26 feb 2024

1996 LA SOLDADESCA EN LAS FIESTAS DE LA VIRGEN

HOMENAJE A D. JOSÉ Mª SOLER ESPECIAL DIA 4 QUE FUERA
La soldadesca en las Fiestas de la Virgen  
El 11 de abril de 1638, se nombró a don Antonio Díaz Navarro como capitán; a don Juan Matheo de Márquez como Alférez, y a Onofre Oltra como Sargento, para que se realizara ordenadamente el traslado de la Virgen a la ciudad en rogativa por la sequía y en atención a que algunos veci­nos, "henchidos de devoción, quieren acompañarla y gastar alguna pólvora". Es la misma fórmula que se ha empleado en la fiesta de cualquier cofradía. Pero aquella iniciativa sentó un precedente, y, en 1646, se repitió el acto en senti­do inverso, al retornar la imagen al santuario después de haber estado varios días en la ciudad para propiciar la llu­via. El argumento empleado en la solicitud sigue siendo el mismo: que "hay muchas personas que tienen voluntad, para ayuda del festejo de este día, salir con sus arcabuces". En esta ocasión, el capitán fue el doctor don Juan Matheo de Márquez, que había sido Alférez ocho años antes, y para este cargo y el de Sargento se designaron a don Jerónimo Martínez de Olivencia y a don Pedro Martínez de Medina respectivamente. No se nos dice cómo iban vestidos aque­llos arcabuceros, pero a buen seguro que irían uniformados de alguna manera. 
Un eslabón entre los festejos realizados en honor de la Virgen y los civiles lo observamos en la preparación de los actos conmemorativos de la victoria de los Borbones en la guerra de Sucesión acordados el 10 de julio de 1718. Se dispuso el traslado de la Patrona desde su santuario hasta el templo de Santiago el día 29, y se nombraron varios comi­sarios: unos, para la prevención y disposición de la pólvora, y otros, "para el adorno y composición de caminos y calles, así en el día de la Entrada, como en el de la Procesión General". Parecen frases extraídas de un programa actual, que aclaran un concepto que ha venido desdibujándose al correr de los años: la "Entrada" no es el desfile del día 5, sino la de la Virgen en la población, y viene siendo así desde más de un siglo antes de que se fundaran los "moros y cristianos". El 10 de abril de 1750, leemos un acuerdo del Ayunta­miento muy detallado y expresivo. Los comisionados don Alonso Rodríguez, don Pedro Antonio Herrero y don Fran­cisco Cervera, acompañados de los beneficiados de Santia­go, habían hecho una cuestación por la ciudad para los gas­tos que originara la traída de la Virgen, y dicen que los vecinos, "llevados de su piadoso celo, afecto y devoción a Nuestra Señora, habían dado y ofrecido aún más de lo que permitían sus facultades, y creían que "no sólo habían fon­dos y caudales necesarios para los gastos acostumbrados, sino que sobrarían algunos". En consecuencia, acordó la Ciudad traer a la Virgen procesionalmente desde su conven­to hasta la parroquial de Santiago, "con el acompañamiento de hachas, fuegos artificiales, iluminaciones en las calles públicas y sierras que circundan esta ciudad y en su casti­llo, como siempre se ha practicado en las ocasiones que se ha traído, y que, al mismo fin, se adorne la iglesia con alha­jas, pinturas y demás correspondiente, y en especial la capi­lla mayor donde se ha de colocar la Imagen, disponiendo para ello se ilumine toda la iglesia al tiempo de "la entra­da". Se dispone también lo referente a las funciones religio­sas, misas, sermones "de los oradores de mayor opinión" y salvas, con música y demás aparatos que acrediten la cre­ciente devoción, esmero y culto de estos vecinos". 
Se acuerda también estimular a los vecinos "para que formen las soldadescas que siempre han hecho en demostración de su júbilo", y cada una de las nueve noches que había de permanecer la Virgen en la Ciudad, se construyeran casti­llos de fuegos artificiales "con las mejores invenciones que permitiera el arte". Es la primera vez que vemos empleado el término "soldadesca", y es de notar que son los vecinos los que tienen que formarla, sin intervención de ninguna organización de tipo militar. Estábamos en el relativamente próspero y tranquilo reinado del melancólico Fernando VI. Y esa "soldadesca" que hemos visto intervenir tantas veces en fiestas cívicas y de cofradías, se incorpora definiti­vamente a las que sólo tienen relación con la Virgen de las Virtudes. Se menciona en la romería de la "Esclavitud" de 1834 y en el "Paseo" de acción de gracias por haber finali­zado la epidemia de cólera en 1835. Pero en ninguno de estos casos, ni tampoco en el de abril de 1750 a que nos hemos referido, se trata de las "Fiestas" por antonomasia, que son las del 8 de septiembre y es en 24 de agosto de 1847 cuando un grupo de vecinos, encabezados por Martín Vera, recuerda al Ayuntamiento que se hallan próximos los días 6, 7 y 8 de septiembre, en que se realizan funciones religiosas en los días de la Natividad de la Virgen, y que el pueblo "coadyuva a ellas con "soldadescas" y fuegos artifi­ciales, usando sólo armas con llaves de mecha"; solicitan que se pida permiso al Jefe Político "continuando la cos­tumbre antigua hasta ahora observada". El Gobernador o Jefe Político, que lo era por entonces don José Rafael Gue­rra, autorizó la celebración de aquellas "fiestas de moros y cristianos" con fuegos artificiales; aquí se observa ya una absoluta similitud entre el término "soldadesca" utilizado por los vecinos y la frase "moros y cristianos" empleada por el Gobernador. Y es el gran poeta don Ramón de Campoa­mor, que era Jefe Político en 1850, quien utiliza ya unidas ambas expresiones cuando, el 28 de agosto de aquel año, autorizan que se hagan los fuegos artificiales y la "soldades­ca de moros y cristianos" solicitados. No obstante, el dubitativo empleo de estas y otras fór­mulas para referirse a este festejo perdura durante la segun­da mitad del siglo XIX: "simulacro de moros y cristianos" se dice en 1857, 1884 y 1889, y "función de alardo" en 1859 y 1860. En 1863, los capitanes de las comparsas de "Cristia­nos", "Romanos" y "Moros", que según dicen ellos hacen las fiestas "desde inmemorial", piden autorización para poder seguir la costumbre de la "soldadesca" y demás actos. 
En 1859 se produce un hecho que ha tenido su répli­ca, aunque por motivos diferentes, en los días que corre­mos. El Administrador de Rentas Estancadas comunica al Alcalde la prohibición de que nadie pueda salir a disparar en el "alardo" que se hace a la Patrona sin solicitar el per­miso de la autoridad, que será concedido con la presenta­ción de la guía que acredite que la pólvora es de la Hacien­da Nacional, y no de contrabando. ZAPATER nos informa de que, en el primer tercio del pasado siglo, dos villenenses muy populares en su época, Clemente Sáez y Manuel Fita, levantaron el castillo de embajadas en la Puerta de Almansa "con el fin de dar forma a las escaramuzas de los "Moros y Cristianos", que entonces se conocían con el nombre de "la Soldadesca", y añade que, por espacio de muchos años, tuvo una inscrip­ción en la cara oeste que decía: "A los desvelos y cuidados de Clemente Sáez y Manuel Fita se debe este castillo". 
Años después, don Salvador AVELLÁN comentó que la ins­cripción "se debió transcribir con una pequeña variante", porque al final decía: "año 1843", fecha omitida por ZAPA­TER. Este autor dice también que, por aquellas fechas no había más comparsas que la de los "Moros" y la de los "Cristianos", y que después se fueron formando las restan­tes. Es pues más que probable que, al conjunto formado al principio con los antiguos "fusileros" o "arcabuceros", transformados en la comparsa de "Cristianos", y con aque­llos "Moros", que hay que identificar con los que hoy lla­mamos "Viejos", se le siguiese dando durante algún tiempo el antiguo nombre de "soldadesca"; y parece corroborar esta opinión el hecho de que los "Moros Viejos" hayan ocu­pado siempre el primer lugar en los desfiles, y sean los encargados de traer, guardar y llevar la "Mahoma", que es un préstamo que nos hicieron los de Biar, seguramente cuando se levantó el castillo de Embajadas, precisamente "para que los moros y los cristianos tuvieran un punto que combatir", como dice ZAPATER. Los "Cristianos", por su parte, han ocupado siempre el último lugar, que es como el privilegio de marchar siempre junto a la Patrona. Todas las Comparsas que se ha incorporado después lo hacen entre aquellas dos, que son las que enmarcan un festejo que se ha ido ampliando durante siglo y medio.
DIA 4 QUE FUERA 1996
Cedido por... Joaquín Sánchez.

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