CARTA – JUGANDO A LAS OPINIONES
Paseando por aquel vasto jardín de la naturaleza, escuché un diálogo. No se ponían muy de acuerdo quién de los dos tenía más razón; si el clavel por ser masculino o la rosa por ser femenino.
Con un atrevimiento muy grande me acerqué y sin pedirles permiso, de entre ambos cogí unas rosas y unos claveles, dejándoles con su pequeña lucha. Los entremezclé y al llegar a casa di el ramo a mi señora, quién dijo sin vacilar: ¡qué conjunto tan bonito!.
Vi luego que los trigales no pueden desprenderse (aunque quisieran) de las amapolas, y que el labrador, al ver los frutos de su trabajo, sonríe, contemplando el adorno que dan a sus campos estas florecillas rojas.
Cuando en voz alta expresé estos pensamientos, mi amigo, al escuchar, me preguntó que a donde quería ir a parar.
A ninguna parte que no sea ya conocida por todos. Que el conjunto del Universo entre los seres, ha sido y tendrá que ser siempre unión imprescindible de macho y hembra para formar un todo. Y que si por alguna circunstancia, la mujer pudo quedar relajada, al llegar (como ha llegado) su reivindicación, porque los derechos humanos así lo exigen, puede manifestarse en igualdad de condiciones que el hombre, puesto que su voto también cuenta a la hora de opinar que es mejor para regir una sociedad.
Pero eso sí, rogando que no deje de ser para su compañero el adorno florido que dan las margaritas, sin exceso de coquetería.
Pensemos que podríamos ver en la carroza que cierra un festejo, a un varón sentado con su corte, en lugar de a una linda mujer que con su sonrisa femenina hace vibrar el corazón de los espectadores.
Pensemos a dúo, pero sin exceso.
Francisco Poveda Esquembre
Extraído de la Revista Día 4 que fuera de 1988
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