Fotografía muy sugerente de autor anónimo. Preciosa. Recrea un entorno local ido para siempre. La visión de este documento excepcional nos acerca un tropel de recuerdos, que nos retrotraen a una época en la que, el colegio de los salesianos y el cruce de la carretera general de Madrid con la carretera de Yecla (todavía un vial estrecho muy bacheado), era un espacio vital del quehacer diario del vecindario. Y, sobre todo, de los alumnos del colegio salesiano de los años de la posguerra y los de la década de los cincuenta. Un punto de la ciudad, lleno de vivencias y ajetreo laboral y del bullicio de los juegos callejeros del alumnado.
Ahora, transcurridos muchos años desde aquellos tiempos, mientras miro la foto que me ha enviado mi querido Santi para que comente algo sobre ella, tomo un café y examinando su contenido, rememoro los años de infancia y adolescencia pasados en el colegio salesiano, y esto es lo que se me ocurre escribir:
La urbanización de esta parte de la ciudad, de toda la ciudad, ha sido objeto desde entonces de una gran transformación. Así, en 1942, data de la foto, se estaba procediendo al adoquinado de la calle Ancha y sus afueras, además, de a su nivelación para conseguir en la rasante de la calle una cierta uniformidad en las vías públicas de la población.
Centrando la cuestión en el contenido de la fotografía, mirando ésta con detenimiento, solo el caserón que se levanta en la actual calle San Sebastián n.º 2-, (“el almacén del trigo”) y la puerta de la iglesia del colegio, son reconocibles. Pese a ello, la contemplación del resto de la foto, abre un escenario con alguna sorpresa. Nos asombra, ver la situación y la orientación del abrevadero que aparece en el centro de la fotografía, del que, para mayor pasmo, no teníamos noticia de su existencia en este emplazamiento. Y, al igual, que aparezca construido casi obstruyendo la circulación viaria, en plena carretera general, justo al comienzo de la entonces avenida División Littorio. Al margen de estas circunstancias, también sorprende bastante que el abrevadero fuera de tan considerables dimensiones y parezca una obra aparatosa.
Este abrevadero cabe pensar que aquel año 1942, fue trasladado al mencionado sitio en el que permaneció hasta los primeros años de 1960 en que fue demolido. El lugar elegido para su nueva instalación fue la esquina de la calle de arriba. Es decir, justo al comienzo de la numeración impar del camino del cementerio (Afueras de San Sebastián en la época), alineado con las viviendas justo frente a la embocadura de la calle San Rafael. Sitio en el que siempre lo conocimos y habíamos creído que era el original de este bebedero.
En el nuevo emplazamiento, el abrevadero tenía en su frontal una fuente de la que manaba agua potable, en la que los carreteros y los llamados muleros saciaban su sed, mientras los animales a su cargo mojaban sus hocicos en la pileta del abrevadero, sorbiendo grandes cantidades de agua. Los vecinos de las calles próximas se abastecían de esta fuente, ya que sus viviendas aún no disponían de agua potable.
Otro aspecto de la fotografía a destacar, no menor, son las escaleras a la derecha de la puerta de entrada de la iglesia salesiana, desde hace años derribadas. Sirvieron en su día, entre otros fines, de improvisado graderío a las personas que asistían a los entierros (todos varones según lo acostumbrado), que, bajando de ellas en fila, daban el pésame a los familiares que presidían el duelo. Antes, el cura o los curas que oficiaban el sepelio, flanqueados por los monaguillos, habían rezado las oraciones fúnebres y el responso por el difunto, de espaldas a las puertas del templo salesiano y de cara al féretro depositado sobre una mesa cubierta por un paño negro con una cenefa color púrpura a modo de catafalco. Túmulo, en el cual también se colocaban las andas. Acabada la ceremonia, el féretro, era cargado en un carro tirado por una mula, normalmente alquilado a algún carretero o agricultor, para realizar el camino hasta el cementerio y proceder a la inhumación del cadáver. Al no existir la ermita de San Sebastián, quemada en 1936, las exequias de los entierros se llevaron a cabo en este lugar, desde la terminación de la guerra civil hasta mediados los años sesenta, poco después de la celebración del Concilio Vaticano II, en que se ordenó que los funerales se celebraran en la parroquia del finado, con una misa de corpore insepulto.
No queremos dejar sin un corto comentario, las siguientes cuestiones: la referida al ramblizo que se vislumbra saliendo del puente sobre el que aparecen en la fotografía dos sonrientes mozalbetes. Lugar, por el que los días de lluvia desaguaba la rambla de las Cruces, que discurría desde aquel paraje por la calle La Vereda y actuales Democracia, Navarro Santafé y Constitución. Para continuar, desde la salida del puente que recoge la foto, por el lateral del hoy parque de María Auxiliadora (en la época un polvoriento erial), ceñida a la carrera de Yecla, y la calle La Virgen, en la cual, desaparecía canalizada poco antes del cruce con la actual calle Lepanto, discurriendo en adelante de forma subterránea.
El inicio de la carretera de Yecla desde la avenida de La Constitución y la calle La Virgen hasta el paso a nivel, tras no pocos retrasos, fue adoquinada en el año 1950. Circunstancia que propició el proyecto y realización del ajardinamiento de la zona conocida como parque de María Auxiliadora.
Y la otra, la mención del espacio que existía frente a la casa del centro de la foto. Tenía una particularidad envidiable, que hacía muy atractiva su ubicación, las espléndidas vistas que se divisaban del movimiento de la ciudad, al estar bastante elevada la zona aterrazada de que disponía. Todo un atractivo exclusivo, que atraía allí a muchas personas mayores, y no tanto, para tomar el sol y disfrutar del panorama que ofrecía tan privilegiado lugar. Incluso, un personaje muy popular en la época, “el cojo-los-pollos”, montaba allí su rifa, con premios de caramelos para el que ganaba la tirada, como forma de ganarse la vida en aquellos años azarosos. Hoy, en estos terrenos se levanta un edificio de doce alturas.
César López Hurtado para Villena Cuéntame. 3 de julio de 2025.
Foto cedida por... Joaquín Sánchez Huesca
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