Los albores del movimiento obrero en Villena (1)
Por CÉSAR LÓPEZ HURTADO
Aunque el socialismo alicantino comenzará a manifestarse en Alicante, Elche y Crevillente tras la celebración del 1.º de Mayo de 1890, pasado el optimismo y la euforia de los años iniciales de aquella década, su desarrollo resultaría más lento de lo esperado. Será en una posterior expansión provincial, durante los primeros años del siglo veinte, cuando socialistas de Elche y Alicante dedicaron grandes esfuerzos a organizar nuevas agrupaciones y sociedades obreras por toda la provincia (1).
La campaña propagandística desplegada en Villena al efecto no resultaría estéril, pues, en 1903, se fundan en la ciudad las primeras sociedades obreras de resistencia, de clara inspiración socialista (2). Hasta esa fecha los obreros de la población todavía no se habían organizado como clase, más allá de alguna sociedad de socorros mutuos, como la Sociedad Cooperativa de Socorros Mutuos «El Porvenir», —de corte casi gremial—, fundada el 15 de diciembre de 1894, con domicilio en la plaza de la Constitución, número 2 (3). Con los años, este tipo de asociacionismo se iría agotando (4).
Con anterioridad a esa cooperativa mutualista, existió en Villena un Círculo Católico de Obreros (5), constituido el 4 de octubre de 1891, según reza el acta de constitución del Círculo Católico del Apostolado de la Enseñanza para la Instrucción, Moralidad, Protección, Economía y Recreo de las Clases Trabajadoras (6). El único indicio que encontramos en la vida de la población, de este avance sobre la «cuestión social» del jesuita Padre Vicent —impulsor de este movimiento, es que fue establecido en la Parroquia de Santiago (7)-
En cuanto a la implantación formal del socialismo en Villena, la primera noticia que conocemos relacionada de una manera fehaciente con su organización en la ciudad, la leemos en el semanario alicantino El Mundo Obrero, de 14 de julio de 1901; aludiendo a Villena, dice escuetamente: «Se hacen trabajos para constituir en este punto la Agrupación Socialista». Habría que esperar sin embargo hasta 1907 para que, en el verano de aquel año (8), se constituyera la Agrupación Socialista de Villena, cuyo primer mentor fue José Marhuenda Santana, maestro de la escuela establecida desde el año anterior en el Centro Obrero Local.
A pesar de la lentitud de los trabajadores de Villena en comprender el alcance de los conceptos de «clase» y «emancipación social» propugnados por el socialismo, será con motivo de una manifestación de los braceros de la ciudad en demanda de trabajo llevada a cabo el 20 de mayo de 1902, cuando ya encontramos a los jornaleros locales concienciados de la necesaria unión para alcanzar sus logros. Así, encabezando las numerosas firmas de los braceros que se adhieren al escrito, que presentaron al alcalde al finalizar la manifestación, figura la de un titulado «presidente de la Unión»: Francisco Forte. El hecho mismo de designarse de esta manera uno de los promotores de aquel acto, y al margen del motivo de la protesta, es, sin ninguna duda, un rotundo síntoma de la lucidez de la clase jornalera villenense, que evidencia la necesidad de sentirse unida para conseguir sus propósitos. Desde aquella manifestación, se puede hablar de un comienzo real del movimiento obrero en Villena.
I. ESTRATIFICACIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA DE VILLENA A PRINCIPIOS DEL SIGLO VEINTE
Villena, ciudad de un constante desarrollo agrícola radicado desde tiempos remotos en la producción de los cereales, el olivo, la vid y los frutales de secano que ya en la Edad Antigua se habían generalizado en su término. Como asimismo por la abundancia de aguas caballeras, utilizadas desde muy antiguo para el riego en los cultivos de cereales de regadío, hortalizas y algunos frutales (9), conformaba en el año 1903 una población de sólido carácter agrario y consecuentemente compuesta de forma mayoritaria, por braceros y jornaleros del campo, aunque inmersa en una severa recesión económica que comenzaba a dejarse sentir con todo su rigor desde los años finiseculares. Ello producido por la limitación exportadora de los vinos villenenses a Francia, iniciada en el año 1892, con lo que diversas bodegas y comerciantes vitivinícolas comenzaron a cerrar sus negocios, al disminuir el mercado francés sus importaciones de vino, tras la finalización del Tratado Comercial con Francia.
Nótese al respecto que de las grandes bodegas y comerciantes de vino de Villena, matriculados en 1891: Federico Bonastre; Pedro Conesa Calderón; Antonio Galvis e Hijos; Cristóbal Amorós Sarrió; Miguel Flor Polop; Joaquín Pérez Cervera; Luis García Poveda; Miguel Ferriz Ferriz; José Hurtado Tomás; Benito García Tomás; Antonio Hurtado Ferriz; Pedro Calomardo García; José Menor Tomás; Juan Hurtado Bellod; Juan Hernández Hurtado; Pedro Menor Hernández; Jerónimo Hernández Navarro; Juan Ferriz Menor y Tomás Hernández Ferriz (10), en el año 1901, tan sólo aparecen inscritos: Salvador Amorós; M. Fénix Menor; Hijos de García Poveda; Galvis e Hijos; Francisco Hernández y Pedro Conesa; Francisco Hurtado; Luis Penalva y Moullet et Jeune; F. Blondeau; R. Bonastre; Miguel Fillol; H.H. Rahola; y J. Reverchón. La mayoría de estos últimos comisionistas (11).
Con una industria finisecular anclada principalmente en la elaboración de vinos, alcoholes y aceite de orujo. Y del mismo modo asentada en la producción de los molinos harineros, almazaras -en régimen temporal de trabajo a maquila ambas labores- y el aprovechamiento de las salinas de su término, la ciudad, comenzaba a forjar su cimentación industrial basada en la fabricación de calzado, sillas y muebles. Subsectores éstos que constituirán, junto a los oficios artesanos tradicionales, los pilares que sustenten el futuro desarrollo productivo de la población.
En el panorama general de los recursos y potencialidades de la ciudad a principios de siglo, dentro del sector secundario, el subsector manufacturero del calzado dependía enteramente de las necesidades de las fábricas o talleres establecidos, para con sus mercados comerciales, por lo que la normalidad en el desenvolvimiento del trabajo estaba condicionada por una ejecutoria discontinua, acentuada ésta, mayormente, durante los cambios estacionales y en la debilidad económica de los patronos que al respecto solicitaban de la Administración Pública, para la resolución de sus dificultades, una «clasificación en la contribución al subsidio con arreglo a la categoría del establecimiento, crear tarifas económicas para los transportes y establecer bancos de créditos a favor de los industriales» (12). Problemática ésta compartida por los propietarios del sector primario que, a su vez, también pedían la «Creación de bancos agrícolas que proporcionen al agricultor abonos confeccionados no empíricamente y que proporcionen maquinaria agrícola que abarate los gastos del cultivo».
Pese a todo la industria del calzado era, entre las establecidas en Villena a comienzos de siglo, la que patentizaba una trayectoria relativa más avanzada en la expansión de sus fabricados, como se puede observar por las cifras de producción de cada uno de los fabricantes de calzado existentes en la población en el año 1903.
No obstante el incipiente despegue de la industria zapatera local, los obreros de este sector y la clase obrera en general del resto de los sectores productivos, sino de forma tan dramática como la padecían los braceros del campo villenense, también afrontaba una crisis que afectaba directamente a la subsistencia de sus familias; ello debido a los bajísimos jornales percibidos por su trabajo diario, asimismo plagado de inseguridades.
Atendiendo a la situación profesional de la población en el mencionado año de 1903, se constata una preponderancia del sector primario con un 71'7%, en dependencia plena de las actividades agropecuarias. Los sectores económicos secundario y terciario arrojan una participación, respectivamente, del 12'3% y 16'0%, sin que estos últimos porcentajes signifiquen un claro deslinde en las economías de estos dos sectores, pues éstas estaban directamente supeditadas a las fluctuaciones que se producían en el primario.
Las cifras del cuadro II deben considerarse de forma neta para varones mayores de 14 años, con exclusión de mujeres. Se hace notar de igual modo que, bajo el nombre genérico de «jornaleros», aparecen enmascarados en el padrón, oficios que constituyen en sí mismos una forma perfectamente diferenciada de trabajo y que en otros documentos se designan de manera específica, como: aguador, almazadero, amasador, ayudante de calderero, bombero (trabajador con la bomba hidráulica), bracero, conductor (de tren), engrasador, enterrador, fogonero, guardia rural, lapidario, maquinista, matarife, molinero, mulero, operario de ferrocarril, regador, salinero, sereno y vigilante. Ninguna de estas voces aparece en el empadronamiento, por lo que las suponemos incluidas dentro del vocablo jornalero.
La cifra de 71 albañiles y tejeros obtenida del vaciado del padrón se nos antoja baja, tal vez por causa de que el peonaje y amasadores pudieran estar inscritos en el padrón como jornaleros.
Asimismo el número de 149 zapateros alcanzado en nuestro recuento -144 zapateros y 5 cortadores de calzado-(13), se puede considerar como cantidad bastante ajustada para este colectivo, aun teniendo en cuenta que en relación sin año que aparece en el Archivo Municipal de Villena -Industria, 1903-, se anote la cantidad de 224 zapateros varones; cifra ésta que se observa con claridad redondeada en función de la producción de calzado declarada por cada fabricante.
Para la población asalariada femenina del secundario y terciario, tan sólo podemos dar estas cantidades: 93 encordadoras de sillas (14); 26 guarnecedoras de calzado y 16 oficialas sastresas que recogemos de la citada relación de industria (15).
Más difícil se hace cuantificar a las mujeres trabajadoras de la ciudad en el sector agrícola y los menores de 14 años, por la carencia de datos al respecto. Pero sería muy elevado el número de unas y otros, ya que son muchas las quejas y reclamaciones dirigidas al Ayuntamiento y a la Junta Local de Reformas Sociales por el Centro de Sociedades Obreras Local, sobre la conveniencia de prohibir el trabajo de las mujeres en las faenas agrícolas, sobre todo en las de escarda, porque se supone que quitan el trabajo a los jornaleros padres de familia (16).
Del mismo modo se hace imposible aproximar un cálculo de las costureras, bordadoras, o mujeres dedicadas a tareas domésticas, cuidar niños, etc., que, por horas o jornadas completas, trabajaban en los domicilios más pudientes para ayudar a las precarias economías familiares.
Al comenzar el siglo actual, la clase dirigente de Villena estaba constituida fundamentalmente -junto a la pequeña nobleza local que conformaban los Mergelina, Selva, Fernández de Palencia, López, Bellod, Lorenzo, Herrero, etc.-, por exportadores, comerciantes y elaboradores de vinos, que a finales del siglo XIX conocieron momentos de gran esplendor. Ellos son los que ostentarán los cargos más relevantes de la ciudad, desde los municipales a los meramente sociales, hasta bien entrado el siglo veinte. Como ejemplo citamos a Luis García Poveda, fundador de una notable saga de elaboradores de vinos, comerciantes y cosecheros-exportadores, que en el año 1904, es el presidente del Círculo Villenense. Con anterioridad, en pleno auge de las transacciones vinícolas, es Alcalde de Villena, desde el 1º de julio de 1883 al 2 de marzo de 1884 (17). A final de siglo, la ciudad le dedicará una calle. El acaudalado comerciante y exportador de vinos, Cristóbal Amorós Sarrió, es otro paradigma del poder político y económico alcanzado por la clase capitalista que surgió al calor de los negocios vinícolas en la Villena decimonónica. En 19 de noviembre de 1907, Cristóbal Amorós Sarrió y Luis García Catalán, crean, respectivamente, el «Sindicato de cosecheros-exportadores de vino de Villena» y el «Sindicato de fabricantes de alcohol vínico de Villena». Otras muestras ilustrativas de esta clase emergente, son: Miguel Fillol Palop y Salvador Amorós Martínez, ambos de igual modo comerciantes de vinos, que también fueron alcaldes de la ciudad (18).
Para, cuanto menos, perfilar un resumen de las personas más representativas de la población, por su poder económico en el año 1905, en el cuadro III detallamos los-ochenta mayores contribuyentes de la ciudad por Contribución anual liquidada al Tesoro.
III. LA INSTRUCCIÓN ESCOLAR EN EL AÑO 1905
A principios de siglo, en la ciudad, existían cinco escuelas públicas de niños y cuatro de niñas, todas de instrucción primaria, más una de párvulos, a las que asiste una población escolar de 900 niños, si bien con notable absentismo y, hasta edades muy tempranas, con escasos años de escolarización en las mismas. Además de estas escuelas públicas estaban establecidos dos Colegios de Segunda Enseñanza -el de «Nuestra Señora de las Virtudes», que dirigía en 1904 Calixto Fernández Moscoso; y el de «San Fernando», cuyo director ese mismo año era Hernán Cunqueiro-, en los que el Ayuntamiento subvencionaba diez plazas para alumnos pobres.
No obstante ello la alfabetización en aquella época era muy deficiente a pesar de que funcionaba una escuela para adultos, desde noviembre a marzo, que en el año 1904, acogía a 338 personas (19). La misma masificación que registraban las aulas, pese a los esfuerzos de los cinco maestros que las atendían, dificultaba enormemente el aprovechamiento del alumnado, al margen de otras consideraciones.
IV. SALARIOS Y EVENTUALIDAD DEL TRABAJO EN LA CLASE JORNALERA
Las precarias condiciones de los trabajadores agrícolas, quedan explícitas en la arenga que lanza a los obreros del campo de la provincia, Veritas: ¡Basta ya de ser siervos manumitidos! Levantad la frente, asociaos, uníos, hacer valer vuestro derecho y que acabe de una vez el estado de postración en que os encontráis» (20). En efecto, la situación para la clase jornalera de principios de siglo era asfixiante y muy en particular para los braceros villenenses. A los inconvenientes de todo tipo que se inferían de un trabajo, en la mayoría de los casos eventual (211, hay que añadir los exiguos jornales que cobraban los braceros contratados: 2'50 pesetas los hombres y 1 peseta las mujeres y niños. Y esto con horarios, en ciertas ocasiones, de hasta 18 horas para los varones (22). El resto del año, estos mismos jornaleros —aunque no todos—, se empleaban en la recogida de la oliva, en la de almendras y frutas, en la poda de viñedos y olivos o en faenas propias de la huerta de Villena: sementera, escarda o regadío y en la recolección de patatas, ajos, cebollas y demás productos del agro local. Todo ello con salarios más bajos que los anteriormente citados, debido esto a muy diversas causas, no la más desechable lo que percibían las mujeres y los niños por su jornada de trabajo, que, para muchas faenas, eran preferidos a los hombres por su. satisfactorio rendimiento y más bajo costo económico. El cuadro V ilustra la situación de los asalariados de la ciudad.
Un ejemplo de la situación de extrema penuria y desesperación en que se encontraban los jornaleros del campo villenense en la época que hacemos referencia, por la falta de trabajo durante parte del invierno y en los primeros meses de la primavera, lo encontramos en una instancia dirigida al Ayuntamiento de la ciudad, con motivo de la manifestación de los braceros locales llevarla a cabo el 20 de mayo de 1902, en demanda de trabajo. Dice así:
«Ilustre Ayuntamiento: los que suscriben, hijos de esta Ciudad, trabajadores honrados, exponen:
Que no teniendo recursos para poder comer, piden trabajo para cubrir esta necesidad primera. No queremos guerras, sonsos honrados, queremos paz. Por eso salimos a la calle, con oportunidad, en pacífica unión y pedimos lo que nos hace falta: trabajo, para que les llevemos a nuestros hijos también un pedazo de pan.
Deseamos en el alma, que el Ilustre Ayuntamiento procediera con oportunidad y honradez, de la justicia y bien del obrero.
Y por último, que termine el hambre: queremos pan. Si el Ilustre Ayuntamiento se muestra hoy, no se promoverá algarada alguna, pero gestiónese pronto este asunto de transcendencia suma, para evitar que deliren nuestros cerebros por la fatal, por influencia de la escasez y la miseria, y acabemos la vida en las terribles convulsiones del hambre.
Villena, 20 de Mayo de 1902.
Por acuerdo de los trabajadores: el Presidente de la Unión: Francisco Forte -rubricado-. El Secretario: Miguel Segovia (zapatero) -rubricado-; Tomás Hernández -rubricado-; Antonio Poveda -rubricado-; José Micó -rubricado-; Antonio Conejero -rubricado-.
Obreros que están de acuerdo con el expediente: (siguen cinco nombres y apellidos por los que en su nombre firma Miguel Segovia; y cuarenta nombres y apellidos que lo hacen «por sí mismos»).
Obreros que no saben firmar y están de acuerdo con el expediente: (se relacionan 109 nombres). No siguen las firmas por falta de tiempo».
Una manifestación de estas características en Villena, es más que comprensible, si nos atenemos a la dramática lista de un censo de pobres, que lleva por fecha el 28 de junio de 1904, en el que aparecen registradas como «pobres» mil cuatrocientas quince familias villenenses, lo que supone el 34 % de los vecinos de la localidad. Esta situación de indigencia era una constante. Otra detallada relación nominal, ésta del año 1910, que el Ayuntamiento maneja como censo oficial de pobreza, nos informa, que ese año, son 742 los jornaleros «pobres absolutamente» (23). Lo que confirma la certeza de que más del millar de vecinos, los llamados braceros, tenían enormes dificultades para siquiera alcanzar niveles de mera subsistencia para sus familias; sobre todo a partir de que finalizara la sementera, en noviembre, y hasta el mes de junio en que daban comienzo las labores de la siega de cereales. Largos meses en los que el Ayuntamiento intervenía con diversas medidas humanitarias en socorro de estos temporeros. Así, la instalación de la llamada «cocina económica» que, por cinco céntimos, daba derecho a un plato «de caliente», durante aquellos durísimos meses de otoño a la primavera (24). En otras ocasiones, las ayudas conseguidas -trabajo en forma de reparto de braceros a los mayores propietarios de la ciudad, para que los emplearan en labores y trabajos a realizar en sus propiedades o en arreglo de caminos e infraestructuras locales-, fueron el resultado de las presiones desesperadas con que se manifestaban los jornaleros de la localidad ante el Alcalde, buscando soluciones que mitigaran su situación de miseria. Más adelante veremos algún caso.
V. ESTABLECIMIENTO DE LAS PRIMERAS SOCIEDADES DE RESISTENCIA OBRERA EN VILLENA
La concienciación como clase en los trabajadores locales no comenzaría a generalizarse hasta años posteriores, pero gracias al esfuerzo personal de unos pocos y casi anónimos hombres de Villena, muy conscientes de lo que ya en otros pueblos de la provincia se estaba alcanzando a través de la unión organizada de los asalariados, en 21 de julio de 1903, quedaba constituida la sociedad de agricultores «Constancia», pionera de las asociaciones de resistencia obrera que crearán en la ciudad otros oficios, durante el siguiente cuarto de siglo, con idéntico planteamiento e ideario, para defenderse ante la explotación e inseguridades que sufren. El objeto y fines de dicha sociedad, fueron: «La defensa de los intereses morales y materiales de sus asociados, proporcionándoles la instrucción y cuanto sea necesario para su mejoramiento, así como recabar leyes que mejoren la actuación de los trabajadores».
La primitiva directiva fundacional de la Sociedad de Obreros Agrícolas «Constancia», quedó formalizada, en dicha fecha, del siguiente modo: Presidente: José García; Vicepresidente: José Martínez; Contador: Antonio Iñíguez; Tesorero: Francisco Rojas; Secretario 1.º: José Navarro; Secretario 2.»: Ramón Conejero. Vocales: Pedro Silvestre, Francisco López, Pablo López.
El domicilio social de la recién constituida sociedad, quedó ubicado, desde el mismo 21 de julio de 1903, en la calle Empedrado número 8 (25).
La necesaria toma de conciencia, con el hecho de agruparse en asociaciones de resistencia al capital, por parte de toda la población obrera de la ciudad, para así obtener mejoras sociales a través de la unión de todos los trabajadores, existía, más o menos postulada, en todos los colectivos asalariados de la localidad. Los primeros en asociarse, fueron las gentes del campo, pero asimismo ya estaba latente esta tendencia unionista en otros gremios, como lo testimonian las frases de José García, presidente de «Constancia», que escribía al fundarse esta sociedad: «En breve, los albañiles, presentarán al Gobierno de la provincia, el Reglamento para constituirse en sociedad. También se activan trabajos para constituir en Sociedad a los zapateros y encordadoras de sillas» (26). En este mismo escrito, José García encarece a las costureras y guarnecedoras de calzado, «que se animen para constituir sus respectivas sociedades, por ser la única manera de que las obreras sean más respetadas y menos explotadas».
En efecto, diez días después de la fundación de «Constancia», el 1.9 de agosto de 1903, los «Albañiles» también se constituían en sociedad de resistencia. En 17 de agosto lo harían los zapateros, que titularon a su asociación con el nombre de «El Progreso». Y recién terminado aquel verano pleno de acción societaria, el 30 de septiembre de 1903, se agrupaban los ebanistas de la ciudad, bajo la titulación de «La Fraternidad». No disponemos de ninguna relación nominal de los hombres que compondrían las primeras juntas directivas, de cada una de aquellas sociedades de resistencia, pero sí indicaremos que en 6 de diciembre de ese mismo año, en una conferencia y un mitin obrerista —del que hablaremos en un próximo capítulo—, celebrado en el antiguo Teatro Chapí de madera y en el que entre otros intervino el histórico socialista José Verdes Montenegro y Montoro, representaron a sus sociedades en calidad de presidentes: Alfonso San Miguel Richarte, por «Albañiles»; José Zapater Alarcón, por la sociedad «El Progreso»; y Luis Coloma Jordán, por «La Fraternidad».
Durante los últimos días de diciembre de 1903, los socios componentes de cada una de las cuatro sociedades de resistencia establecidas en Villena, votaron las nuevas juntas directivas que regirían cada sociedad durante el primer semestre de 1904. Renovación estatutaria que se realizaba por primera vez. Las nóminas de estos dirigentes societarios villenenses, elegidos en Asamblea celebrada en el domicilio de cada una de las sociedades, fueron las siguientes (27):
Sociedad de Obreros Agrícolas «Constancia»: Presidente: Juan Catalán Martínez. Vicepresidente: Juan Martínez Tomás. Secretario 1.º: José García García. Secretario 2.º: Froilán Hernández Zaragoza. Tesorero: Pascual Blanquer Navarro. Contador: Juan Muñoz Hernández. Vocales: Diego Alcaraz Forte; Luis Amorós Domene; José Hernández Perpiñán.
Sociedad de «Albañiles»: Presidente: Alfonso San Miguel Richarte. Vicepresidente: Tomás Galbis Carbonell. Secretario: José Estevan. Vicesecretario: José García García. Tesorero: Ramón García Hernández. Contador: Joaquín Milán Blanquer. Vocales: Manuel Penalva Ayala; José García Hernández; Andrés Gran Hernández; Lorenzo Pérez Román.
«El Progreso», Sociedad de Zapateros: Presidente: José Zapater Alarcón. Vicepresidente: Juan Martínez Navarro. Secretario: Juan Martínez García. Vicesecretario: Alberto Torró Catalán. Tesorero: Germán Grajales Lanoga. Contador: Servando Hernández Landete.
Vocales: Francisco Martínez Santiago; José Segovia Clement; Miguel Espinosa Alarcón.
Sociedad de Ebanistas «La Fraternidad»: Presidente: Joaquín García Hernández. Vicepresidente: Francisco Ruescas Alcaraz. Secretario: Pedro López Hernández. Vicesecretario: Juan García Tomás. Tesorero: Francisco Sánchez Cerdán. Contador: Luis Coloma Jordán. Vocales: Ramón García Hernández; Francisco Lázaro González; Manuel Vila Mergelina; Eleuterio López Rubio.
NOTAS
(1) Vid. Francisco Moreno Sáez, «Las Luchas Sociales en la Provincia de Alicante», Alicante, 1988, págs. 173-183.
(2) Con toda seguridad alentadas por el influjo de la famosa huelga de alpargateros de Elche, del año 1903. (Vid. Juan Vives García, «La Huelga de Elche, 1903». Alicante, 1974; y Francisco Moreno Sáez, «El Movimiento Obrero en Elche (1890-1931)», Alicante, 1987, págs. 180-188).
(3) El asociacionismo mutualista, tenía por objeto y fin: «Proporcionar recursos a los socios, atender al socorro de los enfermos o imposibilitados y formarles un capital individual con arreglo al reglamento». Este tipo de asociacionismo era de carácter benéfico. Los asociados villenenses que pertenecieron a esta mutualidad, satisfacían una cuota de 0'25 pesetas semanales, que daban derecho a un auxilio para los afiliados enfermos de 1'50 pesetas diarias, durante los primeros 30 días de enfermedad y, de 1 pesetas, de persistir ésta más allá de los 30 días iniciales señalados (A.M.V., «Reformas Sociales»,1904). El sábado 2 de febrero de 1895, a las tres de la tarde, tuvo lugar la inauguración de un nuevo local provisional de esta sociedad, en Corredera núm. 17 (A.M.V., «Correspondencia»,1895). En años sucesivos, tendría distintos domicilios. En 27 de mayo de 1904, estaba presidida por José García. En 1905, el presidente era José Molina.
(4) Al respecto señalamos el descenso del 23%, producido en tan sólo un año entre los miembros asociados de «El Porvenir». En 6 de mayo de 1903 componían esta sociedad 352 socios. En 27 de mayo de 1904, estaba compuesta por 270 afiliados. Ello atribuible a la aparición en la ciudad, durante el segundo semestre de 1903, de cuatro sociedades obreras de resistencia.
(5) Los Círculos Católicos de Obreros, depuntaron al calor de la encíclica «Rerum Novarum», promulgada por León XIII en 15 de mayo de 1891. El tema de la misma es la cuestión obrera planteada por los hechos económicos, sociales y morales de la época, como contestaron al naciente socialismo. Constituyeron un movimiento social católico, al que el Papa invitaría a asociarse a todos los miembros de la Iglesia.
(6) José María Soler García, «Bibliografía de Villena y su partido judicial», Alicante, 1958, pág. 167.
(7) Directamente vinculado a los Círculos Católicos, también apareció un semanario católico, titulado «La Verdad» -del que no se conoce ningún número-, cuyo director era Jesús Piñón. Se publicaba en Villena en 21 de junio de 1891 y «debió cesar en los últimos días de septiembre o primeros de octubre de aquel año para convertirse en la «Verdad Católica», revista ilustrada de Villena (Complemento de «El Alicantino», de Alicante)» (José María Soler García, op. cit., pág. 166).
(8) Francisco Moreno Sáez (op. cit., 1988, pág. 184), sitúa la implantación del socialismo en Villena, «a fines de 1907».
(9) Sebastián García Martínez, «Evolución agraria de Villena hasta fines del siglo XIX», en «Saitabi», XIV, Valencia, 1964, pág.181.
(10) A.M.V., «Matrícula Industrial», 1891.
(11) «Anuario Estadístico de la Provincia de Alicante», 1901: en Juan Piqueras, «La vid y el vino en el País Valenciano», Valencia, 1981, pág. 181. En el año 1903, figuran en el padrón municipal 9 toneleros de profesión.
(12) A.M.V., «Industria», 1903.
(13) Cifras a las que hay que sumar la de 11 alpargateros empadronados, para coincidir con los 160 individuos que hemos consignado en el epígrafe de «Piel y Calzado», en el cuadro II.
(14) A.M.V., «Reformas Sociales», 1904. Habría sin duda más pero éstas son las asociadas a la sociedad de resistencia femenina fundada en 1904.
(15) Las dos últimas, aunque impugnables, las recogemos como indicativas. Ninguno de estos oficios femeninos aparecen designados con el nombre específico en el padrón; en él todas las mujeres aparecen de forma invariable con la expresión «su sexo»,
(16) Según una de estas denuncias, «se evitaría el que mientras las mujeres van al campo, gasten los hombres el tiempo en las tabernas y casinos (...) sin que por ello tengan que despedir del trabajo a las viudas y aquellas otras mujeres que sus maridos, padres o hermanos se encuentren enfermos (A.M.V., «Reformas Sociales», 1909).
(17) Luis García Poveda, encabezará asimismo una estirpe de políticos que ha llegado hasta nuestros días. Así, su hijo, Luis García Catalán, será alcalde de Villena en dos ocasiones (1.°-I-1910 al 1º-4-1912; y del 1.º-I- 1916 al 18-I-1916). También su nieto, Juan García Hurtado, fue alcalde de la ciudad durante la Dictadura de Primo de Rivera (28-IV-1928 al 3-X-1928). Su bisnieto, Luis García Cervera, llegará de igual modo a ser alcalde de Villena (31-I-1956 al 11-X-1966). Su tataranieta, María José García Herrero, hoy, es Diputada Autonómica por el Partido Popular.
(18) El primero, desde el 20 de octubre de 1905 al 24 de marzo de 1907; y, el segundo, desde el 24 de marzo de 1907 al 1.° de julio de 1910 (A.M.V., «Actas Ayuntamiento»).
(19) B.O.P., 27-VIII-1904.
(20) «El Mundo Obrero», Alicante, 26-X-1902.
(21) Sólo había seguridad para estos hombres de que trabajarían de forma continuada, dos épocas: durante la siega, que duraba veinte días y empleaba a 800 braceros; y la época de la vendimia, que se prolongaba durante un mes y proporcionaba jornal a 1.200 braceros (A.M.V., «Reformas Sociales», 1904).
(22) A.M.V. «Reformas Sociales», 1905.
(23) Curiosamente, en 1.° de diciembre de 1909, la mendicidad pública de la ciudad «aunque no pueden precisarse todos los individuos», es cifrada en 32 mendigos por una Junta especial creada al efecto. Éste es el desglose que se hace de los menesterosos: Varones: 9 ancianos; 7 hombres y 3 niños. Hembras: 6 ancianas; 4 jóvenes y 3 niñas. Debían ser los casos más flagrantes y manifiestos (A.M.V., «Reformas Sociales», 1910).
(24) Normalmente este servicio era instalado en la placeta de las Malvas, junto al Asilo de Ancianos, lugar donde se cocinaban los alimentos que servían de sustento a muchos jornaleros e indigentes.
(25) Anotamos el dato de que en esa fecha, en el citado domicilio, habitaba con su familia José Martínez Estevan, jornalero, de 34 años de edad (A.M. V., «Padrón de habitantes», 1903); coincidente su nombre y primer apellido con el vicepresidente de la Sociedad «Constancia».
(26) «El Mundo Obrero», Alicante, 30-VIII-1903.
(27) «El Mundo Obrero», Alicante, 8-I-1904/10-1-1904/17-I-1904. El domicilio social de cada una de estas sociedades, en 27 de mayo de 1904, estaba establecido en: Eras, 8, «Constancia» y «Albañiles». El Raso, s/n., «El Progreso». Y, calle Mayor, «La Fraternidad».
Extraído de la Revista Villena de 1997
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