21 oct 2023

1992 LA FOTOGRAFÍA EN IBEROAMÉRICA

LA FOTOGRAFÍA EN IBEROAMÉRICA 
Por FLORENTINO GONZALEZ MARTIN
Los «encuentros» fotográficos de Arlés de la edición de 1991 estuvieron dedicados a los fotógrafos en Iberoamérica, es decir, los nacidos entre Río Grande del Norte y la Tierra del Fuego.
Las diferentes exposiciones que tuvieron lugar en os numerosos locales habilitados en la ciudad, sorprendieron a la mayoría de los visitantes, aficionados o no, tanto por la calidad técnica de los trabajos presentados, como por el contenido artístico y sobre todo por la carga social que en aquellas fotografías se expresaba.
Muchos de los autores de la magna exposición son conocidos por los trabajos que se observan en revistas y exposiciones de ahora. Pero los hay que son desconocidos o casi desconocidos. Fotógrafos de hace años, de los inicios de este arte, los primeros en la fotografía de Iberoamérica. Casi, casi desde cuando se inventó la fotografía, desde primeros de este siglo.
De todos los que allí tuvieron su obra expuesta, hay dos que destacaron: MARTIN CHAMBI y MANUEL ÁLVAREZ BRAVO.
MARTIN CHAMBI fue el protagonista de aquellos encuentros de hace un año. Una de sus fotografías se eligió como cartel anunciador de los «encuentros», la titulada «LA SENORITA TORERA».
Martín Chambi (1891-1973), peruano, trabajó ininterrumpidamente desde 1920 hasta su muerte en la ciudad de Cuzco. Era pequeño, muy pequeño. De él dijo Mario Vargas Llosa que cuando se situaba detrás de la cámara, se metamorfoseaba en un gigante, pues era una verdadera fuerza de invención y creación de vida. Se le considera como la culminación de la fotografía de estudio con luz natural a finales del siglo XIX y principios del XX, así como el documentalista de la cultura nativa de su país.
La influencia fotográfica la recibió observando al fotógrafo de la empresa donde trabajaba su padre. Buscó y encontró trabajo como aprendiz con un fotógrafo de la ciudad de Arequipa. En 1917 se independiza y monta su propio estudio como profesional en Cuzco. Durante muchos años se dedicó a realizar retratos a toda la sociedad de Cuzco. Por otra parte, promocionó la cultura de su pueblo en todas sus ramas y creó la Academia de Artes Plásticas.
Poco antes de establecerse en Cuzco, Chambi ya había viajado mucho a través de las altas tierras del sur, desde el Titicaca a los valles del trópico y Amazonas. La mayoría de estos viajes se realizaron en mulos con los pertrechos correspondientes a los fotógrafos de aquella época, esto es, las tremendas cámaras para placas de hasta 18x24 cm. Realizó, con su cámara, todos los reportajes de los acontecimientos que eran propios de inauguraciones, acontecimientos sociales, fenómenos naturales, como el terremoto del año 50, en el que la mayor parte de la ciudad de Cuzco quedó destruida.
Pasado el tiempo, y con motivo del 50 aniversario como fotógrafo, sus hijos montaron una exposición retrospectiva de su magno trabajo. Cumplidos los 60 años, el ritmo de trabajo se hizo más lento y el interés por mostrar sus obras recientes fue a menos. Las pocas exposiciones de sus trabajos se realizaban conjuntamente con su hijo Víctor. En 1971 fue designado «patrón» de la primera promoción de fotógrafos profesionales en la Escuela Nacional de Artes Gráficas de Lima.
Cuando murió en 1973, sus trabajos no estaban catalogados y existían pocas copias de la inmensa cantidad de placas que tenía almacenadas. En estos archivos se halló que el 75% de las placas eran retratos comerciales.
En 1977 la obra fue rescatada y restaurada por el fotógrafo y antropólogo americano Edward Ranney con ayuda de la familia Chambi. Se lograron rescatar unas 15.000 placas de las que se restauraron unas 7.000 y se positivaron 5.000. Muchas de éstas fueron expuestas en Arlés, para asombro de cómo se puede manejar la luz natural.
MARTIN CHAMBI dejó escuela en Perú con fotógrafos de hoy como Javier Silva, Roberto Fantozzi, Teo A. Chambi Mariel Vidal y Luis Toledo.
Otro destacado en Arlés es el mexicano MANUEL ÁLVAREZ BRAVO, nacido en Ciudad de México, detrás de la catedral donde sus antepasados tenían los templos dedicados a sus dioses, como él dice. Surgió como fotógrafo en la segunda década del siglo XX, cuando se gestaba la consolidada cultura mejicana después de la Revolución.
En 1922 empezó a interesarse por la fotografía y se inició en ella como autodidacta. Influyeron en él las corrientes del arte cubista y abstracto procedentes de Europa. Por ello sus primeras fotografías se realizaron en este sentido. También tuvieron influencia los fotógrafos de la época —Stiegliglitz y Steichen—, y más tarde Ansel Adams, Kertesz, Sander y Walker Evans.
Pasada estas impresiones, se empezó a interesar por lo autóctono y sobre todo lo referente a la cultura de su país, éxito.
Dijo en cierta ocasión: «Atraído, desde siempre, por el arte, cometí el generalizado error de creer que la fotografía sería el camino más fácil. El recuerdo de mis incursiones en otras disciplinas me ha hecho comprender, por fin, que he encontrado mi camino para siempre».
Todo su trabajo fotográfico tiene un eje fundamental. A pesar de lo cambiante de las modas en los atuendos y en las costumbres, a pesar de lo cambiante en el medio exterior y en lo social, a pesar de lo cambiante en los estilos arquitectónicos, las fotografías de Álvarez Bravo siempre manifiestan los mismos sentimientos, la bizarría del indio de su país. Sus imágenes se basan en pocos elementos, pero siempre idénticos a sí mismos. Narran historias tristes y dolorosas. Transmiten lo cotidiano.
Manuel Álvarez Bravo también creó escuela, y su estilo se ha derramado en fotógrafos como Rafael Doniz, Graciela ltubide, José Angel Rodríguez y Flor Garduño. Todos o casi todos estuvieron en Arlés.
Otro importante fotógrafo es el argentino HUMBERTO RIVAS, nacido en Argentina en 1937, por lo tanto posterior a Chambi y Álvarez Bravo. Está situado entre aquella generación y la de ahora. Está considerado como retratista, pero retratista de la desnudez, que no del desnudo. Fue discípulo de Anatole Saderman, fotógrafo ruso afincado en Argentina, y de él aprendió su especial manera de realizar sus retratos. Según Humberto, aprendió observando la forma de trabajar de su maestro y sin hablar de técnicas ni procesos.
Se inició en la fotografía por el camino de la pintura y el diseño, y en 1957 se decide por la fotografía. En 1959 realiza la primera exposición. Entra en el Instituto de Tela como fotógrafo y, tras el cierre de éste en 1970, pasa al Centro de Investigación, Arte y Tecnología. En 1971 abre un estudio de fotografía publicitaria. En 1976 se traslada a España por motivo de los cambios políticos de Argentina y rápidamente toma contacto con el ambiente cultural de Barcelona. Entra como profesor de fotografía en el Centro de Investigaciones Artísticas de Xavier Corberó.
Ha realizado numerosas exposiciones desde 1960 hasta ahora, y también ha estado en los «encuentros» de Arlés.
Estuvieron en Arlés bastantes más fotógrafos iberoamericanos, pero entre ellos hubo dos con características especiales: JUAN RULFO y SERGIO LARRAIN.
JUAN RULFO es mucho más conocido como escritor, pero también se dedicaba a realizar fotografías. Con una vieja Rollei, realizó unas 6.000 fotografías a las que no les dio importancia y que fue guardando en una caja de zapatos. En 1980 salieron a la luz. En ellas se refleja la belleza y a la vez la dureza de la vida social, y resultan magníficas en cuanto a técnica y contenido.
JUAN RULFO fotografiaba por temporadas, que eran coincidentes con la actividad literaria; ambas corrían parejas. En sus fotografías se observa lo que se describe en su novela «Pedro Páramo», que cautivó a escritores como Gabriel García Márquez, Octavio Paz y Julio Cortázar, y donde aparece la misteriosa ciudad de los muertos vivientes.
SERGIO LARRAIN es un fotógrafo de la Agencia Magnum, y es el pionero de los fotógrafos que toman los textos literarios como aliados de su producción fotográfica. Fue amigo de Pablo Neruda, con el que caminó por las calles de Valparaíso fotografiando lo que Neruda describiría en sus poemas.
«Una buena imagen nace de un estado de gracia. La gracia se manifiesta cuando se está libre de convenciones, libre como un niño en su primer descubrimiento de la realidad. El juego consiste en organizar el rectángulo». Son palabras de LARRAIN.
Extraído de la Revista Villena de 1992

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