9 oct 2025

1996 EVIDENCIA INOLVIDABLE

Evidencia inolvidable. Por VICENTE HERNANDEZ BELANDO

Siempre llevo en el maletín, libretas tan sugestivas,
que me estimulan a pensar en cuestiones atractivas.
Sus lecturas son descansos que alivian en mi andadura,
como bases resistentes que yo tengo actualizadas.
Me entusiasman las páginas de notas armonizadas,
escritas por lugareños universales de altura.
También traslado en paquetes, los valores populares,
que acompañan por el mundo presidiendo los hogares.
"La Revoltosa": del prócer Ruperto Chapí Lorente.
De Quintín Esquembre Sáez: el pasodoble "La Entrada".
De Gaspar Archent Avellán: "Romancero", en faz sagrada.
A Joaquín María López lo leo en su "Discurso Ardiente".
En un fardo traigo apuntes del "Paseo" y "La Corredera":
aquellos barrios de entonces que desplegaban bandera.
De macutos y maletas, soy el cuidador viajero,
porque arrastro añeja carga que vigoriza a la vida.
Valen mucho las alforjas llenas de esencia elegida,
cuando suponen tesoro sin par en el mundo entero.
En mi pueblo está ese campo donde se alegran mis huesos, 
porque al fin es el retorno lo mejor de los sucesos. 
Allí es el azul del cielo, de tonalidad distinta, 
como especial es su tierra removida con arado. 
Nunca me fatigo de estar totalmente cautivado, 
contemplando la realidad que el artista admira y pinta.
Las aves que a ese sitio van, templan sus trinos con tono, 
y por el aire del lugar, vuelan con sonoro entono. 
Son los pájaros que encantan con sus cantos armoniosos, 
tras haber vencido riesgos en zonas contaminantes. 
Ahora están en país de lujo, con vistas determinantes, 
donde los sanos parajes son objetivos preciosos.
Me han alcanzado los años en el transcurso del tiempo, 
pero me alegra la vuelta cuando oprime el contratiempo. 
La belleza al recordarse, vive otra vez con nosotros. 
El pasado guía, brilla, reconforta y resplandece, 
para ver que en larga vida, nada del todo fenece. 
Feliz quien goza evocando tiempos aquellos tan otros.
El Castillo y La Atalaya, El Bordoño y La Losilla, 
permanecen entrañables en nativos de esta Villa. 
Se camina hacia adelante mirando siempre de frente, 
al Monte de San Cristóbal y al Santuario de La Virgen. 
Aunque tenemos tradición e historia desde el origen, 
porque somos un pasado que ha llegado hasta el presente.
Cuadros tengo yo en mi casa que al terruño representan, 
con paisajes imponentes que aprisionan y atormentan. 
Las personas que figuran en sus lienzos admirables, 
me transportan a otros tiempos fuera ya de circunstancias: 
Son paisanos que se fueron, dejando sus observancias, 
a los que tienen que aprender hazañas insuperables.
Impresiones invariables, permanentes e imperiosas,
que producen abundantes sugerencias deliciosas.
Generosos chorros de agua con un chopo en "La Fontana".
"El Hoyo de La Laguna" con su manantial anejo.
"La Vereda del Atajo" con el camino tan viejo...
Y la antigua "Acequia del Rey" que en su curso nos hermana.
Extraído de la Revista Villena de 1996

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