29 jun 2022

1988 EN LA TARDE DEL DÍA 5

En la tarde del día cinco
«Tenemos las fiestas encima» es una expresión popular que se dice mucho aquí en Villena, especialmente desde el comienzo del mes de agosto. Falta entonces todavía un mes para que dé principio su primer acto oficial, que se produce a las doce del mediodía del cinco de septiembre, momento en que es izada la bandera nacional en el balcón del Ayuntamiento.
No obstante, un casi ininterrumpido programa de actos relacionados con la fiesta tienen lugar como preludio a esta fecha. Las pruebas de trajes; los ensayos de grupos coreográficos que toman parte en algunos desfiles; las presentaciones de madrinas y regidoras mayor e infantil; las juntas generales de cada comparsa el día 15 de agosto; la bendición de banderas y el pasacalles con las mismas el domingo anterior (o el que antecede a éste, según el día de la semana que «cae» el cinco de septiembre); la «noche de los cabos»; la de música festera llamada de «los pasodobles» (aunque también se interpretan marchas moras); el «precalentamiento» general del pueblo en la noche del día tres haciendo «la entradica»; las cenas-homenaje a la mujer el cuatro; el concierto esa misma noche de la Banda Municipal; la «traca» ya a la una de la madrugada...
Una serie de cosas y preparativos con el fin de animar el ambiente y que los festeros estén «a punto» para que a las cuatro de la tarde inicien la majestuosa «entrada» de Moros y Cristianos, que terminará con el apoteósico recibimiento de la Virgen.
Pero hay un acto de carácter religioso que desde hace ya varios años se omite en los programas. Es la traída de la Patrona. En épocas anteriores se mencionaba en ellos que «a las tres de la tarde saldría el Clero y Autoridades hacia el santuario para conducir la Sagrada Imagen hasta Villena». (Como dato anecdótico diré que en el programa de 1884, hace 104 años, se indicaba la hora de salida a la una de la tarde; pero hay que tener en cuenta que no existían entonces las dos horas de adelanto que se tienen hoy).

 
Actualmente se da la circunstancia de que, aún sin esta insinuación en los programas, es cada vez mayor la asistencia de público que quiere acompañar a la «Morenica». Y si la «entrada» de comparsas en la ciudad es impresionante, no deja de serlo también «eso» de traer la Virgen por el viejo camino tradicional, cruzando viñas y arenales que tan difícil hacen su andadura. Miles, sí, miles de villenenses, y también forasteros, la acompañan. Unos rezan y cantan; otros hablan con familiares o amigos, y muchos son los que se aglomeran en torno a sus andas por llevarla. Todos, o casi todos, cumplen alguna promesa hecha por muy variados motivos.
«Ir a traer la Virgen» resulta emocionante y es un acto simpático, además del fervor religioso con que se realiza. Se hace un alto en el camino, en la pequeña ermita de San Bartolomé, y allí, en sus inmediaciones, se merienda
Es un acto multitudinario ese de «ir a traer la Virgen» que mucha gente desconoce. Lo hacen personas de todas las clases sociales, mayores de edad y más jóvenes. Entre estos destacan los soldados con permiso y parejas que han contraído matrimonio durante el año que antecede. Un acto que hay que vivirlo para conocer lo que se quiere a la «Morenica», coincidiendo precisamente en las mismas horas en que también miles de festeros desfilan arrogantes en la ciudad.
Francisco Navarro Poveda
Extraído de la Revista Villena de 1988

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