1990 LA FALLA DE LAS PEÑICAS

LA FALLA DE LAS PEÑICAS. Por Antonio Sempere Bernal

A lo largo de algo más de una década, el villenense barrio de «las Peñicas» también contó con su falla anual, que en un primer momento fue plantada en San José, y, más tarde, ante las inclemencias meteorológicas del Alto Vinalopó por aquellas fechas, fue trasladada a San Pedro, cuando los calores del verano son más manifiestos. En una coyuntura en la que la Guardia Civil impedía las reuniones a partir de la medianoche, los vecinos de «las Peñicas», a lo largo del año, mantuvieron partidas de truque en algún porche hasta bien entrada la madrugada, dada la camaradería y el ambiente bienintencionado reinante. La creación de la falla fue la excusa para fomentar durante dieciséis años unas excelentes relaciones vecinales, que se prolongaban mucho más allá de las fechas festivas.

Corría el año 1956 cuando se «funda» la zona alta de «las Peñicas», correspondiente a las calles San Bartolomé, Campo de Mirra, Cañada, Benejama, Peñicas y Luis García.

Por San José de 1957 surge la primera iniciativa de celebrar las fiestas de San José, pero entre secretos de uno y otro lado, sorprendentemente, se crean «dos bandos vecinales», cada uno de los cuales celebra la fiesta por su cuenta. En 1958, sin embargo, la unión de todos hace que se plante por vez primera una falla, Pedro «el Apañao», ya fallecido, es el instigador de tal idea, proponiendo la fusión de las distintas calles.

Festividad de Reyes de 1958. En casa de Jesús Tortosa Calabuig se constituye la primera junta, de la que él es elegido presidente. En los dos meses restantes las fuerzas se aúnan por levantar esa falla, sin ningún artista que la construya. Es la propia comisión la que suministra la madera, los listones, los periódicos y hasta la ropa para vestir a los ninots.

«Pescando el título de propiedad de la casa» será el primer título, haciendo referencia a la posesión de las cuarenta y cuatro viviendas de la zona por parte de todos los vecinos sin haber recibido los susodichos títulos de propiedad.

En 1959 el monumento es encargado al artista alicantino José Torregrosa. Pero el mal tiempo juega malas pasadas a la comisión. Los años 1960, 1961 y 1962 cuando no hay lluvia, es el viento el que impide el lucimiento de la obra, que en más de una ocasión cedió

La comisión decide cambiar la fecha de los festejos a San Pedro. Y así se sigue manteniendo hasta el año 1973, último en que se planta la falla de «las Peñicas». La falta de relevo por parte de los jóvenes es el motivo alegado por los directivos, que cada año van cambiando rotativamente, para que esta fiesta desaparezca. Pero lo cierto es que han pasado diecisiete años desde que se quemó la última falla. Entre S. Bartolomé y Campo de Mirra

La falla de «las Peñicas» es plantada en la confluencia de las calles San Bartolomé y Campo de Mirra. Las calles engalanadas, pues, son normalmente estas dos, aunque en un principio surgiesen protestas por parte de algunos vecinos que ocupaban distintas aceras de las cuatro manzanas afectadas por la fiesta, esas cuatro manzanas en cuyo centro geográfico se erigía el monumento.

Entre las calles San Bartolomé y Luis García, junto a la falla, en la propia calle Campo de Mirra se cerraba un espacio, utilizado como verbena con orquesta. Al igual que los festejos de San Antón y San José llevaron a sendos lugares a numerosos ciudadanos villenenses, también la falla de «las Peñicas» logró una gran popularidad entre toda la población, siendo notable la afluencia de visitantes nocturnos en los bailes organizados desde la plantá hasta la cremá.

Las cuotas se iniciaron a dos pesetas a la semana. Después subieron paulatinamente a un duro semanal, a dos duros semanales, a tres duros semanales, hasta llegar a cinco duros semanales. Todo ello desde 1958 hasta 1973. El coste de la primera falla ascendió a 25.000 pesetas. El de la última, a 75.000. El máximo número de asociados con que contó la comisión fue de 135, entre los que se encontraban la mayoría de los vecinos.

Festejos populares

La edición de un programa de festejos con hasta cincuenta páginas de publicidad da idea de la colaboración prestada por los comercios de la ciudad a esta fiesta. En los distintos folletos que se publicaron se observan muy pocos cambios en el programa de actos, que una vez se constituyeron en honor de San Pedro Apóstol, siguieron el mismo esquema.

La falla se plantaba el día 27, a las siete de la tarde, corriendo a cargo los últimos años de manos del artista alicantino Luis López Sarabia.

El día 28 a las siete de la mañana había despertá, y por la tarde, carreras de sacos y rotura de ollas, para continuar con la verbena nocturna.

El día de San Pedro, tras la despertá, a las ocho de la mañana se celebraba una misa en la iglesia del colegio Salesiano, en honor a San Pedro y en sufragio de las almas de los socios fallecidos. Las carreras de cintas y las carreras de lentitud continuaban la mañana, hasta llegar al mediodía, en que tenía lugar el acto más entrañable, la comida ofrecida a los Ancianos del Asilo.

La comisión fallera, acompañada del grupo local de coros y danzas, partía hacia la Residencia de Ancianos, subiendo todos juntos hasta el barrio, donde se celebraba la comida de hermandad.

Por la tarde, proseguían los actos con carreras de sacos y rotura de ollas por parte de los hijos de socios.

Antes de la cremá comenzaba la verbena, y a las doce y media de la noche, tras el disparo de la traca y la palmera, se quemaba la falla. Por cierto, la pirotecnia corría a cargo de uno de los vecinos, José Bravo Tomás, que dejaba muy contentos a todos. Y así finalizaba el programa hasta el año siguiente.

Extraído de la Revista Villena de 1990