29 ago 2023

1963 MENSAJE

MENSAJE Por Manuel Lucas Pérez - Cura de Santa María
NINGUN villenense estará tranquilo. ¿Una afirmación gratuita e imprecisa? Creemos que no. Todos los años el ritmo normal de nuestra ciudad en su continuo progreso se rompe. Vuelve la Señora a recordar con su presencia material y plástica que está junto a nosotros y nos sentimos, en mutua correspondencia, más cerca de Ella al tocar y ver con nosotros su presencia «morena». Sabe que en espíritu la recordamos siempre, que es testigo vivo y oculto de nuestras alegrías y penas (caminar del hombre sobre la tierra). Nuestra plegaria suplicante o agradecida no falta a los pies de la gran Señora. Desde niños anhelamos sus caricias maternales, que nos hablan de bien y de paz, de refugio y consuelo, y las recordamos temblorosos en los días de su entrada triunfal, que nuestra ciudad vive de modo especial para Ella.
La miramos y pensamos : ¿tendrá que decirnos algo este año? La madre siempre tiene qué decir al hijo fiel y obediente, al que la ama y lleva en su corazón a pesar de sus «travesuras». La Señora nos habla, pero no lo hace por sí misma ; prefiere seguir siendo la humilde doncella de Nazaret, la esclava, la gran escondida. Nos habla a través de su dulce Cristo en la tierra, al que todos amamos un poco más, después de los acontecimientos dolorosos y gozosos del próximo pasado (muerte de Juan XXIII y elección de Pablo VI). Ella nos dice por medio de su intérprete, el gran Papa Pacelli «Es todo un mundo lo que hay que rehacer desde sus cimientos, lo que es preciso transformar de selvático en humano, de humano en divino, es decir, según el Corazón de Dios. Hemos de dar comienzo a un potente despertar de ideas y obras ; despertar que obliga a todos a una renovación total de la vida cristiana, a la línea de la defensa de los valores morales. No es momento de discutir, de buscar nuevos principios, de señalar nuevas metas y objetivos ; unos y otros ya son conocidos y de-terminados en su esencia, porque han sido enseñados por el mismo Cristo». ¿Tenemos conciencia de que sus palabras son una realidad? ¿El orden existente exige esa pronta revolución-renovación, en la que debemos estar todos presentes? Acaso diga alguno «¿no vivimos ahora en el mejor de los mundos Posibles, que Dios hubiera podido crear?» Quien tal opinara no tendría conciencia ni de la realidad histórica, ni de la realidad del mundo en que vivimos. Quizá me atrevería a decir, es un hombre de los llamados «prefabricados», sin personalidad, de los que tanto abundan ahora, y que hombres sensatos hasta ahora empiezan a pensar si será el hombre ideal para el futuro, para vivir mejor la vida acolchonados y apoltronados en algo que se nos va de las manos ; hombres que viven sin perspectivas de eternidad y que son los primeros que saliendo de su inconsciencia deben estar prontos a alistarse en ese gran ejército pacífico, pero rebelde, ante moldes y estructuras anticuadas, para implantar en el mundo una paz más estable que la actual. Porque no estamos conformes en vivir codeándonos a diario con individuos de los que estamos hablando: seres infrahumanos, pues su inteligencia y voluntad-libertad actúan muy pocas veces en sus vidas, son ausentes. Les brindamos profundizar estas ideas, y para ello,. que hagan silencio al menos por una sola vez a la materia y al ambiente, y con toda sinceridad piensen si este orden de cosas es cierto, por qué se ha producido, dónde está la raíz que aflige a la humanidad.
La Señora se acerca de nuevo a nosotros y vuelve a hablarnos, dándonos una respuesta contenida en un Libro de perenne actualidad, y que a todos los católicos debía sernos familiar. Habla a través de Saulo de Tarso, el que encontró la Verdad en el camino de Damasco, a la que no pudo negarse, hasta morir por ella. Pablo escribe a los cristianos de Roma y señala la raíz de este mal, el de entonces y el de ahora y el de siempre, a no ser que un puñado de «quijotes a lo divino» se rebelen contra toda vulgaridad y logren implantar un mundo mejor. Pablo viene a decirnos que el hombre, en su autosuficiencia y en esa aspiración de ser como Dios, se olvida de algo que quizá parezca ridículo y ofensivo a muchos de nuestros lectores, pero que no deja de ser realidad; se olvida de que el hombre perfecto es cuerpo-alma-gracia; que al estar bautizados ha de haber en nosotros una doble lucha con aspecto negativo (ausencia de pecado y negación de las pasiones) y otro positivo (esfuerzo habitual para incorporar la vida de Cristo a nuestra propia vida hasta quedar en Cristo). Esta labor continuada irá matando en nosotros el «hombre viejo», esclavo del pecado, y será sustituido en toda su amplitud por el hombre ideal, que venimos apuntando, que da a su vida soluciones de fe y no puramente humanas, que vive no según la carne, sino sincronizado con Dios, que es armonía, seguridad y paz. Si así fuera me atrevería a decir que ya habíamos empezado a plasmar en nosotros el mensaje que la Señora nos comunica este año.
Si somos agradecidos, seamos portadores de su mensaje y llevémoslo a todos los ámbitos de nuestra ciudad, noble y leal, seguros de que no hay Madre tan buena para el villenense como su Morena.
Extraído de la Revista Villena de 1963

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