por casa pidiendo a las señoras la voluntad. Cada una depositaba en un sobre lo que podía. Me dice Paco —«lo que no hacíamos para nuestra casa lo hacíamos para esto. Algunos comentaban que parecíamos monjas, pero yo lo volvería a hacer cien veces más»—. Se le nota muy emocionado cuando recuerda a una mujer que, siendo viuda y con un hijo paralítico, le dijo que sí, que ella también quería participar en la Ofrenda a la Morenica y como otras, en situaciones económicas muy penosas, no se negaron a aportar su granito de arena.
Ellos prestaron mucha atención a que solo las mujeres de los Nazaríes fueran las protagonistas de esta ofrenda a la Virgen. Querían que en el medallón estuviera representada toda la familia Nazaríe.
El medallón lo realizó un orfebre de Valencia por mediación de Luis Murillo. Está compuesto de Oro, brillantes, topacio, rubíes, esmeraldas y platino. Su valor económico fue muy elevado —después de la cuestación aún faltaron 44.000 pesetas que fueron puestas por la Comparsa— pero lo importante no fue el dinero. El verdadero valor de esta joya está en el esfuerzo, en el cariño, de un grupo de personas que aportaron algo de sí mismas a unas piedras preciosas que no eran más que su reflejo.
Puestos en contacto con la Junta de la Virgen se decidió colocar el medallón en el frontal de la corona al ser la primera comparsa —y única hasta hoy— que lo ofrecía.
Para su colocación se debía contar con la autorización del M.I. Ayuntamiento. Me cuenta Paco, que al ir a presentar la joya al Alcalde, D. José García Galbis se asustó diciendo que «¿cómo habéis hecho un medallón que es más grande que el escudo de la ciudad?» Los miembros de la Directiva que allí estaban le dijeron que ellos se lo habían encargado a un orfebre, que él había tomado las medidas y que ellos no tenían ni idea de que pudiera surgir ese problema. El Alcalde comprendió la situación, pero guiado por motivos que Paco todavía hoy no comprende, les obligó a que no sacasen ninguna pancarta o publicidad de otro tipo para que el pueblo se enterara, permitiéndoles tan solo que hiciesen una foto ampliada del mismo.
Así pues, el 7 de Septiembre de 1977 casi nadie de Villena pudo enterarse de lo que los Nazaríes ofrecíamos a nuestra Patrona. La forma de entregarlo fue sencilla, tres almohadillas portaban el medallón, la factura pagada y un ramo de flores. Tampoco pudo ponerse el medallón en el mismo acto de la ofrenda, y esa tarde a la cuatro, se colocó en la corona de la Virgen la insignia de los Moros Nazaríes.
Me comenta Paco, que aquel año ni nos nombraron en la entrega de premies pero que sin embargo tiene la enorme satisfacción de que la Junta de la Virgen, por primera vez en su historia, entregó a una comparsa un cuadro de agradecimiento al esfuerzo realizado en esta Ofrenda.
RAFAEL ROMÁN GARCÍA Cronista Nazaríe
Extraído de la Revista Villena de 1986

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