14 sept 2022

1954 CERÁMICA ORNADA DE LA EDAD DEL BRONCE

CERÁMICA ORNADA DE LA EDAD DEL BRONCE
De Arqueología villenense
Dos interesantes vasijas del Cabezo Redondo
Por José Mª Soler García
Comisario local de Excavaciones Arqueológicas
Desde el momento en que el hombre prehistórico de la Península conoció la fabricación de la cerámica—y de esto hace ya cerca de sesenta siglos—manifestó el irresistible deseo de adornar sus vasijas valiéndose de diversos procedimientos: rayado, aplicación de relieves, estampación de cuerdas, tejidos, conchas, digitación, ungulación, incisión, pintura y excisión.
Esta última técnica, consistente en el mordido o vaciado de la pasta en tierno para dejar en relieve el motivo de adorno, estaba considerada, hasta no hace mucho, como un procedimiento peculiar de los pueblos centroeuropeos del último Bronce del primer Hierro, y así lo creíamos nosotros también hasta que tuvimos la sorpresa de encontrar unos preciosos fragmentos en el interesantísimo y maltratado Cabezo Redondo. Desde entonces, no ha dejado de punzarnos la duda sobre el pretendido celtismo de tales tiestos, los que, en un artículo anterior e influidos por aquel prejuicio, tratamos de relacionar con el hallazgo posthallstáttico del Peñón del Rey.
La lectura de un reciente estudio de don. Alberto del Castillo, sistematizador del vaso campaniforme, que ha estudiado de nuevo los materiales de la cueva soriana del Somaén, disipa .nuestra duda casi por completo. Para este investigador, la cerámica excisa de la capa inferior de dicha cueva, que tiene muchos puntos de contacto con la nuestra, podría situarse, a título provisional, entre 1850 y 1600 antes de J. C., es decir, en el Bronce I peninsular, y no puede identificarse en ninguna manera con otra clase de cerámica, también excisa, llegada a España mucho después con las oleadas célticas. Ya en 1950, el insigne prehistoriador don Luis Pericot apuntó la idea de que la técnica de la excisión pudiera ser, en algunos casos, una perduración del antiguo Eneolítico.
Por nuestra parte, podemos afirmar que el yacimiento en que han aparecido los referidos tiestos puede incluirse con absoluta seguridad en el Bronce II, quizá con alguna prolongación hasta el III, y no contiene ningún otro vestigio atribuible, ni remotamente, a épocas posteriores.
Esto parece confirmar la tesis de don Alberto del Castillo, y, si como quiere Almagro, especialista en el tema, la cerámica excisa no es más que una derivación de la campaniforme, tal derivación pudo producirse ya en la Península mucho antes de las invasiones centroeuropeas. A ello parece conducir también la semejanza del tema decorativo de nuestra vasija—zig-zag resaltado entre líneas incisas—con el de alguno de los más famosos vasos campaniformes.
En cuanto a las circunstancias del hallazgo, baste decir, por hoy, que, salvo dos de los fragmentos, aparecidos posteriormente, por lo que no figuran en el fotograbado, fueron hallados en un gran amontonamiento de tierras procedentes de la desdichada destrucción de un enterramiento llevada a cabo al desmontar un trozo de la ladera occidental del cerro en busca de yeso.
Revueltos, con ellos aparecieron algunos trozos de huesos humanos, cipreas y pectúnculos perforados, punzones en hueso de animal y abundante cerámica lisa, así como los cuatro trozos con adornos incisos a punzón que, unidos dos a dos, nos han permitido la reconstitución gráfica del bello recipiente que presentamos también a nuestros lectores. Se recogió, además, otro fragmento ornado en toda la superficie con botoncitos irregulares asimétricamente repartidos, muchos de los cuales conservan todavía las huellas de los dedos, seguramente femeninos, que lo modelaron.
Son los fragmentos excisos de poco espesor, unos cinco milímetros, y tan profundas las incisiones que llegan a abultar la superficie interna, lo que tuvo que dar a la vasija una gran fragilidad. Esto nos hace suponer que, en su tiempo, debieron estar rellenas de alguna pasta, quizá yeso, técnica atestiguada también en el mismo yacimiento. El color es pardo más o menos oscuro, aun en el mismo trozo, y el bruñido, bastante intenso en ambas superficies.
No es éste lugar para extendernos en una más detallada descripción del interesante hallazgo, pues con la presente nota pretendemos únicamente poner en contacto a los villenenses actuales con las inquietudes artísticas de sus lejanísimos antepasados, y, a los investigadores, con unos materiales desconocidos de subido interés.
Muchas sorpresas como ésta nos tiene que deparar todavía el subsuelo de nuestro término, al que, sin el menor asomo de pueril supervaloración localista, seguimos considerando, cada vez con mayor fuerza, como uno de los más fecundos en el campo de la Arqueología peninsular. (Clichés y dibujos del autor)
Extraído de la Revista Villena de 1954
Cedida por... Avelina y Natalia García

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