Toda la suerte
(A Rubén, solapa del respiro)
Tengo suerte,
un libro siempre a mano,
el balcón abriendo el pecho de la casa,
un beso al punto de las sienes
y los hijos naciendo palmo a palmo.
A lo lejos, incierto,
un vellón de días y de canas
y un reposo seguro de la duda
que nunca me atormenta,
antes calma
cualquier irrefrenable azoramiento.
Más atrás, vivido,
una infancia creciendo madrugadas,
un niño alado desde la frente al pie,
el beso primerizo del rubor
y la luz imparable de la luna cálida.
Aquí, lo palpable,
maravillas concretas y la suerte,
toda la suerte del respiro
y el aire a vida de la casa.
un libro siempre a mano,
el balcón abriendo el pecho de la casa,
un beso al punto de las sienes
y los hijos naciendo palmo a palmo.
A lo lejos, incierto,
un vellón de días y de canas
y un reposo seguro de la duda
que nunca me atormenta,
antes calma
cualquier irrefrenable azoramiento.
Más atrás, vivido,
una infancia creciendo madrugadas,
un niño alado desde la frente al pie,
el beso primerizo del rubor
y la luz imparable de la luna cálida.
Aquí, lo palpable,
maravillas concretas y la suerte,
toda la suerte del respiro
y el aire a vida de la casa.
ELEUTERIO GANDIA
Extraído de la Revista Villena de 1983
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