1994 MUSEO ETNOGRÁFICO «JERÓNIMO FERRIZ» DE VILLENA

Museo Etnográfico «Jerónimo Ferriz» de Villena.

Por FRANCISCO ARENAS FERRIZ

1. - Introducción

El Museo Etnográfico «Jerónimo Ferriz» tiene su origen en el entusiasmo que su creador, el ingeniero agrónomo, Jerónimo Ferriz, natural de Villena, ha sentido siempre por la recuperación de las cosas antiguas, testimonios de formas de vida pretéritas que hoy perecen absurdamente en el olvido de las cambras y los almacenes o sepultadas entre los escombros de las antiguas construcciones. A esa pasión conservadora ha dedicado Jerónimo su tiempo, sus conocimientos y aún su hacienda personal. Gracias a ella ha podido recuperar en los últimos años un número elevadísimo de piezas de todos los órdenes, explorando cada uno de los posibles «yacimientos», al margen de su proximidad o lejanía, e instando a amigos y conocidos con la petición, estrambótica a primera vista, de que le proporcionasen los trastos antiguos e inútiles que les estorbaban en sus casas. Tal tarea se ha visto grandemente favorecida, además, por los valiosos conocimientos técnicos que este arqueólogo de los oficios y las herramientas, buhonero de la historia del trabajo manual, posee, fruto tanto de su especialidad universitaria, ingeniería agrónoma, como de su actividad laboral.

PRONTO concibió Jerónimo la idea de crear un museo de la vida rural en su ciudad natal, Villena, pero el inicial proyecto de un museo agrícola dio lugar, poco después, como consecuencia del importante volumen de materiales acumulado, a la más amplia idea de un museo etnográfico.

2.— Fondos

El museo destaca sobre otros del mismo tipo tanto por la cantidad de piezas recogidas, como por la variedad y calidad de las mismas. Hasta el momento el museo tiene inventariadas más de tres mil piezas de diferentes tipos, usos, tamaños, antigüedad, procedencia o rareza.

Las piezas están agrupadas en función de diversos criterios: tipo de actividad en la que eran empleadas (agraria, industrial, artesanal...); finalidad que cumplían (medición, pesaje...); volumen de los elementos (carruajes, trillos...) y otros parecidos. Tales criterios, no obstante, no tienen carácter fijo, máxime cuando está todavía pendiente la definitiva estructuración del museo en los locales adquiridos por el fundador para tal fin.

Algunas piezas sobresalen por su extrema originalidad y excepcionalidad como, por ejemplo, una rarísima clepsidra de tambor con sonería de madera, un inigualable almirez árabe o un magnífico densímetro multiuso. Es digna de reseñar, también, por su valor para la localidad en la que el museo tiene su sede, una antiquísima urna con la imagen de la patrona de Villena, la Virgen de las Virtudes.

Entre los conjuntos merece la pena señalar la nutrida colección de arados españoles y extranjeros, el largo centenar de carros procedentes de todas las regiones españolas, la serie formada por los útiles de trilla, el grupo de cribas de diferentes tamaños y usos, la colección de medidas para áridos, las cinco decenas de densímetros para diferentes líquidos o el amplio surtido de romanas de variada construcción (de pilón fijo y brazos deslizables, de bolsillo, de madera, etc.).

Vista del conjunto desde la parte posterior del edificio destinado a museo (desde la vía del tren con calle Trinidad).

El museo contiene, además, una recopilación de bibliografía sobre metrología antigua, compuesto por más de un millar de libros, para la que no existe parangón conocido en el territorio nacional. A esa incomparable colección bibliográfica hay que añadir el extenso muestrario de fotografías del siglo XIX con vistas de Villena y retratos de personajes.

Constituyen un material digno de tener en cuenta, también, los mapas y grabados de tema villenero, pertenecientes a la misma época.

No es necesario decir que, a pesar de todo ello, y como ocurre siempre en estos casos, el mejor conjunto es el conjunto de todos los conjuntos, es decir, la visión simultánea de las diferentes colecciones.

Entre los proyectos de la dirección se encuentra el llevar a cabo la reproducción de la antigua verja de la Iglesia de Santiago (siglo XVI) de estilo plateresco, así como la de una vivienda rural y urbana típica de la ciudad, también el reconstruir una antigua noria, una bodega y una almazara. La amplitud de los locales de que dispone el museo permite esperar el futuro desarrollo de estas posibilidades sin mayores dificultades.

Por último, y dentro de este capítulo de ilusionadas intenciones (pero, también, razonables esperanzas), hay que indicar el deseo de la dirección de realizar una serie de dioramas y murales que proporcionen información detallada del contenido de cada una de las secciones del museo, así como el propósito de dotar tales secciones con los mecanismos adecuados para permitir al público visitante intervenir en el funcionamiento de los elementos expuestos que lo admitan, en plena concordancia con los principios de interactividad que orientan la pedagogía moderna en general y los principios organizativos de museos y exposiciones, más en particular.

Plano de la ciudad de Villena, perteneciente a los fondos del museo y localizado en París por su director. Principios del XIX.

3.— El edificio

Tras ocupar un antiguo frigorífico en la calle Gran Capitán de Villena, el museo se ubica actualmente en un edificio de grandes dimensiones situado en la confluencia de las calles Madrid y Trinidad, a espaldas de la vía del ferrocarril.

La edificación se remonta a las postrimerías del siglo pasado. En su origen fue un antiguo almacén en el que se estableció «La Electra Villenense, S.A.», una fábrica de electricidad (la «fábrica de la luz», según la denominación popular), con la que se alimentó el primer alumbrado eléctrico de la ciudad. En su parte posterior, la obra poseía muelles de uso exclusivo para carga y descarga directa a los vagones del ferrocarril. Más tarde albergó una fábrica de harinas y, posteriormente, fue utilizada como almacén frigorífico. Desde hace algunos años no se realizaba ninguna actividad en él.

Los hacedores de los hechos. A la derecha Jerónimo Ferriz.

El edificio en cuestión se halla catalogado como edificio singular en el Catálogo de Elementos, Edificios y Conjuntos de interés Histórico-Artístico, realizado en su día por el Colegio Oficial de Arquitectos de Alicante. Según dicho documento, en la construcción «destaca el aparejo de ladrillo macizo en la composición de la fachada y el tratamiento de los recercados de los huecos, propio de la época». Por su parte, el PGOU de Villena determina su protección parcial (fachada y estructura portante), y regula sus posibles usos (equipamiento colectivo). El solar ocupa una superficie de unos 3.000 metros cuadrados, con casi 5.500 cubiertos. Posee una gran solidez, tanto en su apariencia externa como en su construcción real, como consecuencia de sus características constructivas: pilotaje de mobila, cimentación de piedra y estructura de hierro, ajustadas proporciones y volúmenes, etc.

El edificio constituye, en definitiva, un espléndido ejemplo de la arquitectura industrial de finales del XIX cuyo interés arquitectónico, a la vista de estos datos, está, por tanto, fuera de toda duda. A este respecto, el Ayuntamiento de Villena en sesión plenaria de agosto del 91 reconocía que, junto a su interés arquitectónico, reunía condiciones muy adecuadas para albergar un futuro Museo Etnográfico.

A todo ello hay que añadir, además, su céntrica ubicación urbana y su gran proximidad a los otros museos de la localidad, circunstancia nada desdeñable si tenemos en cuenta que el fin fundamental de un museo es ser visitado.

El museo puede visitarse los fines de semana concertando cita previamente con los teléfonos: 522 74 89, 580 25 42 y 580 01 01.

Extraído de la Revista Villena de 1994