22 ago 2025

1996 YAKKA, GUMALLA, BILYANA

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Yakka, Gumalla, Bilyana. Por ALFONSO CARMONA GONZÁLEZ. Universidad de Murcia
La amplia comarca septentrional de Tudmir que abarca de Jumilla a Villena aparece citada con relativamente escasa frecuencia en los textos árabes medievales que han llegado hasta nosotros. Tales citas proceden de autores posteriores al siglo XI y se refieren a hechos que tienen lugar a partir de esa centuria. Hay quizá una excepción importante: la posible aparición, en una de las versiones del celebérrimo Pacto de Teodomiro, del topónimo Mana, susceptible de ser identificado con Villena.
Sabido es que del texto de la capitulación de Orihuela en el 713 conocemos varias versiones (1). En los manuscritos de una de ellas, la transmitida por al Himyari, Lévi-Provençal leyó, entre las ciudades firmantes del pacto, Mula, Balána y Allo (2). Cuando Ihsán 'Abbás hizo, a partir de otros manuscritos, la edición de ese mismo texto (3), leyó, en lugar de Mula, N.w.l.h. que puede interpretarse como Nuwilla o Nuwalla. En cuanto a Balána, mantuvo esa lectura, pero haciendo constar en nota que los dos manuscritos sobre los que se basó escriben: wa-Fulána wa-Fulána, lo que sin duda indica que el autor no entendió el nombre de dos ciudades en la fuente que copiaba y las suplió con esa expresión, que quiere decir un nombre propio que se ignora o no viene al caso. Por lo que respecta a Alloh o Allo, dado que en sus manuscritos aparecía esa ciudad y sí en la edición de Lévi-Provençal, la añadió entre corchetes (4).
Apoyándose en estas correcciones del editor árabe, M. J. Rubiera ve en el texto citado los topónimos: Nuwilla (Novelda), Billána (Villena) e lila (Elda) ) (5).
Aunque como he dicho, la palabra Billána no aparece en ninguno de los dos manuscritos empleados por Ihsán 'Abbás, en caso de querer admitirla —basándonos en la lectura de Lévi-Provençal—, debemos recordar que dicho topónimo no coincide con la ortografía con la que el nombre de Villena aparece escrito en árabe a partir, al menos, del siglo XI: Bilyána. El primero de estos nombres debe leerse (lo diré para los que no conozcan el sistema de transcripción del árabe a caracteres latinos) con doble /, no con la II del nombre actual.
Tal circunstancia lleva a María Jesús Rubiera a lanzar la hipótesis (6) de que alHimyari, que vivió en Granada en época nazarí, debió tener acceso a un documento antiguo, «seguramente el documento primitivo, transcripción árabe de un texto latino». Ello se deduce, a su juicio, del hecho de que los topónimos Billána, lila, Nuwilla mantienen sin palatalizar la /geminada latina. Pero, como consta que Villena, a partir del siglo XI al menos, se decía Bilyána, hay que suponer, según la argumentación de M.ª Jesús Rubiera, un paso de la doble I a ly (1 palatalizada) producido con posterioridad al siglo octavo.
La defensa de esta hipótesis, sin duda sugerentes, pero basada en una problemática lectura de los manuscritos en cuestión, deberá tener en cuenta, además, que la referida germinación de la / se mantuvo en época árabe en topónimos de la zona que estudiamos, como Gumalla (Jumilla), y, si admitimos la lectura lila y Nuwilla en el texto de al-Himyari, y su transformación en Elda y Novelda, tenemos ahí otros dos casos de no palatalización del I germinada. Quizá el único rasgo de la palabra Billána que podría explicar una hipotética evolución diferente con respecto a los otros tres topónimos, sea la posición de la geminada con respecto a la sílaba tónica (7), ya que el contexto vocálico, en estos cuatro casos, si aceptamos la vocalización expuesta, no nos ayuda a aclarar la cuestión (8).
Sin embargo, el que haya razones para admitir la presencia del nombre de Villena en una de las versiones del Pacto, no indica forzosamente que dicha población fuera una de las acogidas a ese tratado, pues, como es bien conocido, si sumamos los nombres de ciudades que aparecen en todas las transmisiones del texto de la capitulación, el resultado es superior a siete, que es el número de ciudades adherentes en que todas las fuentes coinciden.
Por lo tanto, o hay que excluir algún nombre, o cabe imaginar —como he dicho en otro lugar (9)— «que el número de ciudades pactantes no fue de siete, sino superior, habiéndose «deslizado» posteriormente ese dígito por su valor mágico-religioso y por ser fácil de retener en la memoria, pues es bastante casualidad que fueran siete las ciudades, como son siete los días de la semana y los de la Creación, siete las vacas gordas y las flacas, siete los varones apostólicos, los sacramentos, los pecados capitales...; siete son los sabios de Grecia y siete las maravillas del mundo, siete los planetas para los antiguos astrónomos, etc. Después, cada autor intentaría acomodar a ese número la lista (o listas) de ciudades sometidas que conociera. O bien: hubo en un comienzo siete poblaciones adheridas al pacto, al que fueron agregándose otras, sobre todo si estaban fuera de los límites geográficos de la zona que inicialmente pactó y no querían mantener una guerra imposible contra el invasor».
Pero, de todos modos, fuera o no Villena una de las ciudades capitulares, lo que sí damos como seguro es que allí se encontraba una población visigoda de origen romano, a juzgar por el nombre, y que, dado el silencio que guardan con respecto a ella las fuentes árabes de los primeros siglos, debió ir cayendo en un estado de estancamiento y atraso. Quizá una posible resistencia a la islamización, común —me parece— a otras ciudades firmantes del pacto, le condujo a su aislamiento dentro de ese nuevo estado que se forjó durante el siglo VIII.
Por último, antes de acabar este primer apartado, dedicado a una posible forma Billána para el nombre altomedieval de Villena, quiero aludir a una hipótesis sugerida también por M.ª Jesús Rubiera (10). En su antología, Ibn Bassám (11) incluyó una larguísima carta escrita en la primera mitad del siglo XI por Ahmad Ibn Suhayd al rey de Valencia 'Abdal'aziz Ibn Abi 'Amir, en que aquél le recordaba la promesa que se le había hecho de concederle una finca (day'a) en Tudmir, explicándole la razón por la que había sido objeto de tal merced, y era que el padre de Ibn Suhayd fue durante nueve años agente de Almanzor en el Levante. Al mismo tiempo, informa de las circunstancias en que se produjo la vuelta de su padre a Córdoba tras su cese voluntario, y cómo Almanzor no sólo no gravó con impuesto alguno las enormes ganancias que había conseguido en el cargo, sino que le concedió, de por vida, una cantidad de trigo y cebada para alimentar a su familia y su numerosa servidumbre.
Dichos suministros debían ser retirados —se le dice— «de los graneros de tal sitio (mín ahra Fulana) por su proximidad a tu lugar (/de residencia?». La profesora Rubiera Mata opina que es posible leer. F.Ilána, en lugar de Fulana, y entender que se está refiriendo a Villena, sobre todo teniendo en cuenta que «no lejos de esa población existen los topónimos Alorines y Alforins, cuyo étimo es al-hury (el granero estatal)».
A partir del siglo XI, Villena empieza a ser una población que cuenta en el Levante hispano-arabe. De allí era originario un poeta de ese siglo: Abu I-Rasan Rásid ben Sulaymán. De él dice al-Higari (m. en 1155) (12):
«Era natural de Bilyána (Villena), donde poseía unos bienes que había recibido en herencia. Vivió en la capital, Murcia, donde alcanzó un alto rango. Escribió para quien gobernaba entonces en ella, que era Abu 'Abdarrahmán Ibn Táhir».
Recuérdese que el mencionado Abu 'Abdarrahmán Ibn Táhir gobernó desde 1063 —en que sucedió a su padre— hasta que Murcia pasó a incorporarse al Reino de Sevilla unos veinte años después. Es ésta, pues, la primera vez —tanto por la época del autor como por la fecha de los hechos— que el nombre de Bilyana, con esa preciosa ortografía, aparece en los textos árabes.
Cuando hacia mediados de ese siglo, el geógrafo almeriense al-'Udri describe la ruta de Murcia a Valencia (siguiendo, al menos en parte, la antigua Vía Augusta), no menciona Villena y sí el cercano enclave de Biar (13):
«De la ciudad de Murcia a la de Orihuela hay una etapa; hasta el pueblo (qarya) de Aspe hay una etapa; hasta Biar (Biyar), una etapa; hasta la ciudad de Játiva, hay una etapa; hasta la ciudad de Valencia, una etapa».
Tampoco aparece Villena, sino Biar; un siglo más tarde, en el itinerario que nos proproporciona al-Idrisi (14):
« [De Murcia] a Orihuela hay doce millas; a la ciudad de Elche, 18 millas, al hisn (15) de Crevillente, 18 millas; a Biar, 35 millas; a Játiva, 35 millas; a la ciudad de Valencia, 36 millas». (Debe haber un error en la transmisión del texto, ya que, viniendo de Murcia, Crevillente está antes que Elche y además, entre ambas poblaciones hay mucho menos de 18 millas).
En otro pasaje de la misma obra (16), encontramos, más detallado, el mismo itinerario:
«De Murcia a Orihuela hay doce millas. De esta localidad a Albatera hay seis millas: allí es donde está el parador (manzil). Desde ese lugar al hisn de Aspe hay seis millas. Luego se dirige uno al castillo de la Mola, que está a orillas del río de Elche; entre Aspe y la Mola hay seis millas. El camino lleva luego hasta Petrel (Bitrir), donde se completa la etapa, que es de 35 millas. De Petrel hay que dirigirse al hisn de Biar (Biyar), y luego al hisn de Onteniente (Untinyan), hasta el cual hay 36 millas. De ahí a la ciudad de Játiva hay 30 millas»
El camino siguió pasando por Biar por lo menos durante un siglo más. Así se constata en la ruta que siguió la expedición de Jaime I en noviembre de 1265 en dirección a tierras murcianas. Pero, el itinerario de esa marcha incluyó Villena, enclave sin duda de gran importancia, pues el monarca tomó el camino de Játiva, dirigiéndose luego a Biar (límite meridional entonces del reino de Valencia con el de Murcia), Villena, Elda, Petrel, Monforte, Alicante, Elche y Orihuela (17).
En el siglo XII, Villena es ya una localidad de cierta importancia, como parece probarlo el hecho de que allí encontrara refugio un destacado sabio huido de Jaén y de que a esa población del Alto Vinalopó fueran a buscarlo quienes deseaban conocerlo y aprender de él. La siguiente cita está tomada de la Takmila de Ibn al-Abbár (18):
«Abu 'Abdalláh Muhammad ben Ahmad [...], de Jaén. [...] Ibn llyyád, que transmitió tradiciones que aprendió de él, dice: "Lo conocí en Bilyána (ViIlena), [cabeza de] uno de los distritos de Murcia (min a mal Mursiya); creo que había tenido que salir de su tierra con motivo de los sangrientos conflictos (fitna) que estallaron en la época de la caída del régimen de los lamtuníes [=almorávides]».
El término amal (plural: a mal), en su acepción geográfico-administrativa, estoy convencido de que designó también algo así como lo que hoy recibe el nombre en España de «partido judicial». Me baso en que el sistema debió guardar probablemente analogía con el vigente en Marruecos hasta la época colonial. Allí, al frente de cada uno de estos distritos («amalatos» los llamarían los africanistas españoles de principio de siglo) había un cadí —propuesto por el juez de la capital— quien, a su vez, podía designar personas con atribuciones semejantes a las de los «jueces de paz» para los distintos pueblos de su jurisdicción (19). La traducción literal de la expresión min a a 'mal Musiya es «uno de los distritos de Murcia», pero me parece evidente que aquí no se está indicando sólo que Villena pertenecía a Murcia formando parte de una de sus divisiones administrativas, sino que era «capital de distrito» o «cabeza de partido», ya que dicho 'amal recibía el nombre de Bilyána, localidad que era, por lo tanto, su capital (20).
Para datar este encuentro en Villena (donde parece deducirse del texto que el jiennense impartía lecciones) hay que tener en cuenta que los conflictos a que aquí se alude debieron tener lugar entre 1144 y 1148, y que Abu 'Umar Yusuf Ibn llyyád, erudito valenciano originario de Liria, vivió de 1111 a 1179 (21).
Así pues, es esta la segunda vez que encontramos el topónimo Bilyána en las fuentes árabes. No mucho después, este nombre volverá a sonar, y será en una crónica almohade, donde se narra el regreso del califa Yusuf I de la campaña de Huete (22):
«Partió de Játiva [...]. Luego, prosiguió, el domingo (13 de agosto de 1172), y acampó en el castillo de Bilyána (Villena). En la marcha del lunes, acampó en el castillo de 'Asf (Aspe). Luego continuó, el martes, y acampó en el castillo de Elche. En la marcha del miércoles, acampó en el castillo de Orihuela».
La última mención de Villena en un texto árabe medieval es quizá este pasaje de Ibn Sa'id al-Magribi (m. hacia 1284) (23):
«La ciudad de Villena (madinat Bilyána) ofrece un bello aspecto. Dispone de agua abundante y tiene huertos. Se encuentra al norte de Murcia. De ella es Abul-Rasan Ra sid ben Sulaymán».
En este texto, Villena es llamada madi na (ciudad), lo que indica, en principio, un carácter administrativo y una población superiores a los de la simple qarya o a los del hisn. Pero, sabemos que también conservaron esta categoría algunas poblaciones que la tenían con anterioridad a la conquista árabe-islámica, a pesar de que, en realidad, debieron quedar reducidas a meros caseríos o poco más. Así, por ejemplo, Minateda (Madi nat lyya) (24) o quizá incluso Cartagena (Madi nat Qartaganna), que no parece «despegar» hasta el siglo XII.
Extraído de la Revista Villena de 1996 

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