27 dic 2023

1993 ANTECEDENTES PARA LA OBRA SALESIANA EN VILLENA

Antecedentes para la obra Salesiana en Villena Por MATEO MARCO
En octubre de 1914, D. Francisco Azorín Bautista, Arcipreste y cura propio de la Parroquia de Santiago, presentaba una instancia al Alcalde de Villena, D. José Hernández Villegas, donde manifestaba:
Que para llenar una de las necesidades más apremiantes de esta localidad cual es la instrucción y educación de los niños varones de este pueblo y contando con el apoyo de algunas personas particulares proyecta construir un edificio con destino a residencia y colegio de PP. Salesianos (...)» (1).
El lugar elegido por Azorín, para la ubicación del Colegio, era el antiguo cementerio canónico de San Sebastián, clausurado desde el 31 de diciembre de 1880, y edificios y terrenos anexos.
Apuntemos unos datos curiosos al respecto de la ubicación del Colegio. El sitio que ocuparían los Salesianos había sido solicitado casi dos siglos antes por los Agustinos. En noviembre de 1727, Fray Joseph de la Rosa, Prior del Convento de Nuestra Señora de las Virtudes, presentó un memorial al Ayuntamiento donde exponía
«que por la influencia de la Laguna y de los prados próximos al Convento, los religiosos están padeciendo de enfermedades que les impide poder asistir a las Horas canónicas y demás obligaciones del Coro, faltando a la veneración y culto a lo que están obligados, y como han de salirse de aquel sitio porque actualmente se hallan sin habitación por amenazar el Convento ruina, solicitan de la ciudad que sea trasladada la imagen de Nuestra Señora de las Virtudes desde su Casa a la Iglesia de Nuestra Sra. de la Concepción y a ellos se les dé acomodo junto a la ermita de San Sebastián, que se halla extramuros de la ciudad (...)». (2).
Con la misma intención, el Padre Provincial de la Orden de San Agustín de Andalucía mandó una carta abogando por esta pretensión y ofreciendo 60.000 ladrillos para el nuevo convento, a construir por la ciudad, en el egido que hay junto a la ermita de San Sebastián (3).
El Ayuntamiento de Villena, con interesantes razones, se negó rotundamente a la pretensión de los Agustinos.
También, siglos más tarde, en la sesión de 17 de enero de 1912, los concejales don Luis García Catalán y don Salvador Puche Miralles, al discutir sobre la construcción de una casa-cuartel para la guardia civil, defendían que:
«sería muy conveniente para la higiene pública y relativamente económico, habilitar para ello [para Cuartel de la Guardia Civil] el Hospital Municipal, construyendo uno nuevo [un hospital] en el terreno del Antiguo Cementerio adosado a la Ermita de San Sebastián que está situado en las afueras de la población, sin edificios inmediatos de importancia, que podrá reunir todos los adelantos que recomiendan la higiene y las ciencias médicas». (4).
Para ello se autorizó al Alcalde con el fin de que gestionara con el Obispo de Murcia-Cartagena, la cesión del Cementerio y Ermita de San Sebastián. Las gestiones no dieron fruto y el terreno quedaría libre para el deseo, dos años más tarde, del Párroco Azorín: la construcción de un colegio.
Este deseo no era, ni mucho menos, capricho, sino necesidad. A principios del siglo XX, como nos recuerda Fran cisco Moreno Sáez para Alicante capital y que podemos hacer extensible a la provincia, la educación —a pesar de los discursos rimbombantes— no era considerada como un servicio público fundamental y, por ello, los índices de analfabetismo eran muy elevados. No en vano, en 1905, en «El Faro del Magisterio» se criticaba la apatía de los gobernantes respecto a la educación:
«Ninguno de ellos, salvo contadas excepciones, ha demostrado interés por la enseñanza primaria, y casi me atrevería a asegurar que se han complacido y se complacen en mantener al pueblo en la más supina ignorancia». (5).
El párroco Azorín, como miembro de la Junta Local de Primera Enseñanza conocía bien, de primera mano, la realidad de Villena en este campo. Hemos analizado los Censos escolares de Villena de 1909, el más completo y generoso en datos de detalle, y el de 1911 para conocer más certeramente la realidad de la Enseñanza Primaria en Villena para los años anteriores a la instalación del colegio Salesiano.
Para 1909: de los 2.192 niños y niñas de 6 a 12 años, no reciben clase 1.175 (el 53'6%).
Para 1911: de 2.131 niños y niñas no reciben clases 1.113; esto es el 52'22%.
Con la sospecha de que las cifras de escolarización pudieran estar viciadas por el impacto de la prácticamente nula escolarización en las partidas rurales, el censo escolar de 1909 nos ha permitido despejar la población escolar de las partidas rurales de la población escolar urbana; esto es, diferenciar entre los que viven en el campo y los que viven en la ciudad. Aun así, nos da lo siguiente: de 1.585 niños y niñas entre 6 y 12 años de la ciudad de Villena, no reciben clases 666, el 42%.
Como podemos comprobar no eran gratuitas las palabras del párroco de Santiago. Por esto luchó por conseguir la instalación de un nuevo colegio para la población. Pero... ¿Por qué tenían que ser los Salesianos?
En la provincia de Alicante funcionaba la casa de Campello desde 1907. Y en 1914, año en el que el párroco Azorín hace su instancia, se inauguraba el Colegio de Alicante. ¿Conoció don Francisco la experiencia salesiana?... Es fácil que sí. don Francisco Azorín Albiñana, descendiente del insigne promotor de los Salesianos en Villena, en su libro «Yecla y sus hombres en mi recuerdo», en el boceto biográfico que hace del Párroco, apunta que éste visitó a don Bosco en Barcelona, «a fin de que se aceptara su fundación, cosa que consiguió del mismo» (p. 64). La diferencia entre las fechas 1886 (venida de don Bosco a Barcelona) y 1914 (cuando Azorín presenta la instancia) más la falta de otros testimonios al respecto, me hacen poner esta afirmación en cuarentena; aunque hemos de reconocer que nos habla de una proximidad al mundo salesiano por parte del Arcipreste.
Para la construcción del colegio, Azorín dispuso del legado de don Juan J. Cervera, hijo de Villena y canónigo de Valencia, así como de la cooperación de distintas personas de la ciudad y pueblos vecinos; pero don Francisco Azorín Bautista murió antes de terminarse el proyecto. Las riendas, con tanta ilusión como él, las tomó don Manuel Nadal Hernández, párroco primero en Santa María y, luego, Arcipreste en Santiago. Él fue quien animaría, junto con los cooperadores, la llama que había encendido Azorín para que desde 1917 los Salesianos fueran parte en Villena.
NOTAS
(1) Archivo Municipal de Villena (A.M.V.): Doc. 1914: SALESIANOS.
(2) A.M.V.: Actas 23 noviembre 1727.
(3) A.M.V.: Actas 8 diciembre 1727.
(4) A.M.V.: Actas 17 enero 1912.
(5) VV.AA.: «Historia de Alicante», ALICANTE, 1989-90, t. 11; pp. 610-611.
Extraído de la Revista Villena de 1993

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