1993 CUANDO ME AMAS

Cuando me amas

Ahuyentas con tus manos

cualquier asomo de duda,

sí me ansías como ahora,

sí me inquietas sin cordura.

Insolente,

así me alzo para resucitar,

en ti la carne dormida,

en tu piel sólo la sal,

que lamo sin reticencias,

en comunión con el mar.

Y de tu cuerpo el latido,

perece sin querer escapar,

y de tus ojos prendes velas,

que llevas a iluminar,

mi alma abstraída, absorta,

en la ardiente obscuridad.

Alumbras con fe mis deseos,

siempre haces despertar,

la más honda ternura,

al arrancar,

los últimos pudores,

que quieren continuar

amarrados,

en el pozo donde vas,

a hundirte sin remedio,

a eternizarte un día más.

Yo cierro los ojos, muda,

me sumerjo en la abisal,

fosa sin sepultura,

que me das.

Así se eterniza un segundo,

pues la dermis se desliga,

de la imposibilidad cerval,

y es sólo piel, no más.

Se tornan largos los miembros,

como cuerdas de tensar,

para amarrar tus caderas,

que oprimen ya,

ese inocente, enloquecido,

asomo de ferocidad.

Aunque luego muerdas,

muy tarde ya,

la conciencia aguda,

para adormecer sin lágrimas,

la certeza de un adiós,

cada día más cercano.

Señalas así tus fronteras,

sin saber,

pobre tonto mío,

que yo puedo transgredir 

tus barreras,

pues las pones sin decir: 

«hasta aquí tu amor llega, 

yo me doy sólo hasta aquí». 

Y caes más que yo, 

sí es posible,

en la inmediatez del placer, 

sentado, tumbado, perdido, 

mirándome, sin ver, 

de cualquier forma, 

tu inocuidad te sorprende, 

aún se asombra tu edad, 

y me dejas ver, inocente, 

sorpresa y cierta vergüenza 

y te amo mucho 

más.

Pepa Navarro Ribera

Extraído de la Revista Villena de 1993