3 mar 2022

1987 EMBAJADA

Confiando en que este artículo de pie para el comienzo de una nueva etapa en cuanto al estudio de las Embajadas, agradezco y dedico el mismo a Pascual Mullor Sirera, por ser él parte importante del retorno de las embajadas en las comparsas de Moros Viejos y Cristianos.

EMBAJADA DEL MORO
ARENGA
EMB. Bravo castillo en ese,
en el que el cristiano
seguro piense estar
de los alfanjes
que los hijos de Alá,
blandir sabemos
contando por victorias
los combates.
Bravo castillo es ese,
y lo defienden VILLENEROS
bizarros y leales.
Y juro por Mahoma,
que a valientes
no hay otros en la Iberia,
que les ganen.
Serían vencedores en la guerra
si en valor no estuviésemos
delante.
La plaza he de rendir,
pero antes quiero
evitando dramáticos combates
talar de cuajo
la cristiana enseña
y mis lunas plantar
en sus baluartes.
A Mohamed sirvo así,
rey poderoso
temido de Poniente
hasta Levante,
que esta embajada
a proponer me envía
a esos cristianos,
en su fe arrogantes.
Sal, mi caballo, parte
brote el fuego de las piedras
donde tu cayo estampes.
Allí está el centinela
veremos si su jefe
se atreve a presentarse.
CENTINELA Y JEFE CRISTIANO
EMBAJADOR MORO, MONTADO.
EMB. !AH DEL MURO!
Cen. ¿Quién llama?
EMB. Quién te estima,
quién desea ser tu amigo,
un moro que te saluda.
Cen. De tu nación, jamás
he tenido amigos,
ni me acomodan.
EMB. Si no conoces lo fino
de los pechos mahometanos,
los desprecias sin motivo.
EMBAJADA DEL MORO
Cen. Cuando vosotros tomáis
al cristiano con cariño,
algún interés os llama.
EMB. Engañado has discurrido,
pues hoy vengo solamente
a brindarte beneficios.
Cen. Beneficios de tu mano
los detesto y abomino.
EMB. !Ah! !Qué engañado que vives!
Tú mudarás de designio
cuando sepas mi intención:
Dí al jefe de ese castillo
que salga, que quiero hablarle.
Cen. Aquí llega ya el caudillo.
Jefe ¿QUIEN LLAMA?
EMB. Quién te estima
y desea ser tu amigo.
Alá te guarde, cristiano,
y te conserve en su gracia
los años que vive el Fénix
en agravio de la Parca.
Más...guardando los elogios
que tu persona bizarra
se merece, porque todos
son muy dignos de alabanzas,
paso luego a proponerte
una amistosa embajada.
Jefe Ya penetro, noble moro,
tu intención y tus designios;
di tu embajada, advirtiendo
que soy español altivo
y tengo poca paciencia
para escuchar desatinos.
EMB. El gran sultán MOHAMED,
mi poderoso monarca,
a quien rinden vasallaje
cuantas testas coronadas,
Africa, Asia y Europa
ven en su trono sentadas;
Rey de la hermosa Sevilla,
de Cádiz, Jaén, Granada,
Córdoba, Murcia, Valencia,
Gibraltar, Ceuta y Alhama;
y, en fin, por no ser molesto,
señor de cuanto se halla
desde el Pirineo helado
hasta las costas saladas
que activo el Océano lame
y el Mediterráneo baña.
A tí, valiente cristiano,
salud te envía y consagra
todas sus riquezas juntas
y todo cuanto comanda,
suplicándote que admitas
de su mano aquesta gracia,
y en recompensa conozcas
la injusticia declarada
con que ultrajando el derecho
de tu gloriosa prosapia,
a un Rey, que cautivo fue,
(CON ENERGIA)
reconozcáis por monarca.
En suma invicto caudillo,
se reduce mi embajada
solamente a proponerte
que me entregues esta plaza
con todas sus fortalezas,
sus castillos y murallas;
y en pago de esta fineza
y en nombre de mi monarca
os haré un parido honroso,
conservaré vuestras casas,
haciendo feliz tu suerte
y ensalzando tu prosapia.
Mas si intentas arrogante
por una falsa esperanza
defender ese castillo
despreciando mi demanda:
Teme al poder de mi Rey,
a quien no igualó en pujanza
el gran Ciro con sus persas,
Alejandro con tan varias
e innumerables naciones
como conquistó su espada;
Cartago, con sus valientes   
huestes con que osado tala
hasta las puertas de Roma,
la fértil y hermosa Italia,
y, a quien no igualó en valor
aquella soberbia garza;
Roma, en fin a cuyo solio
todo el orbe tributara
el respetuoso homenaje
que le impone su arrogancia.
Teme el rencor que me anima,
teme el fuego que me abrasa,
pues soy Nerón en la ira,
y fiero Atila en la venganza,
fuerte Pirro en el valor
y el grande Tarif, que basta;
pues sólo yo puedo ser
retrato fiel de mi fama. (PAUSA)
Que. ¿No tiemblas al ver mi pecho
encendido en viva rabia?
!Pues vive el luciente Febo!,
que si un momento retardas
en entregar esos fuertes,
antes que sus lunas claras
se sepulten presurosas
en las espumosas aguas
del insondeable océano,
he de asaltar esa plaza (FUERTE)
he de arrancar sus almenas
he de destruir sus casas,
he de incendiar sus palacios,
he de aplanar sus murallas
y he de rociar las calles
con vuestra sangre villana,
haciendo sea otra Troya
esta tarde aquesta plaza,
pues tan sólo ron el Etna
que exhala mi pecho en llamas,
sabré incendiarios a todos,
reduciendo esta comarca
a cenizas, que publiquen
tu desdicha y mi alabanza.
No desprecies mi propuesta,
no tardes en aceptarla,
pues cual enroscada sierpe
que a silbos aterra y pasma;
cual sanguinario león
a quien acosa la caza,
cual foribundo tigre
sediento de sangre humana,
sabré haceros más pedazos
que la sierpe tiene escamas,
que al león pelos se erizan
y al tigre le cubren manchas.
Elige lo que quisieres;
o rendirla y entregarla
sin quimeras ni disputas,
experimentar mi saña;
no confíes en tu DIOS
(CON SARCASMO)
ni en tu Ley que llamáis sacra,
pues si en ella confías,
cierta será tu desgracia.
Anda, ve, dile a tu Rey
que hago burla de tu aviso,
que desprecio tu embajada
y de su poder me río,
que me suponen muy poco
los Alejandros y Pirros,
los Romanos y los Persas,
Cartagineses y Ciros.
Ni todo el fausto pomposo
del asiático dominio;
que soy español y basta,
y se tiene bien sabido
desde el uno al otro polo,
que el español siempre ha sido
entre todas las naciones
respetado y aún temido.
Si esto lo enfada y pretende
conquistar este castillo,
que venga él mismo en persona
y que se traiga consigo
todo el poder de Turquía,
y podrá ver por si mismo,
que a pesar de tu arrogancia,
que si en campaña le miro,
aunque le defiendan tantos
escuadrones de morillos
como reflejos esparce
aqueste blandón lucido,
no puede dejar de ser
muerto a mi acero o rendido.
Esta es mi respuesta, moro:
si es que acaso te he ofendido
cuerpo a cuerpo, lanza a lanza,
en este campo florido
te aguardo, donde verás
que sé cumplir lo que digo.
EMB. !Mi embajada despreció!
Pues, ¿a qué espera mi rabia?
(CON IRA)
No habrá quién te favorezca,
yo humillaré tu arrogancia,
yo vengaré mi desprecio
a costa de tu desgracia.
Yo reduciré a cenizas
el recinto de esta plaza;
mas, ¿para qué me detengo?
en discursos ni en palabras
cuando se me enciende el pecho
y el corazón se me abrasa
al ver que gente tan vil
desprecia así mi embajada?
Pues vive Alá mi profeta,
que esta tarde acreditada
he de dejar mi opinión
a costa de tu desgracia;
pues aún cuando careciera
de tantas huestes bizarras,
que por ser tantas no caben
en esta fértil comarca,
sólo mi caballo y yo
éramos bastante armada
para sostener el lustre
y el honor de mi monarca;
pues cual airado león
a quien acosa la caza;
líbico tigre que airado
esgrime sus fuertes garras,
hiena insaciable y sedienta
de derramar sangre humana,
me verás trepar osado
aquestas fuertes murallas,
penetrar cual rayo airado
por sus débiles escuadras,
esparciendo por entre ellas
la muerte fiera y airada.
Y así, aquesta lo diré
(SACA LA ESPADA)
que es el terror de la España;
pues con mirarla tan sólo
manejada por mi saña,
basta para confundiros
y reduciros a nada.
Ea, africanos valientes
(DIRIGIENDOSE A SUS TROPAS)
asaltar luego esa plaza,
haciendo que sus torreones,
almenas, fuertes, murallas,
palacios,
jardines, templos,
con sus numerosas casas
arruinadas por el suelo,
sirvan de alfombra a mis plantas.
Y tú, valiente cristiano,
si mi vista no te mata,
en el campo del honor
mediremos las espadas.
Jefe Basta, moro, no más,
y si no te indemnizase
de embajador el nombre,
te aseguro que puede que llegase
mi cólera y furor a tanto apuro,
que entre mis fuertes y membrudos brazos
te hiciera, moro vil,
dos mil pedazos.
Di a esa mísera gente
que le espero,
y verás tus medias lunas
eclipsadas por el suelo.
EMB. Pues muy en breve verás
tu soberbia castigada.
Ea, fieros capitanes,
desplegad ya la batalla;
avancen los musulmanes
con picas y cimitarras,
arrollando cuanto encuentren:
la caballería bizarra
de invencibles muzárabes
corra toda la comarca
llevando ante sí el terror,
la muerte, el susto, la rabia.
Los valientes mamelucos,
sin perdonar vida humana,
talen, incendien, destruyan
cuanto pertenezca a España.
Jefe Modera locas palabras,
refrena tus locos dichos,
que la libertad se pasa
a ser una desvergüenza
muy punible y temeraria.
EMB. ¿De esa suerte a mí me hablas?
Me hablas con tal libertad
(CON DESPRECIO)
porque el castillo te ampara.
Jefe (SACA LA ESPADA)
También en medio del campo,
con la punta de la espada,
hablaré cuando tú gustes.
EMB. Pronto será.
Jefe Ea, marcha y ven luego,
que te espero.
EMB. Vendré a humillar tu arrogancia.
Jefe Vendrás a ensalzar mi honor.
EMB. Vendré a vindicar mi fama.
Jefe Vendrás a ver tu ignonimia.
EMB. Aborrezco tanto orgullo.
Jefe Me fastidian tus palabras.
EMB. Callemos y en la ocasión
solo hablen las espadas
Jefe Dí a los tuyos: !Guerra, guerra!
EMB. Dí a los tuyos: !Arma, arma!
FIN
EMBAJADA DEL CRISTIANO
ARENGA
EMB. Valientes, allí está la noble villa,
la tierra madre, la querida patria.
Villena fiel, de pantera mora
Villena fiel, de la pantera mora
sufriendo triste, la opresora garra.
Vedla... y llorar. No en mengua de sus hijos
puso allí el moro, su atrevida planta.
Defendióla el cristiano, mientras tuvo
sangre en las venas, y en las manos armas.
Pero el Cielo, sin duda, probar quiso
nuestro valor, y nuestra fe cristiana
o castigar pecados de la gente
que esos muros fortísimos guardaban.
Prometamos a Dios, nobles cristianos
la enmienda de las cometidas faltas.
Imploremos la ayuda de la Virgen.
También el don divino de su gracia.
Y -el pecho me lo anuncia- acaso hoy mismo
castiguemos del moro su arrogancia.
Rescatemos la villa de Villena
para gloria y honor de nuestra Patria,
seamos pronto los dueños de esos muros
y la Historia hablará de nuestra hazaña.
(Enérgico) Pero es preciso para ello
que la esfinge de Mahoma
en mil jirones, del castillo caiga
y que la Cruz del Salvador domine
como signo de paz en la comarca.
!Cómo late mi pecho! Al fin te miro
Oh, Villa, donde transcurrió mi infancia.
Donde por vez primera, al Cielo Santo
lance, de amor, en las serenas auras
y con la faz apacible los oyeron
donceles, pastores y zagalas.
Donde por vez primera, al Cielo santo
aprendí a dirigir tiernas plegarias.
Donde por vez primera, a llamar Madre,
a María, mi madre me enseñaba.
A María, patrona de Villena
de estrellas y pureza coronada.
!Salud, villa querida! Dios consienta
que en tus bellos vergeles y enramadas
pueda vivir en mi vejez caduca
libre mi pecho de zozobras y ansia.
No quiero ver la luna en tus almenas.
Quiero verte feliz, rica y ufana
buenos amigos, y un hogar humilde
en tu recinto, a mis deseos bastan.
Mas... siento enternecerme, y !por mi nombre!
que ésta no es ocasión de quejas blandas,
sino de noble ardor que desconcierte,
a esa brava falange musulmana.
Pidamos pues, que nuestro Dios conceda
fuerza de convicción a mis palabras
y que, sin luchas, ya por fin echemos
de ese fuerte, a las huestes mahometanas.
CENTINELA Y JEFE MORO EN EL CASTILLO
EMBAJADOR CRISTIANO, MONTADO.
EMB. Toque llamada el clarín
a esa chusma y vil canalla
(TOCA Y CONTESTAN DEL CASTILLO)
Supuesto que contestaron,
toquen segunda llamada,
y sepan que de Isabel
llegó el día de la venganza.
(REPITEN LOS CLARINES)
(PAUSA)
¡AH DEL CASTILLO!
¡AH DEL FUERTE!
Cen. ¿Quién vive?
EMB. ESPAÑA
Cen. ¿Qué pretendes, cristiano?
EMB. Vengo a dar una embajada
al jefe de ese castillo;
avísale, dí que salga.
Cen. ¿Aún insistís, infelices,
en oportunas demandas?
¿Aún no estáis desengañados?
¿Aún queréis pruebas más claras?
testimonios más patentes
del poder de nuestras armas?
Confesaos inferiores;
humillad vuestra arrogancia;
deponed vuestra soberbia;
cese ya tanta jactancia;
buscad otro domicilio,
que en VILLENA no hay entrada,
pues necios la despreciasteis
cuando con paz se os brindaba;
vuestra inicua resistencia
ha sido fomento y causa
para que hallaseis de VILLENA,
las puertas siempre cerradas.
EMB. No es tu misión, centinela,
mas que pasar la palabra;
cumple con tu obligación
si sabes las ordenanzas.
Di al Jefe de ese castillo
que le espero,
o a voces altas
yo mismo le llamaré, (PAUSA)
¿Oué respondes, dí que aguardas?
Jefe No te impacientes, cristiano,
y mira que la desgracia
va en pos de todos vosotros.
No es tiempo ya de esa insana
e infautada altivez;
sí de venerar las altas
vencederas medias lunas
y banderas otomanas.
EMB. Es verdad, pero al vencido
nunca, señor, se le trata
ni menos se le recibe
con tal desprecio, la España
trata a los embajadores
como personas sagradas,
y como tales les mira;
no un centilela, el monarca
es quien le recibe afable,
les venera y agasaja.
A más de esto, mi impaciencia
procedía y divanaba
del deseo que tenía
de ponerme a vuestras plantas
y cumplir mi comisión.
Jefe Dila, pues, pronto.
EMB. Escuchadla, (PAUSA)
Doña Isabel, Reina augusta,
que justamente domina
en uno y otro hemisferio
por sus rápidas conquistas,
dueña y señora
de las fértiles provincias
que bañan del Turia y Ebro
las corrientes cristalinas
y de los que riegan Tajo,
Guadiana y Duero en Castilla.
A ti, capitán valiente,
con su gracia te convida
y un partido te propone
en tu fortuna estriba.
Tú, noble moro, bien sabes
cuán sin razón ni justicia
ha usurpado tu monarca
esta desgraciada Villa.
Bien conoces que no puede
la majestad ofendida
mirar con indiferencia
esta tan grande ignominia;
y así, para castigar
tan temeraria osadía,
vienen marchando sus tropas
causando estragos y ruinas;
mas... antes que el fiero Marte
los campos en sangre tiña,
lamentando sus horrores
la humanidad afligida,
mi generoso monarca
en tu prudencia confía;
le entregarás esta plaza
con los fuertes y la Villa,
teniendo vuestras personas,
bienes, casas y familias,
bajo tu protección,
benigna y grata acogida.
Mas si imprudente desprecias
el favor con que te brinda,
te prometo en su real nombre
que has de llorar tu ruina.
Terne el valor de sus tropas,
pues cual furibundas hidras,
van vomitando venganza,
estragos, crueldades e iras.
Mira nuestros escuadrones,
terror de la berbería;
fieros leones armados
de militares insignias;
mira su tren formidable
que prepara tu ruina
al fuego devorador
que aborta su artillería.
Los invencibles soldados
que mi reina me confía,
vienen todos inflamados
de una rabia vengativa;
repara bien que si aguardas
a que furiosos embistan,
ese brillante planeta
que a todo el mundo ilumina,
no habrá visto en su carrera
tan cruel carnicería.
Valiente, no; temerario
serás si bien lo meditas,
que donde falta prudencia
no cabe, la valentía.
Esto es, baja, a lo que vengo
y a lo que Isabel me envía;
si quieres que a tu vista
trepe mi gente al asalto
y todo será ruina.
No lo dudes, pues me ampara
la protección de MARIA
de las VIRTUDES GLORIOSA,
nuestra MADRE BENDECIDA.
Jefe Con gran prudencia, cristiano
oí tu embajada altiva,
dictada por la arrogancia
más que por la valentía;
mucho pudiera decirte
en repuesta a tu osadía,
mas tengo poca paciencia
para escuchar injusticias.
Dí a tu Reina no sea loca,
que de su empresa desista,
que el crédito de las armas
a la mayor ignominia
expone, si osada intenta
de esta plaza la conquista;
que no temo su poder
ni sus fuerzas me intimidan,
que hablar poco y obrar mucho
en la mayor valentía;
ni su furor ni pujanza,
ni su rencor ni osadía
me hará apartar de mi ley
ni obligarme a que desista
de cumplir con mi deber
y defender mi justicia.
Dile, en fin, que soy soldado
y sabré arriesgar mi vida
en defensa de mi Rey,
de su trono y monarquía;
y supuesto que me amenazas
con que esta verde campiña
ha de horrorizar al mundo
de sangre mora teñida,
dile que en campaña le espero,
donde verás abatida
y avasallada a mis pies
toda su soberanía.
Y tú, valiente cristiano,
si mi respuesta te irrita
y con soberbia arrogancia
a satisfacer aspiras,
cuerpo a cuerpo,
lanza a lanza,
te espero en esta colina.
Entra conmigo en combate
y pronto verás vencida
por mi irresistible acero
tan temeraria osadía.
Esta es mi respuesta en suma;
si prudente la meditas,
admitiendo mi consejo
evitarás tu ruina,
mas... si osado la desprecias
y ciego te precipitas,
te verás en breves horas
sepultado en tu ignominia;
válete de la prudencia
y tu ejército retira,
no des lugar a que airado
en vista de tu osadía,
saque mi gente a campaña
y experimentes mis iras.
Pues, !Vive Alá!, que mi brazo
(SACA LA ESPADA)
armado de esta cuchilla,
es capaz de devorarte
y reducirte a cenizas;
y así sabe que desprecio
tus amenazas altivas,
porque sé que muchas veces
la arrogancia es cobardía.
EMB. Supuesto que tan soberbio
mis ofertas desestimas,
yo te juro por mi nombre,
por mi patria y ley divina,
que antes que se oscurezca
he de asaltar esta villa (FUERTE)
he de arrancar sus almenas
he de incendiar la campiña,
y si a las manos llegamos
verás tu altivez rendida,
esta plaza restaurada,
mi gloria restablecida,
triunfante la cristiandad
y abatida la morisma.
No fíes de tu poder;
antes que termine el día
ha de ser Troya esta plaza
y a cenizas reducida:
no blasones de arrogante,
pues soy Nerón en la ira
y con esta noble espada
que a mi lado ves ceñida
sabré haceros conocer
del español, la osadía;
el sol se oscurecerá.
la luna, verás no brilla,
casas, palacios, jardines,
usurpados a mi Reina,
hoy las has de ver rendidas.
Jefe Pues en campaña te espero
do experimentarás mis iras.
EMB. Yo castigaré tu audacia
vertiendo tu sangre indigna
y de cuantos te acompañan,
pues mi corazón palpita
en furor, veneno e ira;
toda esta brillante plaza
pronto verás convertida
en estragos que publiquen
mi furor y tu osadía,
pues la llama de mi pecho
es tan ardiente y activa,
que, cual volcán, desde luego
os convertirá en cenizas.
(PAUSA)
¿Quieres, pues, verlo? ATENCION
Al arma, al arma milicias;
fórmense los escuadrones y
al fuerte al momento embistan,
rompa el tambor
toquen marcha
las cornetas que horrorizan,
y divídanse en guerrillas;
marche la caballería,
arrollando cuanto encuentre;
avance la infantería
hasta que todo se rinda,
para que no quede rastro
ni indicio de la morisma.
Ánimo, ánimo, españoles,
pues nos ha llegado el día
de recobrar nuestra fama
con tan gloriosa conquista.
Jefe Sella tu labio, y no tan
presumido des por hecho
lo que la suerte de las armas
ha de dar por decidido:
vuestra fatua arrogancia
me lo ha enseñado.
EMB. Yo apoyo mi arrogancia en
Jesucristo.
Jefe Es un falso profeta.
EMB. !Ah, blasfemo! teme
los castigos de su poder
invicto e insuperable.
Jefe Al arma, al arma,
soldados míos,
y experimenten los cristianos
de nuestro acero el agudo filo.
EMB. Valientes campeones:
¡VIVA ESPAÑA!
y defendamos la Fe de
Jesucristo.
FIN

Extraído de la Revista Villena de 1987

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