1899 VILLENA - LA REVISTA MODERNA - MADRID
Hoy precisamente celebra la pintoresca ciudad alicantina sus tradicionales feria y fiesta en honor de su patrona la virgen de las Virtudes. Villena, la antigua Vigerra, asentada en el monte de San Cristóbal, y coronada por el viejo y casi derruido castillo, ostenta en estos días más que en el resto del año sus hermosas mujeres, que parecen andaluzas por el airoso cimbrear del talle, valencianas por el encanto de sus ojos y agarenas por su tez mate. Ellas son las que constituyen el mayor atractivo de las fiestas, luciéndose en el alegre paseo de Villena, desde el cual se ve el ir y venir de los trenes. Y de las fiestas, la de moros y cristianos es típica, notable, extraña; no parece en viéndola sino que nos hallamos en África. El elemento joven de Villena se engalana con el clásico traje del bereber ó con el del antiguo combatiente cristiano de los tiempos de la Reconquista. Alzan un castillo y ¡ya está armada! Abencerrajes y cristianos pelean con vigor y tenacidad; las detonaciones de arma de fuego retumban y repercuten atronando los oídos, hasta llegar un momento en que ya no se dan cuenta del ruido los espectadores pacíficos..., que no son muchos, por lo menos los que se hallan cerca. Villena — se puede decir entonces con mucha propiedad—arde en fiestas.
La lucha se decide siempre en favor de los cristianos. Y si se consumió pólvora para tomar el castillo, pólvora se consume después en celebración del triunfo de la Cruz, y se consume también mucho vino, ese delicioso vino que se cultiva en aquel suelo tan feraz. Y sobre todo, mucha alegría.
El forastero se dedica á recorrer la población con el principal objeto de ver el famoso castillo, de difícil y peligroso acceso, y el no menos famoso manantial subterráneo que, frontero á la plaza del Mercado, brota de entre las peñas de una cueva, sobre la cual asiéntase antiquísimo y solariego edificio. La fuente de los burros., como allí denominan al raro manantial, sirve para baño de caballerías en el estanque en rampa que forma en la plaza del Mercado.
El forastero se dedica á recorrer la población con el principal objeto de ver el famoso castillo, de difícil y peligroso acceso, y el no menos famoso manantial subterráneo que, frontero á la plaza del Mercado, brota de entre las peñas de una cueva, sobre la cual asiéntase antiquísimo y solariego edificio. La fuente de los burros., como allí denominan al raro manantial, sirve para baño de caballerías en el estanque en rampa que forma en la plaza del Mercado.
Las moras y dos moros.
Y después de ver estas dos cosas, no sin haberse hallado en el camino con muchos y regocijados grupos de caras bonitas, el forastero va á tomar café al Casino Villenense, luego un rato á oír música en el paseo y á disfrutar del hermoso espectáculo de una ciudad en fiesta, en la que se visten las mujeres con lujo y con mucho gusto y arte, lo que hace resaltar más aún su belleza.
A las fiestas de Villena va gran parte de la provincia. Porque tienen fama justa lo mismo ellas que las villenenses. El que esto escribe, certifica de que valen más, mucho más las segundas que las primeras, con ser éstas notables.
R. de F. - Fotos... Silvino Díaz
REVISTA MODERNA 29 SEPTIEMBRE 1899
Cedida por... José Sánchez Ferrándiz
1 comentario:
poco a poco y con la colaboración de los villeneros ,da gusto ver el gran patrimonio que se esta construyendo, para bien de la historia de Villena.
Publicar un comentario