13 nov 2022

1960 DÍA DE LA PROVINCIA. NUESTRAS COMPARSAS, EL TRIUNFAL ALARDE DE ALICANTE

NUESTRAS COMPARSAS, EL TRIUNFAL ALARDE DE ALICANTE
Por Pedro Hernández Hurtado
Desde el corazón, en cualquier instante a partir del memorable 23 de Junio de 1960, escribimos, para esta apasionada Revista que intenta recoger en sus amorosos pliegos, con tanto afán de superación confeccionados, las efemérides más sobresalientes de la vida de Villena de un número a otro, de unas Fiestas a otras, —más para los que han de venir y deseen saber que para quienes lo hemos vivido— la crónica, que canto debiera ser, del portentoso acontecimiento que fue el desfilar de nuestras Comparsas de Moros y Cristianos, por Alicante, llenando el Día de la Provincia, con motivo de las Fiestas de San Juan.
Brillaba el cielo de la tarde con el azul suave del plácido clima alicantino. Los dos largos trenes que desde Villena salieron abarrotados de festeros, ya vestidos sus fantásticos y multicolores atuendos, inundaron la gran plaza de la Estación alicantina con ambiente de alborozo expectante ante una arriesgada actuación artística. Se notaba que todos sabían lo que se jugaba. Que se iba a exhibir, fuera de su natural marco, en otro de dimensiones mayores y ante un público extraño y dispar, lo más íntimo y querido de Villena y de cada villenense. Pero cada festero se sentía y se llevaba, además de fe, ansia de triunfar.
El hermoso recorrido estaba abarrotado de público que, intrigado, esperaba el desfile pagando por sus sillas precios récord, más del doble de lo que recordaba haber pagado en ninguna otra ocasión.
A las 6'30 nuestra laureada Banda Municipal, con 72 componentes abría, puntual, como de costumbre, el desfile, impresionando con su disciplina, uniformidad y ese brioso aire especial que sabe imprimir a las Marchas y Pasodobles. Luego, con ese clásico ¡ya están ahí! que, con seguridad, lo que podríamos llamar como la hinchada villenense tuvo que infundir a todo el público que se galvanizaba de expectación, apareció la cadencia grana de los Moros Viejos y, ya seguido, el destellante fulgor de los Moros Nuevos; la afiligranada marcialidad de los Marruecos; el majestuoso rosicler de los Realistas; el azufaifa y loto de los Nazaríes; el suave acompasar de los Bereberes y la afortunada innovación de los Árabes.
A la cadencia de las Marchas Moras sigue, en feliz variante del ritmo, la alegre música de los Pasodobles, con los bullangueros y fabulosos Piratas; la enamorado arrogancia de los Estudiantes; los flamantes y siempre sorprendentes Marineros; los romancescos Andaluces; los típicos Maseros, los impresionantes Almogávares y los serenos Cristianos, símbolos del heroicamente histórico paisaje rural.
Cada Comparsa, con una y dos Bandas de Música y, tras ellas, la sorpresa apoteósica de las alegóricas, fastuosas carrozas, iluminadas todavía más que por ingenios eléctricos, por la belleza rutilante, fresca, esplendorosa de las mujeres villenenses que, en inmensos racimos, también quieren adornar el fantástico desfile de sus hombres con el encanto impar de su belleza. Y todavía no se acaba que, tras esto, como broche final, llegan villeneros y villeneras con el atuendo típico, portando pomos y ramos de flores; a caballo los 14 capitanes y los 14 alféreces, enhiestas banderas festeras, que, alzándose, con sus rasos y sedas multicolores, con sus emblemas y símbolos ya triunfantes, hasta las asombradas palmeras, parecía que estas, galanas y complacidas, las acariciaban con la curva graciosa de sus ramas.
Y aún en dos últimas deliciosas Carrozas, la Corte de Honor y la Regidora con sus Pajes—Regidora de las Fiestas y no Reina, porque el título de Reina de las Fiestas se lo dio el hombre y la mujer de Villena a su Virgen de las Virtudes, en cuyo fervor viven. —El deslumbrador e inmenso desfile, por especial cortesía, lo cerraba la vistosa Banda Municipal de Orán.
Bastantes más de dos mil villenenses tomaron parte en el desfile de Alicante La Prensa habló de 60.000 espectadores. Nosotros tenemos que decir que hubo un solo asombro, un incansable aplauso y como un estremecido estupor ante la sorpresa de un desfile tan irradiante en colorido, en majeza en suntuosidad, en alegría, en disciplina, que engalanaba y abrillantaba de forma inconmensurable el nombre de Villena, propietaria de esta joya folklórica, por emplear la definición al uso y por recoger aquí la frase. el juicio que le mereció a un periodista de dimensión nacional en comentario con la primera Autoridad civil: Con este desfile tiene en su Provincia el más hermoso espectáculo folklórico de España.
Terminemos resaltando que Villena lo dio todo a Alicante sin pedir nada. Graciosamente; fervorosamente. Quiso, gustosa, complacer en mostrar su joya y volverse a casa. Y nada más. Para aún luego darle gracias a Alicante por haberle dado ocasión de proporcionar gala y esplendor a sus Fiestas, mostrando en sus calles y avenidas una faceta del inmenso tesoro que en tantos aspectos posee cada lugar y cada palmo de tierra de esta privilegiada Provincia. Y, gracias, por abrir el marco maravilloso de sus calles hermosas, desde su Alfonso el Sabio a la Explanada incomparable, a "La Entrada" de Villena.
Se venía hablando varios años de llevar las Comparsas a Alicante, en el Día de la Provincia. El empeño, indudable, era temerario. ¿Quién puede responder de lo que no tiene Reglamento, ni obligación, porque es todo voluntario y libre, a costa de cada uno, incluso el traje? Haría falta poseer un clima social muy elevado, el de la total unidad de un pueblo, y eso fue lo que demostró Villena, ese fue su mayor triunfo: la manifestación de la unidad de sus gentes. Libres todos para el sí o para el no, y todos estuvieron, sin faltar ni uno, en el sí.
Triunfo personal también, merecido; cosecha ubérrima a su apasionada y fervorosa gestión, llena de acertadas y brillantes innovaciones en sus cuatro años de Presidente de la Comisión Municipal de Fiestas, de José García Galbis que, buen pulsador del espíritu del festero; justo poseedor de su confianza, pudo atreverse hasta esto, y cuyo nombre está ya escrito en el friso de honor de los que se afanaron con éxito al mayor esplendor de nuestras Fiestas de Septiembre.
Como es lógico, el acuerdo del desfile correspondió a los Alcaldes de Alicante y Villena, cuyo nombre escribimos para constancia de estos anales: Agatángelo Soler Llorca y Luis García Cervera, sin olvidar a Gastón Castelló, artista, Presidente de la Comisión de Festejos de Alicante, que con este logro colmó una querida ilusión que tanto debe halagarnos porque muestra su fervor villenense, cuyo exquisito y fraternal espíritu define en esas inspiradas palabras de su Pregón de Fiestas: "Alicante abre sus brazos albiazules...".
En ellos Villena tuvo este año un puesto de honor. Se le ofreció con fe y amor, lo sabemos, y estamos satisfechos porque Villena correspondió a la distinción con hartura.
Y es que Villena, como la inmensa mayoría de los pueblos, peca de tener demasiado encerradas para sí sus joyas y sus tesoros, luego hay que comprender que no es extraño se desconozcan. En compensación, nos cupo a nosotros el orgullo de contemplar la asombrada sorpresa de la Provincia entera, que llenaba las hermosas calles de su bella Capital. Y Villena brilló como estrella rutilante, mostrando todo el esplendor de sus galas festeras, inconmensurable tesoro de fervor secular y muestra pujante de una vitalidad que avala su fama de ciudad viva, moderna, laboriosa, que anda gallarda y espléndida al paso de su tiempo, aunque cargada, alegre y vistosa, con las arcas pletóricas de un rico ajuar que traspasar de las generaciones que fueron a los generaciones que llegan.
Pero es ya ocasión de que abramos estos tesoros íntimos a esa corriente actual llamada turismo, ahora que sabemos que le causan admiración, ofrendando así a la moda de los tiempos la flamante riqueza descubierta en Alicante. Nosotros sabíamos que era cosa buena, pero teníamos la modestia de no creérnoslo por temor de decírnoslo nosotros solos. Ahora lo hemos oído y visto decir y podemos sentirnos naturalmente orgullosos, aprestándonos a mostrarlo aquí, en nuestros días tradicionales, para nosotros, como hasta ahora, pero ofreciéndolo también a los de fuera.
Pregonemos cada año en Septiembre, que queda abierta a la admiración de quien guste de la belleza y del esplendor; sobre el verde fecundo de las huertas y el momentáneo descanso de la industria, la ilusión, también albiazul, de un pueblo alicantino que ama y anhela, vive y produce y, arrobado por sus fervores mayores, ofrece la galanura impar de sus Fiestas al gozo de todos.
Corazón de estos pueblos viejos, siempre jóvenes porque saben conjugar el bien posible de acariciar con una mano, sin parar de andar, las cosas de los tiempos que pasaron, mientras tienden la otra, viril, laboriosa y emprendedora, a los tiempos que vienen.
Villena, Agosto de 1960
Extraído de la Revista Villena de 1960

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tenía constancia de este desfile, muy recordado en Alicante, pero nunca había leído este artículo. Gracias

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