EL EMBAJADOR MORO DE 1971
(A Romualdo Moreno Torres, in memoriam y a Ernesto Pardo Pastor, por hacerme partícipe de sus recuerdos y vivencias).
JOSÉ SÁNCHEZ FERRÁNDIZ.
Toda la ciudad estaba inquieta. El constante goteo de víctimas de aquella extraña enfermedad, con visos de epidemia, cuyo origen no acababa de concretarse y caracterizada en sus inicios por la aparición de unas inusuales y sospechosas manchas negras sobre la piel de los niños afectados, mantenía en vilo a muchos vecinos. La alarma se había desbordado más allá de los límites de la población e incluso el popular periódico nacional de sucesos, El Caso, cuya tirada semanal llegaría a rondar en sus mejores momentos la respetable cifra del medio millón de ejemplares, se había hecho eco de lo que estaba ocurriendo a través de la extensa crónica que había escrito para la ocasión la legendaria criminóloga Margarita Landi, uno de sus periodistas más destacados.
Así y por causa de aquel mal, al menos trece menores perderían la vida en Villena entre septiembre de 1970 y julio de 1971, entre ellos, el hijo de Romualdo Moreno Torres (1), el popular embajador moro de las Fiestas de Moros y Cristianos de la ciudad, que junto a su oponente, José García Esquembre, el avezado embajador cristiano, marcarían una época entre quienes posteriormente les sucederían en el desempeño de aquellos cargos festeros. El trágico fallecimiento de su descendiente, de solo dos años de edad, había sumido a Romualdo en un profundo desánimo, que hizo que este comunicara que no se encontraba con las fuerzas y entereza suficientes para el desempeño de su importante cometido.
Quedaban pocas semanas para la llegada de los festejos de 1971, los segundos, tras la constitución de la Junta Central de Fiestas de Villena y ante la ausencia en aquellos momentos de un sustituto natural que supliese la vacante producida, se buscó con urgencia un candidato que pudiera ejercer las funciones propias de tan señalado cargo. El finalmente elegido, quien pese a sus primeras reticencias acabaría por aceptar la responsabilidad de asumir el reto, se llamaba Ernesto Pardo Pastor, que además de ser un conocido caricaturista y dibujante, hecho que lo había llevado en el pasado a colaborar en diversas ocasiones con José María Soler, con dibujos que ilustraban algunos de los trabajos del famoso arqueólogo villenense, contaba ya, pese a su relativa juventud (tenía entonces 36 años), con una sólida y dilatada trayectoria en el mundo de la radio, donde había sido locutor, además de haber participado como actor y cantante en diferentes obras de teatro y zarzuela dentro del elenco de la reputada y legendaria compañía local de aficionados, Ruperto Chapí, de la que llegaría a ser director (2).
Tras la renuncia de Romualdo Moreno y asumido el desafío, Ernesto se puso manos a la obra y no sin esfuerzo y en un tiempo récord, consiguió memorizar su papel, aunque mientras se aplicaba con ahínco en la tarea, se fue extendiendo el rumor por la ciudad, de que estaba perdiendo la cabeza, ya que no eran pocos los que afirmaban haberlo visto caminando mientras gesticulaba enérgicamente y hablaba en voz alta en compañía de nadie. Y es que, decidido como estaba por representar dignamente aquel cargo, no desaprovechaba oportunidad alguna, incluidas sus idas y venidas diarias a su puesto de trabajo, para repasar su correspondiente parte de los extensos y antiguos textos de las embajadas villenenses, así como los de la Conversión del Moro al Cristianismo.
Por fin llegó el momento. El día 6 de septiembre durante la primera embajada de aquellas fiestas de 1971, junto al castillo levantado al efecto en la Plaza de Santiago, de espaldas a la Casa Palao, inmueble que hoy en día acoge junto a otras dependencias municipales, la oficina de turismo y la Fundación José María Soler, Ernesto Pardo y su oponente, desgranaron de forma apasionada y precisa sus correspondientes textos. Al final de los parlamentos y ante la empecinada negativa, como era costumbre, del embajador cristiano de rendirse y entregar voluntariamente la posesión de la fortaleza a su oponente y evitar así un seguro derramamiento de sangre, Ernesto Pardo debía descabalgarse del caballo, tras lo cual daría comienzo la batalla y con ella, el atronador intercambio de disparos de arcabucería por parte de los dos bandos enfrentados. Sin embargo y todavía sobre su montura, algún impaciente y despistado arcabucero, accionó prematuramente el gatillo de su arma, tras lo cual, docenas de otros le seguirían en un ensordecedor intercambio de disparos, lo que provocó, que el asustado equino se alzara súbitamente sobre sus cuartos traseros, cogiendo por sorpresa al novel embajador moro, que despedido violentamente de su silla de montar, daría con sus huesos contra el duro asfalto, sin otras consecuencias, junto al natural susto para el afectado y resto de asistentes al acto, de varias magulladuras y fuertes dolores en diversas partes de su cuerpo, que lo acompañarían durante los siguientes días de fiesta y que servirían a Ernesto de recordatorio, de lo exigente y duro que puede llegar a ser el desempeño del cargo de embajador de las Fiestas de Moros y Cristianos de Villena.
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(1) Durante muchos años y hasta su muerte en febrero de 2020, Romualdo Moreno Torres fue un destacado artista y animador socio-cultural villenense, que probablemente no ha tenido el suficiente reconocimiento que merecería su extensa y polifacética trayectoria. Nacido en Alicante, aunque desde muy joven afincado en Villena, fue presidente de la Junta Central de Fiestas en los años 1981-1982, además de cantante, actor, escenógrafo, escritor y director durante años de la Agrupación Teatral Ruperto Chapí. Reconocido dibujante, autor de un buen número de obras gráficas, entre las que encontramos sus populares diseños inspirados en muchos rincones de nuestra ciudad, uno de sus últimos trabajos fue la dirección artística del numeroso grupo de actores, que el 2 de febrero de 2019 pusieron nuevamente en escena en el Teatro Chapí de Villena, la zarzuela la Torre del Orejón (que había sido estrenada por primera vez al público el 10 de junio de 1888), a cuyo libreto, de Aquilino Juan Ocaña, puso música (la anterior partitura de José Pons Samper está desaparecida), el compositor local Antonio Milán Juan.
(2) Ernesto Pardo fue también director de embajadas de las Fiestas de Moros y Cristianos de Villena, y uno de los principales artífices, desde dicho cargo, de la representación llevada a cabo por primera vez en la historia de nuestra ciudad, el 3 de junio de 2006, de una embajada nocturna en Villena, que a semejanza de la que ya venía escenificándose anualmente en la localidad de Almansa, se llevó a cabo durante las primeras Jornadas Entrefiestas en torno al magnífico escenario natural del castillo de la Atalaya, espacio en el que junto a una iluminación especial, preparada para la ocasión, fueron instaladas una serie de gradas para acoger al numeroso público asistente.
BIBLIOGRAFÍA: (LIBROS, PERIÓDICOS Y RECURSOS WEB).
El Periódico de Villena: 5 de junio de 2006.
Periódico Información: 1 de junio de 2006.
Revista Villena: M.I. Ayuntamiento de Villena (programa de Fiestas). Años 1971 y 1972.
SANCHEZ FERRÁNDIZ, José, 2017. “El Alcalde Pascasio Arenas López y las fiestas de Moros y Cristianos de Villena”. Comparsa de Estudiantes. Villena. Semanario el Caso: 3 de julio de 1971.
www.juntacentral.com
www.villenacuentame.com
Publicado en la Revista Día 4 que fuera de 2025.
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