Reivindicación de una Calle
Por Máximo García Luján
Por Máximo García Luján
Foto PALAO
A ciudad tenía una calle perdida, y no por estar situada en un extremo de la población, donde el campo y la ciudad se encuentran para entablar porfiada y noble lucha, defendiendo el primero sus árboles, sus plantas, su verde paisaje, ante la picoleta demoledora de la civilización y la ciudad para defender también su derecho a expandirse, a hacerse grande, buscando horizontes más amplios, lugar al que no ha llegado la urbanización, «tierra de nadie» en la que se centra ese tira y afloja en la disputa entre la ciudad y el campo que la rodea.
No; la calle perdida está en el centro de la ciudad, en el corazón mismo de Villena se encuentra esa calle que, desde tiempo inmemorial, estaba desligada, desgajada de la población, formando un cantón independiente, una vía intransitable... En ella había focos de inmoralidad pública, cuya existencia era una verdadera pesadilla para todos los vecinos, gente pacífica y honrada que vive a su alrededor. No seremos prolijos en detalles. Todos, grandes y medianos, hemos oído hablar de cuanto allí pasaba. La vecindad tenía que soportar los escándalos, los altercados y, lo que es mucho peor, la convivencia con seres desgraciados que son la vergüenza y la lacra de nuestra sociedad actual. Los niños veían y oían cosas que deben estar ocultas a su inocencia. Existía el confusionismo, puesto que por estar incrustada la calle en el corazón mismo de la ciudad, era inevitable, en muchas ocasiones, la convivencia entre el ciudadano honrado, consciente de sus deberes sociales, y aquellos otros que, olvidando el respeto que a sí mismos se deben y, sobre todo, el respeto y consideración que deben a los demás, concurrían con frecuencia a esa calle y la hacían campo abierto de sus malsanas costumbres.
«Subida de Santa Bárbara», antigua calle «del Reloj». He aquí un aspecto de la recuperada calle captado por la cámara de Palao.
Pero todo eso ya pasó. El Ayuntamiento acometió con todo entusiasmo la obra de restauración de la calle y en pocos meses quedó totalmente transformada. Se derribaron las casas que impedían la urbanización de la calle; se trazaron nuevas líneas y aquella calle lóbrega, sucia, intransitable, se ha convertido en una calle limpia, blanca, llena de luz, con una escalinata amplia y cómoda que conduce al lugar donde estuvo la ermita de Santa Bárbara, plataforma espléndida para admirar el paisaje de la ciudad y de la huerta incomparable que la circunda. Con muy buen acuerdo se ha sustituido el nombre de «calle del Reloj», que suena a lugar prohibido, a podredumbre, en su doble sentido moral y físico, por el nombre diáfano y pletórico de tradición de «Subida a Santa Bárbara», en memoria y recuerdo de la ermita que en honor de esta Santa existió, en tiempos pasados, al final de la calle. Y el día 23 del pasado octubre tuvo lugar la inauguración de la calle, con asistencia de todas las autoridades locales y numerosísimo público. Previo el exorcismo obligado, la calle quedó completamente conciliada con la ciudad y su reivindicación ha sido total.
La ciudad encontró de nuevo aquella calle perdida que nunca debió perder.
Extraído de la Revista Villena de 1956
Cedido por… Avelina y Natalia García
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