27 sept 2022

1989 DOÑA MARÍA GOSÁLBEZ SÁNCHEZ: UN REENCUENTRO FELIZ

DOÑA MARÍA GOSÁLBEZ SÁNCHEZ: UN REENCUENTRO FELIZ
El ritmo trepidante que sufrimos en unos casos o, al contrario, la monotonía en la que a veces parecen caer nuestras vidas, o través de la sucesión de jornadas cotidianas con unas actividades muy concretas, bien se lleven a cabo dentro o fuera de coso, se vieron sorprendidas gratamente por un, para nosotras, gran acontecimiento que nos renovó el espíritu durante unas semanas.
Se trataba ce viajar al pasado para reencontramos con una de nuestras etapas más felices: lo transcurrida en el Colegio de la Tercia con nuestra Maestra Doña María Gosálbez Sánchez.
Ya no felices por las condiciones ambientales, no demasiado óptimas, sino por la edad en que éstas discurrían.
Este es el relato de un sencillo homenaje, de un reencuentro feliz:
El mágico duendecillo de la ilusión y el recuerdo, de la amistad y el agradecimiento, tantas veces dormido a lo largo de nuestras vidas, aleteaba atrevido en las mentes de algunas, o tal vez sin saberlo, de todas nosotras que, desde aquella despedida en el andén de la estación de la persona que indudablemente dejaba para bien marcadas nuestras almas, con la amplia labor, cuya semilla, quedaba repartida entre todas y cada una de nosotras.
Se trataba de nuestra maestra Doña María Gosálbez Sánchez, tantas veces positivamente comentada, sobre todo, cuando ya el paso del tiempo nos permitió ser más maduras y los conceptos y criterios fueron adquiriendo formas suaves y concretas.
Así, alguna vez, cuando dos o más alumnas nos encontrábamos se comentaba: ...Deberíamos quedar algunas compañeras, e ir un día a visitar a Doña María. Podíamos llevarle un ramo de flores y agradecerle su trabajo e inquietud con nosotras cuando éramos niñas. ¿Qué os parece?, nos preguntábamos.
¡Sería estupendo!. Habré que hablar con alguna más al respecto...
Este comentario ocurría una y otra vez, pasando, casi sin darnos cuenta e incluso sin desearlo dos o tres años... y es que la cuestión no era tan sencilla, quizás se pasó el tiempo porque uno visita y un ramo de flores... ¡Era tan poco para ella!... Y... vivimos tan deprisa... Pero cuando el ánimo esté predispuesto a apoyar la acción, surge el momento. Y así, amaneció el día, en el que ya en su declive (porque sucedió en la noche) y cosa curiosa, en la Casa de la Cultura de nuestro pueblo, Villena, coincidieron dos compañeras del colegio, alumnas suyas que, pensando por todas las demás, se atrevieron a poner fecha a lo que sería el primer reencuentro: El 30 de noviembre de 1988.

La chispa estaba en el aire; había pues que moverse con exigencia, rectitud y por supuesto organización (ella así nos lo enseñó), y en esto una vez más iba a dar su fruto.
Esta primera reunión, hizo que en nuestro espíritu despertaran los recuerdos de lo niñez con aquella foto del colegio en lo que estábamos todos en el patio y que una alumna llevó. Exceptuando a quienes ya la poseían, todas las demás sin excepción encargamos una copia. Era el primer poso de nuestros positivos encuentros. Sin darnos cuenta, habíamos empezado a trabajar.
Informar a todas las compañeras que podáis de lo que se pretende hacer, y decirles, cuando es la próxima reunión, porque en la primera, éramos bastantes pero no todos...
¿Qué os parece el Colegio para vernos?... ¡De acuerdo!. Y fue ideal, porque nos identificamos más fácilmente con el pasado.
¿Os acordáis?... Nuestras correrías por el patio, los almuerzos depositados hasta la hora del recreo en el alfeizar de la ventana grande, las travesuras con los tinteros, los cromos y las "agujicas" escondidas... Alguna "partidica" debajo de la mesa... ¡Cuidado!, viene Doña María... Y hablábamos sin parar en cuanto ésta se volvía. ¡Callad!, nos decía. Esto parece un "gallinero"...
También ahora alguna voz exclamaba: ¡Callad!, porque de lo contrario no nos entenderemos ni nos enteramos de lo que hay que hacer...
¡Qué alegría nos daba sentirnos nuevamente todas juntas! ...
Habrá que hablar con las personas que proceda para poderle enseñar la Casa de la Cultura y los distintos Museos de la Ciudad, porque a "ella" le va a encantar. Y por supuesto, cuando se exponía el motivo, fuimos por todos bien atendidas, empezando a tomar forma nuestras pretensiones.
Nos dimos de tiempo hasta abril de 1989. A Doña María había que traerla a Villena y no sabíamos cómo estaba de salud.
Aunque esté bien, comprended que aquí en Villena, el invierno es crudo... Pues bien, será en abril. Primavera, estación que presta y favorece el inicio de acciones, siendo la nuestra tan bella y poco frecuente, que en la medida que pasaba el tiempo iba creciendo el afán de trabajo y la exigencia con nosotras mismas.
Doña María está muy bien, por lo tonto se encargarán las alumnas que viven en Alicante, de notificarle lo que estamos preparando. Dichosas fueron ellas, porque más de una habríamos querido estar allí presentes aquella tarde para dar tan grata noticia y verla. Pero también nos satisfacía pensar: podéis ir con tranquilidad y orgullo, porque va a salir todo bien, y de ello nos encargamos desde aquí, nosotras.
Conjugamos visitas, comida, obsequios, horarios y día. Sería el 9 de abril. Un imprevisto surgido hizo que lo tuviésemos que trasladar al 16 y definitivamente, así quedó.
Fueron bastantes las veces que nos reunimos. Parecía que iba a faltar tiempo.
El teléfono a partir de las diez de la noche empezaba a estar en marcha... y no paraba, sobre todo en las últimas semanas que precedieron a la fecha del homenaje. La razón de que fuese tan tarde era evidente: nuestras ocupaciones. Alguien dijo una noche: ¡oídme!, en la oreja se me ha hecho un "callo" del teléfono. Razón tenía y se convirtió en chiste, porque cierto era que más de una teníamos "callo" en la oreja por culpa del famoso aparato.
En cada encuentro comentábamos: Esto no puede acabar aquí ¿eh?... No porque pase este día ya no nos vamos a ver ni a comunicar. Por supuesto que seguirá la amistad reencontrada.
Y llegó el tan esperado día 16 de abril de 1989, ofreciendo a nuestra maestra Doña María Gosálbez Sánchez, un emotivo homenaje.
Mujer carismática, polifacética, extraordinaria, cuya labor artesanal e ingente en la educación merece un reconocimiento.
Estuvo en Villena en la Escuela Unitaria de Niñas nº 1 de la Tercia, desde el año 1945 hasta 1961 dedicada por entero a la docencia, siendo pionera de un proceso educativo en el sentido más amplio del término: Cultura, trabajo, formación, responsabilidad, respeto hacia los demás...
Nos enseñó a dominar la ortografía con sus reglas, siendo ello la mejor base que hemos tenido para posteriores estudios o trabajo, conjugando armoniosamente su enseñanza en beneficio de nuestro progreso como personas y de nuestra sociedad.
Nos enseñó a cantar en grupo, participando en concursos cuyos resultados fueron óptimos, a ser alegres, a respetar y amar a nuestros padres, haciendo que en ese subconsciente de niñas fuera penetrando la valoración de la familia como base principal de nuestro mundo. Su enseñanza fue permanente y eficiente.
Nosotras, después de tantos años, hemos querido ofrecerle el agradecimiento sincero por ese patrimonio que nos dejó y que nunca se desvalorizará: La cultura, la educación, la formación...
Nuestro encuentro con ella fue en la plaza de Santa María. La emoción se hizo patente en el rostro de todas cuando la vimos igual de guapa y cuidada que entonces... Y a Don Paco, su esposo, con el pelo más blanco pero como si no hubiese pasado el tiempo... La verdad es que los queríamos y queremos a los dos. Todas recordamos a Don Paco enseñándonos a hacer la letra redondilla, explicando clases de Geografía y organizando excursiones de fin de curso.
Cuando nos abrazamos con nuestras compañeras, sus hijas, el corazón ya no podía latir más deprisa y así, con un nudo en la garganta entramos en la Iglesia de Santa Moría, donde sus alumnas iban a participar en la misa que sabemos va a recordar siempre...
La vimos arrodillada en el primer banco dando gradas a Dios por los acontecimientos que estaba viviendo. Todo parecía igual a cuando éramos pequeñas...
Después fuimos al Colegio de la Tercia, el suyo y el nuestro. Una nueva sorpresa le esperaba: La recopilación de labores primorosas, con sus bordados, bien terminadas, que nosotras realizamos y que sin embargo parecían decir a gritos ¡Cómo trabajaste, Doña María!... Fotos, mapas, libros, libretas, felicitaciones, jugueteaban por las paredes y las mesas generando sensaciones distintas... Nuestra canción para ella a la entrada del colegio. Unas fotos en el mismo lugar del patio que años atrás también nos hicieran... Después la visita a la Casa de la Cultura y Museos: Tesoro de Villena presentado por Don José María Soler, Museo Festero, Museo del Botijo. Por todos fue bien atendida y agasajada.
Por último la comida. Un acto sencillo, ínfimo, lleno de ilusión y alegría. Preparamos unos obsequios en recuerdo de ese día y para siempre con cariño. Sabemos que eta captó el mensaje que representaban... Cantamos, bailamos y recitamos, se escapó el día casi sin darnos cuenta y Doña María nuevamente se nos fue... pero nos quedó la recompensa de que tan grata experiencia ha tenido como resultado una renovación importante en nuestras vidas, reviviendo aquella etapa de libertad e ilusiones que no en todos los casos se vieron cumplidas, pero que ha sido hermoso recordar y que ha servido para reafirmar nuestra amistad y apoyo mutuo.
Hemos sentido una gran satisfacción antes y después del día tan esperado: El homenaje a la Maestra. Y cada una, envuelta en nuestro rol y circunstancia, al encontrarnos, nos desprendíamos de todo ello experimentando la libertad de aquella nuestra niñez. Si en algo hemos cambiado, nos hemos respetado unas a otras, base de la verdadera demacrada, habiendo estado unidas para lograr un mismo fin. Resultado positivo que una vez más nos enseña cuantos objetivos se podrían lograr en nuestra sociedad con estos sencillos y desprendidos medios, con esos pequeños detalles que pueden contribuir a la consecución de grandes obras y de que estas desde el punto de vista humano resulten casi perfectas.
Nosotras, para nuestro encuentro, así lo intentamos y aquellas sus palabras tan sencillas, llenas de contenido y agradecimiento quedarán para siempre grabadas en nuestro corazón:
Hijas mías, en la enseñanza y educación con vosotras hice lo mejor que pude y lo mejor que supe.
¡Gracias Doña María!.
Por tus alumnas,
ENCARNACIÓN PÉREZ VIDAL Villena, Mayo de 1989
Extraído de la Revista Villena de 1989

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