Habrá a quien pueda parecerle gracioso, seguramente alguien se pavoneara de haber tenido una ocurrencia de lo más cómica, pero a mí me parece (quizás sea el único) una guarrería, dejadez y desprecio al uso de lo que es de todos.
No solo al visualizarlo no le veo la gracia, sino que me revienta que un trabajador público (al que pagamos todos), tenga que invertir un solo minuto de su tiempo en retirar lo que algún guarro ha dejado.
Así que responsables de la Junta Central, si necesitan un criterio para saber a quién dar tribuna sugiero este:
Primero comprueben si los ocupantes de la tribuna son los que han dejado el regalo (será fácil con la documentación gráfica que se maneja en fiestas y preguntando a los vecinos de tribuna).
Segundo. Si es así, generen una lista de personas “no merecedoras de ocupar esos espacios”.
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