BIENVENIDA
Farolillos que titilan
sobre mares de cabezas
avanzan muy lentamente
en la noche del día cinco, por la cuesta
que arranca desde la vía
hasta donde el pueblo espera.
Su luz de llamas delgadas,
parecida a las luciérnagas,
dibujan temblorosas en la noche,
con fondo de sombras quietas,
el perfil blanquecino de la Virgen,
de faz dulce y serena.
Dan la Bienvenida a la Señora
mil caballeros vestidos
de nobleza, entre explosiones
de honor y jugar de banderas.
A los acordes de triunfales himnos, de
vítores, de lágrimas
y de labios que rezan,
con incendio de luces
y disparos que atruenan, en un
ambiente denso de emociones,
pugnando todos por estar muy cerca
para formar cortejo en torno suyo,
camina lentamente nuestra Reina.
Llega la Virgen,
nuestra Virgen llega,
prodigando amores,
endulzando penas,
tras un largo camino polvoriento
sembrado de guijarros y de arena.
Quise acercarme más,
estar mucho más cerca
para verme en el lago de sus ojos,
y tras denodada brega,
toqué la fimbria sagrada de su manto
y... ¡me miró Ella!
Jerónimo Hernández
Extraído de la Revista Villena de 1965
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