9 ene 2022

1987 VILLENA: LA DEMOCRACIA ESTÁ VIVA

VILLENA: LA DEMOCRACIA ESTÁ VIVA
Parece ser ya una constante habitual de nuestro tiempo el descontento y la crítica fácil ante la actuación de nuestros políticos.
La insatisfacción respecto a una determinada gestión puede ser expresada de muchas y variadas maneras, y todas ellas perfectamente plausibles cuando las críticas poseen algún tipo de fundamento contrastable. Pero lo que resulta indignante es oír críticas que ni tienen componentes racionales ni benefician al sistema democrático, y únicamente parecen estar alentadas por personas de talante destructivo, poco dadas a valorar en su justa medida actitudes de generosidad, estando más inclinadas por fomentar el desánimo y la desestabilización, comportamiento que, por innoble y poco honrado, debe ser despreciado, ya que supone un factor de indudable contribución a la nula credibilidad de instituciones y políticos.
En el argot filosófico, se llama "sofisma" a aquel argumento que pretende defender algo falso y confundir al contrario. ¿Estaremos creando una nueva -sofística? La descalificación sistemática de todo cuanto se hace no es forma lógica de actuación, sobre todo cuando se trata de justificar, sobre tales argumentos, supuestos falsos.

La crítica es un sistema pluralista no sólo no es nociva, sino que es altamente necesaria y positiva, pero siempre que esté basada en razonamientos válidos y coherentes.
En numerosas ocasiones, hemos escuchado o leído la queja de nuestros conciudadanos en torno a una extensa gama de aspectos que componen nuestra vida cotidiana, en el seno de la cual surge toda una serie de conflictos relativos al ámbito laboral, social, cultural, económico, generacional... Para todos ellos siempre se encuentra un mismo "chivo expiatorio": la clase política.
Si fuéramos capaces de ser tan exigentes con nosotros mismos como lo somos con los demás, podríamos poner en marcha el mecanismo que activara el proyecto de progreso que parece ser tanto deseamos.
Es evidente que nuestras inquietudes giran en torno a temas más concretos, a parcelas más personales, a actividades más íntimas, pero no debemos dejar los problemas colectivos bajo la sola responsabilidad de los -llamados tantas veces despectivamente- políticos, sino que debemos participar más activamente en aquéllos y no justificar nuestra inhibición autodenominándonos "apolíticos".
Será preciso ahora abandonar. el marco de la pura reflexión y descender al análisis de nuestra realidad concreta y constatar algunos aspectos de Villena, de nuestro pueblo, y de la significación que en él han tenido los últimos años de vida democrática, porque la democracia hoy no es una quimera, sino una realidad tangible a la vista de cualquier observador.
Nuestros representantes en el Ayuntamiento a veces se equivocan, porque éste es el sino del género humano, pero también realizan aciertos, y eso debe reconocerse por mucho que pese a algunos. Anteriormente, nuestra Corporación no cometía errores, puesto que en ella apenas había actividad, pero hoy en día nuestra Villena fluye, tiene movilidad, ha evolucionado.
Un ejemplo claro lo tenemos en el hecho de que en una década se ha potenciado una óptima coyuntura para el enriquecimiento cultural de nuestra ciudad. Se ha pasado de una situación en la que carecíamos de una biblioteca pública a un afloramiento de más de cuatro mil socios y varios miles de volúmenes al alcance de todos.
Afortunadamente, muy lejos queda la época en que aquéllos a los que les iba bien, leían a Casona y a Pemán porque no conocían a más, mientras sus hijos leían unas "Lecturas de Oro" de un tal Ezequiel Solana, que debía tener muy buenas relaciones. El resto de los niños se formaba en la calle, porque la poca instrucción que se podía adquirir debía pagarse, y sólo podían hacerlo unos pocos.
En nuestros días, cada niño en edad escolar tiene derecho y deber a la educación gratuita, y para ello hay en nuestro pueblo una plaza escolar digna para cada uno de nuestros hijos.
De la misma forma, los niños y jóvenes de nuestra ciudad disponen de unas instalaciones deportivas para desarrollar sus aptitudes y aficiones, corroborando así el célebre lema "mens sana in corpore sano". A pesar de las consabidas críticas, el ánimo que movió a nuestra corporación a ubicar dichas instalaciones en la periferia, es de talante de todo punto demócrata. Se ha pretendido romper los muros que separaban a una ciudad en dos, ya estuvimos mucho tiempo sufriendo divisiones, y llegó la hora de ser una sola Villena, por ello hemos de exterminar las barreras que todavía puedan quedar.
En todos los barrios, el pueblo ha despertado, se expresa libremente, se ha creado la nada despreciable cifra de más de un centenar de asociaciones culturales. Los trabajadores, las mujeres, los pensionistas, los vecinos, los deportistas, los jóvenes, los poetas, los pacifistas, los ecologistas, los aficionados a la fotografía, los coleccionistas, las diversas religiones..., se reúnen para hablar, para convivir, para compartir, para reivindicar y para transmitir opiniones y sentimientos.
Desde hace ya algún tiempo, el pueblo vibra; ahí están los amantes del cine que cada año nos deleitan con su "Semana'', siempre creando alicientes; ahí están los amantes del libro, que cada primavera se comprometen y trabajan más por la difusión de la cultura; ahí están los amantes de la música; los clásicos, que nos han endulzado las puertas del verano, los modernos que cada vez organizan más "movidas".
Esta pluralidad es síntoma de vida, de una vida libre, y esta libertad llama a gritos a algo denominado DEMOCRACIA.
Nuestra democracia no es ningún sofisma, no es ninguna falacia -ni pura demagogia, términos tan de moda y empleados a veces sin ninguna propiedad, sino que día a día nos hemos introducido en ella con tesón, aunque todavía nos quede mucho camino por recorrer.
¡Protestemos, villeneros! No consintamos, por tanto, que nos llamen "muertos" bajo ningún concepto, ya no estamos vivos tan sólo del cuatro al nueve de septiembre. Villena vive trescientos sesenta y cinco días anualmente, aunque quizás aquellos cinco días se vivan más intensamente.
Estos tesoros, ya no sólo reducidos a los arqueológicos -nuestro castillo, nuestro museo- crecen cuantitativa y cualitativamente, y son propiedad del pueblo, de donde surgen los sabios y los artistas, de este pueblo que cada día es más espontáneo y no tiene que luchar contra la prepotencia y la arrogancia, sino que tiene que unirse codo con codo para alcanzar una sociedad todavía más justa, más libre y más igualitaria.
COLECTIVO "HIERBABUENA"
Extraído de la Revista Villena de 1987

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