"PASAR POR BAQUETA"
Uno de los juegos que más llamaba la atención en mis años infantiles era el de los "hoyicos". Junto al del "palo y la estornija" y el de "quedo", toda la chiquillería de aquellos años lo practicábamos con verdadero deleite.
Pero el primero tenía el aliciente de que los que perdían, "pasaban por baqueta", o sea, cruzaban corriendo por delante de una pared cualquiera, mientras los ganadores les lanzaban con todas sus fuerzas y con las peores intenciones, una pelota de trapo o de goma. El juego, en el lenguaje de ahora, tenía garra.
Pues bien, todos los años, cuando va a finalizar la procesión que en honor de nuestra Virgen de las Virtudes se celebra el día 8 de septiembre, acude a mi mente, por una serie de circunstancias que siempre se repiten, el juego de los "hoyicos".
Al reajustarse en el año 1939 los turnos para llevar la imagen y él palio en la procesión de la Patrona, la Junta de la Virgen nos destinó a varios amigos para sacar a la Morenica de la Iglesia, y consecuentemente, el último relevo del palio, desde el Ayuntamiento a la Arciprestal de Santiago.
Y es precisamente en ese momento cuando se produce el hecho que me trae dulces recuerdos.
Llega la Virgen a la plaza. Se oye un toque de clarín, y todos los festeros disparan sus arcabuces al unísono, rompiendo el silencio, para seguir haciéndolo a discreción. Avanza la Virgen lentamente a través de esa cortina de arcabuzazos, y observada desde una perspectiva superior, parece que flota sobre la densa nube de humo que se forma. Los abanderados agitan y juegan sus banderas. Las campanas se unen al saludo alborozadas y alegres. La pólvora quemada cae lentamente sobre todos. Esporádicamente, tras la sonrisa pícara de un festero, y al paso de la reducida comitiva, se oye un disparo que hace temblar los cimientos de la plaza, y que a mí más bien se me antoja una explosión atómica. De vez en cuando vuelvo la cabeza, y de entre las Autoridades eclesiásticas, civiles y militares que acompañan a la Patrona, resaltan las caras y los gestos de los que pasan por primera vez. Quizás no imaginaban ni remotamente lo que están presenciando. Es un espectáculo fuerte y maravilloso que a los que me lean, yo les invito a presenciar.
La iglesia, abarrotada de gente, espera ansiosa la llegada, y entre rezos y vivas, recibe jubilosa a su Virgen morena. Y después de un paseo por el interior del templo a los acordes del himno nacional, la venerada imagen es depositada amorosamente en su trono.
Cuando me retiro a descansar, cansado ya el cuerpo por tanto día de emociones y ajetreos; con la nostalgia en el alma al ver que las Fiestas agonizan, sueño con el deseo de volver a vivir al año siguiente ese bello momento de la noche del día 8, en que unas cuantas personas PASAMOS POR BAQUETA, como cuando en nuestra infancia feliz y despreocupada, perdíamos al juego de los "hoyicos".
VIPE
Extraído de la Revista Villena de 1967
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