A continuación publicamos dos extractos de sendos artículos escritos en la Revista Villena de 1995 y de 1981 donde se habla de "el Tano", personaje de Villena, las fotografías son de la década de los años 40.
«El Tano» era un ser deforme que, cuando se acercaba a las gentes poco piadosas, le huían con repulsión y había que tener mucha caridad, voluntad y ánimo, para soportar su presencia. Andaba cojeando y su aspecto era monstruoso, una de las manos la tenía agarrotada y carecía de dedos en ambas, ya que la terminación de ellas era un muñón, un amasijo de carne deforme sin uñas y sin articulaciones. También tenía un ojo en la parte de atrás de la cabeza, o al menos eso decían, lo cual debía de ser cierto, porque a simple vista se le divisaba un pelado en el cogote y en el centro una hendidura del tamaño de un ojo, rodeada de un cerco de pelos que parecían las pestañas. Nunca tuve el valor suficiente de comprobarlo, aunque personas competentes aseguraban que era cierto. A mí me inspiraba compasión, pero le rehuía cuando se me acercaba con alguna petición. «El Tano», al contrario que «Josefica» tenía familia, le querían mucho y su madre, que lo adoraba, era capaz de comerle los hígados a cualquier persona que intentara lastimar a su «Tanico».
Todos fueron desapareciendo, siendo relevados por otros seres miserables, escarnio y oprobio de la humana condición. Yo quisiera resarcirles de todas las vejaciones, burlas y sarcasmos que recibieron en su aperreada vida, rindiendo un emocionado recuerdo a aquella pléyade de desarrapados y pedirles perdón si alguna vez, inconscientemente, me burlé de sus estrafalarias, pero no por ello menos humanas, personas.
(Del libro inédito «Memorias»)
Extraído de la Revista Villena de 1995
Los «tontos» de mi pueblo. Por J. MENOR VALIENTE
Sin embargo, no todo lo que en mí hay de Villena es contado. Hay dos vivencias que, sin entenderlo yo, pues lo más cuatro años tenía, están grabadas en mi memoria. Están como deshilachadas en el recuerdo, pero que en lo principal, en el nudo, jamás se han borrado de mí. Una es la figura del Tano, el tonto, con su cegado ojo en la parte posterior de su cabeza. Qué viva su presencia andando por aquella ajardinada calle, y mis hermanas corriendo, agarrándome fuerte de la mano. «¡Que viene el Tano, que viene el Tano!». Y ahora, creo, que el hombre, el pobre tonto, ni iba ni venía, simplemente andaba, paseaba. Pero a mí me hacía correr con el ánimo encogido
LUIS RAMIREZ DE ARELLANO Junio 1981.
Yo soy de Villena.
Extraído de la Revista Villena de 1981
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