28 mar 2024

1987 LA SEMANA SANTA VILLENENSE

LA SEMANA SANTA VILLENENSE. Por ANTONIO SEMPERE
Los tiempos de los "santos" en las Cruces pasaron a la historia. Cuanta belleza recorrería esos vía-crucis de Cuaresma por el camino empedrado hacia la subida de la ermita, y cuanta tradición a la hora de bajar las imágenes cada semana santa, para volverlas a subir acabados los desfiles procesionales por la ciudad. De la Samaritana, la Santa Cena, el San Juan, Nuestro Padre Jesús o el Cristo Yacente no quedó ni rastro. No hay constancia documental de la semana santa de antes de la guerra civil. Sólo recuerdos vagos en las mentes de muchos villenenses que todavía parecen vislumbrar aquellos atardeceres místicos, y que también tienen grabado aquel sonido de la trompeta de dos metros a cuyo son se respondía "Misericordia", y que como recuerda José M. Soler en su cancionero, los niños transformaban en un irreverente "Arroz y zanahoria"...

A partir de 1.940 surgen las cofradías que conocemos actualmente.
Es otra semana santa que nada tiene que ver con la anterior, que en sus orígenes tiene un nombre importante: el de D. Máximo García Luján. Nacido en el barrio de "Los Molinos" de Cartagena, se introduce a su llegada a Villena en la vida artística de la ciudad, preside la Acción Católica, se involucra en el patronato de los actos de la Coronación de la Virgen de las Virtudes en 1.948 y consigue la bula otorgada por el obispo de Murcia a los Caballeros del Santo Sepulcro.
En la Parroquia de Santiago surgen tres Cofradías, Nuestra Señora de la Soledad, Nuestra Señora de las Angustias, y el Capítulo de Caballeros del Santo Sepulcro, mientras que en la de Santa María son fundadas las de Nuestro Padre Jesús, y el Santísimo Cristo de Las Penas.
Muy posteriormente se incorporaron las de Nuestra Señora de los Dolores y la de "El Calvario".
Es en el año 1.972 cuando se constituye la Asociación de Cofradías de Villena.
Siete son las cofradías, pues, existentes en Villena, que mantienen un ejercicio anual de cara a la puesta en marcha de cada edición de la Semana Santa Local. Las dificultades a la hora de encontrar datos fiables, por el alejamiento de las personas que iniciaron su historial en los tiempos actuales, y por la carencia de documentos escritos, hacen que el estudio de los avatares de todas estas cofradías, aunque de postguerra, sea por ende, dificultoso.
En el ambiente de hoy, las cofradías fluctúan entre un compás de espera, manteniendo una situación heredada, pero con falta de iniciativas, motivadas en buena parte por las carencias económicas, todo hay que decirlo, que conlleva como resultado una situación de trámite, con una labor que se limita a preparar, con el tiempo justo, los requisitos imprescindibles para que las procesiones puedan salir a la calle.
Lo que sigue, por tanto, no es más que una aproximación a la trayectoria de dichas cofradías. Lanzamos unas pistas sobre los orígenes y la situación actual de las mismas, las primeras que se publican en un medio escrito sobre este tema. Los que rigen los destinos de estas asociaciones apenas saben algo más sobre ellas que lo que aquí se cuenta. Y algunos, ni eso, que ha habido que buscar el testimonio directo de quienes algún día pusieron su empeño en la empresa. Ahí radica la modestia del estudio.
Las cofradías una a una.
NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
Sebastián Martínez Hellín, alias "Balandra", encargó a un imaginero de Valencia la confección de la Sagrada Imagen quedando en propiedad de la familia, sin que hasta la fecha se haya realizado donación alguna.
En el año 1.942 sale por primera vez después de la guerra la Soledad. Y junto a ella, también por primera vez, toda la peña de amigos de la comparsa de Estudiantes, como Chimo Pérez, Juan Martínez (el de la fonda), Palao, Requena, etc. Ni que decir tiene que el buen humor de la peña no iba reñido con la solemnidad de las fiestas. Recordemos por ejemplo la anécdota que protagonizaron en Cañada, cuando un Jueves Santo, después de la procesión, hicieron sonar en el monte la monumental trompeta que iba sobre ruedas para facilitar su traslado, que solamente el apodado "Pelotas" podía hacer sonar, aterrando a la población, que cuando descubrió a los bromistas, no dudó en ir a por ellos.
El trono de la Soledad se adornaba profusamente al estilo cartagenero. Los hombres, en el patio, quebraban cañas y hacían pinchos, mientras las mujeres ataban pequeños ramilletes a cada pincho, que con celeridad eran trasladados a Santiago y colocados en la carroza. La imagen es tradicionalmente bajada los martes santos para que las mujeres procedan a desvestirla y a ponerle el traje y manto de las procesiones, de terciopelo negro bordado en oro, que guardan las Hermanas Trinitarias. El sábado santo, se invierte la operación.
Por tradición, Nuestra Señora de la Soledad, desde antes de la guerra civil española la que protagoniza el encuentro en la mañana del Viernes Santo junto a Nuestro Padre Jesús. No obstante, dado que se trata de la Virgen de luto que llora al hijo muerto, y que debe acompañar al Cristo Yacente, sería más lógico que fuese otra imagen, que podría pertenecer a la misma Cofradía para no perjudicar a ésta, la que procediera a este rito tan seguido por todos los villeneros.
NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS
En 1.942, año en que la familia Hernández Tomás hace donación de la Imagen a la Parroquia de Santiago. Cuando comenzó la guerra civil, los tres hijos del matrimonio fueron llamados al frente. Fue entonces cuando la madre hizo la siguiente promesa: "Virgencica, si mis tres hijos vuelven de la guerra sanos e ilesos, te ofrezco hacerte una imagen para Semana Santa". Puestos en contacto con los artistas imagineros valencianos Ramón y Salvador, éstos se pusieron manos a la obra consiguiendo una gran talla, en la que a la belleza y la expresión de pena y dolor, se aúna la gran piedad hacia el mundo al mostrarnos el amor de una madre hacia su hijo.
La talla está realizada en madera policromada, con cuatro figuras y el monte Calvario con una cruz vacía. El coste aproximado fue de 40.000 pesetas. El sudario, también donado por la familia Hernández Tomás, fue bordado a mano en seda y oro por las Hermanas Trinitarias.
La primera carroza propiedad de la cofradía era compartida con la Archicofradía de María Auxiliadora, y una vez se suprimió la procesión de ésta, al no ser restaurada, pasó a utilizarse la de los Cruzados del Corazón de Jesús, que muy gentilmente la cedieron a la cofradía.
En 1.973 se confeccionó el estandarte. Ostentaba la presidencia por entonces Antonio Hernández Hernández, que decidió retirarse en 1.979, dando paso a Pedro Ballester Algarra, y desde 1.980 ocupa el cargo Ángel Hernández Sánchez. En 1.982 se realizó un nuevo sudario, cuya tela y trabajo corrió a cargo de doña Virtudes Hernández, y en 1.985 se incorporó una nueva corona a la imagen.
Francisco Palao es el secretario, Ángel Hernández el tesorero, y Pedro Ballester y Antonio Hernández Payá los vocales.
CAPÍTULO DE CABALLEROS DEL SANTO SEPULCRO
La Cofradía se fundó en 1.942. La imagen fue encargada por D. Máximo García Luján al escultor imaginero de Murcia, González Moreno. El precio ascendió a 33.000 pesetas, que fueron sufragadas por suscripción popular con muy buena acogida.
Fundada por el citado D. Máximo, junto a Juan Hernández, José García Galbis y Pablo Castelo entre otros, los estatutos fueron solicitados y aprobados por el obispado de Murcia, al que Villena pertenecía en aquellos años.
Entre los últimos presidentes han figurado Francisco Hernández, Gabriel Sarrió González y Francisco Maestre Bravo. La directiva actual está compuesta por José Barceló como presidente, Heriberto Mira como vicepresidente, Francisco Escribá como tesorero y Virtudes Barceló como secretaria.
Al salir la imagen del Santo Sepulcro solamente en la noche del Viernes Santo, en 1.977 la cofradía decide comprar otro paso, el Cristo de la Columna, que costó 125.000 pesetas, y que desde entonces sale a la cal le en las noches del miércoles y el jueves Santo.
NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO
Vinculada a la familia de José García Español, la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno es una de las más entrañables para la Semana Santa villenense,
por participar junto con la Virgen de la Soledad en el emocionante acto del Encuentro en la mañana del Viernes Santo, que durante muchos años se produjo en "el Altico", para trasladarse, cuando el desvío de la carretera nacional lo permitió, a la Puerta de Almansa.
La imagen de Nuestro Padre Jesús fue adquirida por Vicente Valdés en 1.945. El mismo la donó a la Cofradía del Santísimo Cristo de las Penas, que en un principio contó, por tanto, con dos imágenes.
Los primeros años era portada por obreros a quienes se pagaba por tal trabajo, pero con el paso del tiempo, como en otras Cofradías, se impuso la carroza. Amador Fernández promovió una suscripción popular para la obtención del trono, la túnica y la cruz.
Los cargos directivos de ambas Cofradías se entremezclan. Las contabilidades van parejas, y tienen que pasar muchos años para que se produzca la separación.
Curiosamente, por encontrarse semiderruida en fase de restauración la iglesia de Santa María, hasta 1.948 las imágenes son guardadas en el Convento de la Santísima Trinidad. Son también las Hermanas Trinitarias quienes se encargan de guardar la túnica y la melena del Cristo.
SANTÍSIMO CRISTO DE LAS PENAS
Ángel Sempere, Amable Ibáñez, Carlos Flor y Luis Díaz fueron algunos de los presidentes con que contó la cofradía desde que se fundara en 1.941. Luis García Español, Luis Murillo Ortuño, y Francisco Flor Hernández fueron sus fundadores.
La imagen, después de un derrumbamiento de la techumbre del templo de Santa María en 1968, fue restaurada por Ernesto Navarro y Miguel Flor. En 1.978 fue incorporada una escalera detrás de la cruz, ampliando el conjunto.
La cofradía adquirió dos faroles para sacar a ambos lados del estandarte, que actualmente no se lucen. Cuarenta son los socios actuales, 200.000 pesetas el presupuesto anual, y la que sigue la directiva actual: presidente, Juan José Calomardo; vicepresidente, Antonio Ángel Montesinos; secretario, Juan García Antolín; tesorero, Jaime Martínez; y vocales, Francisco Mullor, José Ángel Montesinos y Antonio Moreno.
EL CALVARIO
En 1.978 se incorpora, desde la Parroquia de Nuestra Señora de La Paz, la Cofradía de "El Calvario", cuya vestimenta se adapta a las originales que se lucían en Villena, sin capirote.
Jaime Brotons fue el párroco que en aquel momento estuvo al frente de la empresa, y Antonio López Belda el primer presidente. El paso carece de imágenes, siendo las tres cruces desnudas las que lo llenan.
Setenta fueron los socios fundadores, de los cuales sólo quedan sesenta.
NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
Propiedad de doña Ubaldita Fernández de Palencia, la imagen de Nuestra Señora de los Dolores es probablemente la mejor de las que actualmente salen en la Semana Santa villenense. Un grupo de amigos se decide en 1.978 a incorporarla a esta celebración, por estar inutilizada en el convento de la Santísima Trinidad, ya que ni siquiera estaba expuesta al público.
Desde entonces los escasos miembros de la Cofradía realizan un notable esfuerzo económico y humano para que la Dolorosa vuelva a salir cada año.
Extraído de la Revista Villena de 1987

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