26 feb 2024

1993 AQUELLAS PRIMAVERAS

Aquellas primaveras
Juveniles primaveras con 
sus perfumes sin tasa... se 
filtraban en mis venas 
encendiendo mis palabras; y 
entre deseos permanentes 
lejanos y siempre nuevos, 
un fluir de goces puros 
florecían en mi enramada.
Benditas las primaveras que 
aún renuevan viejas ansias de 
mis vivencias primeras 
dormidas en lontananza.
Cuando peino añejas canas... 
mi corazón enternecen,
aunque tiemble ante la Parca 
que merodea por mi estancia.
Soy... como fresas del bosque 
manando sangre morada. O, 
cual aquel vetusto roble con 
sus ramas mutiladas, porque 
el paso de los años mermó su 
savia preciada, dejando atrás 
muchos frutos de cosechas 
fatigadas.
Con manto de terciopelo 
la dulce tarde rosada, 
moríase lentamente
sobre un crepúsculo en ascuas. 
Yo, con mis ojos al cielo fui 
cediendo a mis nostalgias, y 
mis versos escribiendo cuando 
un ruiseñor cantaba.
¡Ay, mis viejas primaveras 
por dulce brisa arrulladas! 
se me pusieron de canto 
entre mis veinte lejanas. 
Mi alma, triste, suspiraba 
envuelta con mil recuerdos 
de mi mente atribulada... 
remontada por lo etéreo 
sobre una senda tan larga, 
que atraviesa el Universo.
Sé, que aquellas primaveras 
irreversibles, mundanas... 
las llevo siempre allá dentro, 
y las gozo al recordarlas... 
aunque mi ilusión sea vana.
Francisco Azorín Valdés
Extraído de la Revista Villena de 1993

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