15 sept 2022

1981 EL GRUPO DE DANZAS DE VILLENA EN SUIZA

EL GRUPO DE DANZAS DE VILLENA EN SUIZA
A nuestros amigos del TRACHTENGRUPPE BUOCHS en su 50 ANIVERSARIO
Por: Joaquín Navarro García
DIA 25, JUEVES.
La Puerta de Almansa tiene una actividad inusitada para la hora que es, las 5'30 de la madrugada. Las maletas, bolsas y paquetes se van apilando en la puerta de la «Ibense». El comentario general.
—No he podido dormir.
—Pues yo he dado una «cabezaíca» en el sofá.
El nerviosismo aumenta cuando aparece el autocar. Guiado por la experiencia de Vicente, nuestro chófer, la montaña de maletas se va introduciendo en las «entrañas» del autobús, y lo que parecía imposible se realiza en breve tiempo.
Arriba, los bolsos de uso inmediato y sobre todo los de comida, que nos mantendrán hasta nuestra llegada a Buochs. Al final del autocar, una hermosa nevera, cedida por el Moreno el de la Salvadora, repleta de bebidas refrescantes. Domingo, los hermanos Ferrándiz y el «Fraile» fueron los encargados de la bebida reconfortante, un estupendo vino del Zaricejo, que como la falsa moneda, fue durante todo el viaje de mano en mano en una bota que más parecía el cuerno (con perdón) de la abundancia, porque no se acababa nunca.
Tras las últimas recomendaciones nos ponemos en marcha a la hora prevista: las seis de la mañana. Canciones, alegría, y hasta nervios disimulados con alguna que otra sevillana a cargo de los que ocupan el final del autobús. A los pocos Kms. empieza una tímida lluvia, premonición de la que tendríamos que sufrir más adelante. El día se presenta cargado de nubes, lo que hace que el viaje no sea excesivamente caluroso.
Dejamos atrás a Valencia y ya en la provincia de Castellón primera parada para almorzar ¿o desayunar? Empiezan a rodar las primeras tortillas, hace su aparición «el vinito del Zaricejo».
Nuevamente a devorar kilómetros, cien, doscientos, trescientos, no sabemos, y otra parada antes de Barcelona, breve como la necesidad que la motiva.
Y más kilómetros, un pueblo, otro y la monotonía que imponen las modernas autopistas.
Las nubes nos siguen amenazando.
A las cuatro de la tarde, parada y fonda, todavía en territorio español, nos disponemos a dar buena cuenta del contenido de innumerables fiambreras, y el área de servicios se convierte por breve tiempo en un «regajo» o «bulilla» en día de Pascuas.
Los grupos se aposentan sobre el incipiente verde del suelo. Gran variedad de tortillas, fiambres, latas. Los más sofisticados, saladitos de la «Francesa», los tradicionales, conejo con tomate. El café, en la cafetería del área, grande, moderna e impersonal. Se huele a Francia. Fuera, las nubes se levantan, que sí, que no, comienza el chaparrón.
Más kilómetros, agua y oscuridad, es media tarde y parece casi noche, un poco más y los gigantes empiezan a aparecer. Sin saber por qué nos ponemos serios Los Pirineos, donde termina Europa, se nos presentan amenazadores. Llueve con rabia. ¡Por fin la frontera! Vicente pasa por los controles la documentación y seguimos sin más novedad.
¡FRANCIA! Montañas, lluvias, el autobús avanza inexorable, viejas autopistas, kilómetros, oscuridad y lluvia. Perpignan, Montpellier... el sol tímidamente empieza a asomar entre los nubarrones, la lluvia cesa y por fin luce la campiña francesa en todo su esplendor. Nimes, Orange y parada breve. En la cafetería, no nos abren para tomar café y...
—A la estación, nos dicen. —C..., pensamos.
En el Súper de la estación, un francés gordo y con cara de lo que demostró ser, no podía disimular su antipatía por los españoles. Después de llenarle el cajón de buenos francos (de los suyos, se entiende), empezó a vociferar y hacer gestos raros, y optamos por marcharnos antes de que nos quemaran el autobús, pensando que lleváramos tomates o naranjas.
Valence, Lyon, Grenoble, Chambery, y nueva parada para cenar. Annecy y otra vez lluvia; unos pocos kilómetros más y la frontera suiza. Nuevo papeleo de rigor y sin más molestias pasamos a territorio suizo. Parada para dormir un poco en el autobús y bajo la lluvia.
DIA 26, VIERNES.
Cuando amanece, comenzamos a marchar otra vez, y la misma se torna esperanzada ante nuestra próxima llegada a Buochs.
El verde, en toda su gama, es nuestro mejor compañero de viaje, al paisaje se hace de cuento y nuestro asombro aumenta conforme nos adentramos en esta maravilla.
Bordeando el lago Léman, nos dirigimos a Berna y después a Lucerna por unas autopistas extraordinarias.
En Lucerna debemos tomar la que nos lleva a Buochs; el lío es tal que Vicente pregunta a unos empleados de teléfonos que le indican por dónde. Nuevamente en marcha y al tomar una carretera equivocada, otra vez desembocamos donde están los de teléfonos, seguimos y a pocos metros, nos adelanta una furgoneta de estos operarios que nos indican que les sigamos; durante un buen trecho son nuestros guías, hasta dejarnos en el mejor camino a Buochs; nos despedimos con un aplauso y seguimos nuestro camino. Llevamos un retraso de hora y media.
¡Por fin en Ennetbürgen!, lugar donde tenemos que estar hospedados. En el colegio no saben nada. Seguimos a Buochs, a unos dos kilómetros del colegio y allí nos están esperando, ya con cierta impaciencia, Emilia, nuestra guía e intérprete, una bonita sevillana, que hace honor a su tierra y Josef Odermatt Bebbo nuestro presidente de grupo, un estilizado y rubio suizo que nos da la bienvenida en nombre del Trachtengruppe Buochs, grupo anfitrión. Son las 11'30 de la mañana cuando de nuevo estamos en el colegio, nuestro lugar de residencia, donde por una deferencia especial, somos alojados todos los que componemos la expedición, en total 42 personas, encargándose Bebbo de retirar la reserva efectuada en un hotel de las cercanías para los 10 acompañantes.
La comida es a las 12 en la Carpa del Festival.
Nos vestimos con gran rapidez, cogemos capas, gorros, banderas y al autobús otra vez.
La Carpa del Festival es una gran estructura metálica cubierta con una lona, teniendo por suelo el verde césped, capaz de albergar a cerca de tres mil personas. Este será el lugar, salvo en dos ocasiones, donde se realizarán nuestras comidas, así como algunas de nuestras actuaciones. Un fresco olor a hierba lo invade todo.
Después de comer nos dirigimos a la orilla del lago de Los Cuatro Cantones, donde está asentado Buochs, para realizar una toma de televisión para la de Suiza. Comienza a llover, por lo que se retrasa la grabación. Tomamos café en una cafetería cercana cuando llega Emilia y el presentador para que le informe sobre Villena y lo que vamos a bailar. Por supuesto que es «nuestra jota», y tras arduo trabajo consigo que pronuncie correctamente Villena. Deja de llover y nos dirigimos al plató, montado casi sobre el lago, siendo el decorado natural las altas montañas que nos circundan.
Después de la tercera prueba, las cámaras quedaron en el emplazamiento idóneo y comenzó la toma definitiva. Por primera vez la elegancia de nuestros trajes, la alegría de nuestros bailarines y los sones de nuestra «jota», hacen arrancar aplausos a los espectadores que asisten a la toma; ¡buen comienzo!, pensamos todos. La grabación ha salido bien y no hay que repetir. Nos despedimos del realizador y equipo, los cuales han demostrado una cierta simpatía hacia nosotros, la cual constataríamos más adelante.
Iniciamos una breve visita turística por el pueblo programada por los anfitriones. Vuelve a llover. Emilia nos lleva a lo más elevado del pueblo, lugar que ocupa la iglesia, un precioso ejemplar del barroco, junto a la que se encuentra el cementerio, que por su belleza invita a quedarse a «hacer vida en él». La panorámica que se divisa es realmente bella y a pesar de la lluvia que nos cala permanecemos admirándola largo rato.
Son las 5 de la tarde, hora de la cena en la Carpa. Después de ésta, al «hotel» para cambiarnos las medias y alpargatas que ya no admiten más agua y descansar un par de horas.
La habitación es común; sólo una cortina separa a las mujeres de los hombres, pero el compañerismo y responsabilidad de todos hacen que caiga casi de inmediato; los servicios y lavabos, muy amplios, son además comunes con el grupo de Yugoslavia, que ocupa la habitación contigua a la nuestra; son divididos por mitad por los organizadores, una para cada grupo, regla que no se respeta por parte de nadie, dada la gran camaradería que se establece entre ambos grupos de inmediato. La sala de duchas, ¡extraordinaria!, se encuentra en el piso superior y también es común para todos.
A las 10 de la noche estamos en la Carpa para nuestra presentación en público. El escenario es inmenso y la «Sala» está abarrotada de público. La rondalla en su sitio inicia unos compases de introducción, sale la bandera que lleva Gabanes ayudado por Amaya, siguen Facundo y Aurelia, Dani y Consuelo, Juan y Angelita, Vicente, Dorita, Alfonso, Reina Paz, etc., suenan los primeros aplausos, después, Seguidillas de Alcoy, Jota Maja, Malagueña y Jota de Villena.
La alegría de nuestro GRUPO contagia al auditorio que puesto en pie aplaude cada baile y que cumplido nuestro tiempo de veinte minutos de actuación, pi-den insistentemente, ¡otra, otra, otra!, siendo a los únicos que se permite otra pieza.
Nuevamente en el colegio-hotel y ya libres de sudor y ropa, cómodos y relajados, empieza la juerga. Los yugoslavos participan también y el vino del Zaricejo hace su aparición. Amaya comienza su «romance» con «Gigante», un impresionante yugoslavo, bailarín solista del grupo, con algo más de 2 metros de altura que se llama Borce y al que ella llama «su novio».
No hace falta un idioma común, el entendimiento es perfecto, la música y las ganas de pasarlo bien nos hermanan de inmediato; así las cosas hasta bien entrada la madrugada.
DIA 27, SABADO.
A las 8 horas, desayuno, y hasta las 5 de la tarde, hora de la cena, libres. Unos al lago y pueblo en visita más detenida, otros a Lucerna. El día es bueno para cualquier excursión; luce un sol radiante. La comida a las 12 en la Carpa menos numerosa por todo lo anterior; después y hasta las 5, descanso en el colegio. Este se hubiera conseguido de no haber sido por once estupendas «vacas» que a las dos fueron soltadas en un prado contiguo para pastar, provistas de unos grandes y sonoros cencerros que nos hicieron la «puñeta» y en algunos momentos llegaron a ponernos nerviosos.
Los de Lucerna no aparecen y estamos a punto de partir para la cena, ¡por fin llegan!, nervios, prisas y la cena, hoy, en la fonda de las Estrellas.
A las 6'30, en las inmediaciones del lago, se inicia una gran cabalgata compuesta por 51 agrupaciones folklóricas.
Yo, con la bandera; en la carroza, Facundo, Reina Paz, Vicente, Lola y Amaya, el resto en dos filas de parejas y, al fondo, la rondalla. A los pocos metros de marcha, a alguien se le ocurre cogerse de las manos y cantar el «Chínchamela». ¡Feliz idea! Todos siguen el ejemplo y el desfile adquiere una alegría inesperada para nuestro grupo, y comienzan las evoluciones y cruces, las filas y corros, con tal perfección que cualquiera hubiera pensado era el fruto de meses de ensayo. Los aplausos y ovaciones nos acompañarán en todo el desfile. Acabado el mismo, iniciamos una serie de actuaciones en distintos puntos de la población y aquí aparecen los gallegos, cuatro, que serían nuestros inseparables acompañantes en todas nuestras actuaciones.
Al final del programa conocemos a la familia de Emilia, sus padres y hermanos tan simpáticos como la hija y al primo Pablo, persona muy querida en Buochs.
A las 10 y ya en el «hotel», otra vez juerga. Aparece una botella de whisky que se complementa con coca-cola y otra vez el «Zaricejo» en bota que mancha a todos los yugoslavos que lo prueban. Nuevamente los lavabos se convierten en boite hasta altas horas.
DIA 28, DOMINGO.
¡Tarariiii...! A las 7'30 de la mañana, desayuno y a las 8'30 concentración en el parque municipal para el oficio religioso. El ambiente del acto, sencillo y emotivo, es elegante y bien estudiado; se adivinan en los bancos principales altos personajes de la vida social y política suiza. El marco no puede ser más hermoso, flores por doquier, banderas, trajes, una banda inundándolo todo de bella música y por bóveda un espléndido cielo que lució radiante hasta que terminó el acto, y los grupos circundando el templete y altar.
Comienza el acto, no nos enteramos de nada, pero a mitad del mismo el que esto escribe, con la voz un tanto emocionada, tuvo el honor de leer una oración; seguirían otras tres más en sueco, alemán y... no recuerdo más. Josef (Bebbo), nuestro presidente de grupo, demostró ser un excelente maestro de ceremonias en este acto. Se bendice una bandera conmemorativa del 50 aniversario del Tachtengruppe Buochs, y por primera vez aparece ante nosotros el presidente general Sr. Adolf Vogel, quien después quedaría como un gran amigo nuestro.
Finalizado el acto iniciamos la marcha a la Carpa todos los grupos, invitados y autoridades. Una vez allí, el que esto escribe, como responsable del Grupo, y Consuelo, somos llevados a la Sede del Grupo anfitrión, en cuyos locales se celebra la presentación de Autoridades e invitados, misión que corre a cargo del presidente, Sr. Vogel, haciéndolo con mucha simpatía y mejor sentido del humor a juzgar por las risas que se producían. Todo hay que decirlo, si no llega a ser por un francés que teníamos en la mesa y que sabía algo de español, no nos hubiéramos enterado de nada. Se confirmaron nuestras sospechas, pues allí estaba lo mejor y más importante de Suiza, tanto en el orden político, social o financiero. Seguidamente tuvo lugar un banquete en la Carpa para invitados y grupos asistentes, donde la alegría y la camaradería reinaron en todo momento.
Después de la comida, el representante del Grupo de Austria viene con su intérprete para invitar a nuestro Grupo a actuar en su país, concretamente en Viena. No pudimos evitar un estremecimiento al oír este nombre, Viena, nos vino a la mente una vieja idea, ¡no sería ésta una buena ocasión para un hermanamiento entre ambas ciudades!... Tras el intercambio mutuo de direcciones, condiciones y fechas, quedamos para en su día, ponernos en contacto y ultimar detalles.
A las dos de la tarde, comienza otra cabalgata, pero esta vez televisada en directo. La bandera la lleva Facundo, en la carroza, Dani y Consuelo, Sinfo, Amaya y yo. Normas de organización impiden que los grupos se paren; al nuestro, se le hace bailar delante de la tribuna oficial de invitados, que, puestos en pie, aplauden y vitorean a nuestros bailarines. Nuevamente se producen los giros, evoluciones y cruces que el innumerable público jalea y aplaude; al pasar por las cámaras de televisión, nuestro amigo el realizador, al contrario que a otros grupos, nos pide que no corramos. Hoy ya se oyen más vivas a España; es domingo, hay más españoles y los gallegos con nosotros. Termina el desfile con increíble puntualidad en la Carpa del Festival.
A las 3'30 de la tarde se realiza en la misma Carpa un intercambio de regalos entre los distintos grupos. Villena obsequia al Tachtengruppe Bouchs entre otras cosas con un trofeo, reproducción del frasco del Tesoro de Villena, donado por el M. I. Ayuntamiento, que llamó la atención de todos y a los que tuvimos que explicar su significado sirviéndonos de una botella de vino «Tesoro de Villena», en la cual se reproduce. A las seis, la cena sin abandonar la Carpa. Un par de horas de descanso y a las 10'50 de la noche otra actuación en el programa de noche.
La velada sube de tono cuando aparece nuestra Bandera, que ahora lleva Alfonso, suena la rondalla, salen las parejas y los aplausos no cesan: Baile de Tres, Sandinga, Jota deis Castelluds y Jota de la Virgen, que estrenamos esta noche. Los aplausos son tan fuertes que en algunos momentos no se oye la rondalla, temiéndose pierdan el compás los bailarines. Cantan Sinfo y Lola y sus voces llenan todo el local. Se repite lo de la primera noche y de propina les regalamos con la Jota de Villena. El representante del Grupo de Suecia nos invita para actuar en su país el próximo año, concretamente en Malmóe.
Esta noche la fiesta es en la misma Carpa con orquesta incluida; los que quieren se quedan y los más a descansar.
DIA 29, LUNES.
A las ocho el desayuno.
Seguidamente excursión programada a Stanserhorn, para Yugoslavia y Villena «los grupos mimados del Festival», nos acompaña el Sr. Vogel.
La ascensión a la cumbre, 1.900 m. de altura, es todo un poema, primero el tren y después funicular. El paisaje es indescriptible y se suceden todo tipo de comentarios. Las cámaras disparan una y otra vez hasta la saciedad. El lago al fondo se empequeñece por momentos, mientras los árboles que nos rodean cada vez son más grandes y amenazadores. A mitad del recorrido, la cabina se adentra en una espesa niebla que ya no nos abandonará hasta que desandemos el camino. Arriba, el paisaje lo vimos solamente en postales, pero, aun así, ¡maravilloso!
El refugio, amplio y moderno, la calefacción a tope, después de unos cuantos disparos de cámara entre la bruma, la comida. El Zaricejo vuelve a manchar camisas, el «Gachamiguero» y «Arcabucero» hacen su aparición y el Sr. Vogel se deshace en elogios para el «Tesoro de Villena», con que minutos antes le habíamos obsequiado.
Después, la obligada compra de souvenirs y desde allí se llama a Villena; el ambiente se va caldeando y el final es una juerga improvisada en donde las sevillanas rompen el fuego para acabar con la «Entrada», «Chimo» y demás piezas festeras. Yugoslavos y villeneros, suizos y alemanes, forman escuadras llenando el comedor de alegría y música.
Antes de bajar, Emilia dice que por la tarde el Sr. Presidente nos quiere hacer un obsequio, y además nos pide que el Festival, que concluye esta noche, lo cerremos Yugoslavia y Villena, cosa que aceptamos encantados. La bajada es tan bella como la ascensión, pero con más alegría.
Ya en el colegio-residencia se produce una rara metamorfosis, aparecen Aurelia y Sinfo vestidas de yugoslavas, para a continuación Juliette y Teodora hacerlo con nuestros trajes de villeneras. La idea, por bonita, cunde y el trasiego de trajes y personas de una habitación a otra es grande. Ahora son Paco Flor, Ramón, Juan, Facundo, Borce, Pací, Roseta, Isabel, Virtu Sarrió y yo, que me enfundo en un traje de yugoslava, los que nos ponemos una y otra vez delante de los objetivos para perpetuar estos momentos.
Ya con nuestra propia piel nos dirigimos a la Carpa para la cena. Antes, en el escenario, procedemos, tras el obsequio que nos hace el Sr. Vogel, a entregar otros regalos, esta vez personales, para el Sr. Presidente, Emilia, Bebbo, los presentadores del Festival y hasta para los cocineros. Por la noche última actuación y nuevo éxito. Después de la Malagueña de Vi-llena, el grupo se retira y aparecen para bailar las Seguidillas de Al coy tocados con los sombreros tiroleses que se compraron durante la excursión; el impacto fue enorme. Amaya, que casi no había podido bailar por no venir su pareja, baila con Aurelia la Sinda y después con Facundo y el resto del grupo la Jota de Villena; a la bajada del escenario fue muy obsequiada por muchos de los asistentes.
Después baila Yugoslavia: ¡maravillosos!
De nuevo en nuestro «hotel», Bebbo se despide de nosotros. Agradece nuestra participación, y nos transmite la felicitación
Tachtengruppe y lo contentos que se sienten de haber contado con nosotros, emplazándonos para la próxima edición, después comienza la que sería nuestra última «juerga» en Suiza. La alegría no es la de noches anteriores, se sabe de la próxima partida, se hacen las últimas fotos, se intercambian direcciones y las caras se van poniendo más serias de lo normal. Borce nos pide llevarse a Amaya una temporada a Yugoslavia. Comenzamos a despedirnos y no se puede evitar que las lágrimas asomen a los ojos de todos. Borce y Amaya lloran abrazados, después ocurre con Isabel, quienes de veras parece que han sido víctimas del flechazo. Abrazos, besos, lágrimas y un «hasta pronto» ¿...? Cuando salga el sol, nuestros amigos yugoslavos estarán camino de Austria y de allí a su país.
DIA 30, MARTES
A las 8'30, desayuno, Emilia ya no nos acompaña, se despidió la noche anterior para evitar lo que al final pasó, que nos pusimos demasiado serios y aquello terminó como el rosario de la Aurora. Pepe Cabanes la acompañó a su casa y tardó en volver, y lo hizo mucho más serio y como ido. ¿Flechazo?
Bebbo, con su señora nos espera al pie del autobús para despedirnos nuevamente, y le reiteramos nuestra invitación para las Fiestas de Septiembre.
Vicente, al volante, se cierra las puertas y desde las ventanillas, con una alegría un tanto forzada, los últimos adioses, y en marcha. Los primeros kilómetros se hacen casi en silencio, ahora sólo hay tiempo para los recuerdos. Atrás queda la Carpa, la iglesia en lo alto, al fondo el lago, las montañas con su verde vestido nos dicen adiós y el cielo gris parece querer acompañarnos en nuestra tristeza. ¡Hasta pronto Buochs! Alguien pide música y Vicente pone música festera, poco a poco nos vamos animando y los kilómetros se hacen más llevaderos.
A la orilla del lago Leman la comida de sobaquillo y otra vez a la carretera; estamos desandando el camino y lo que antes pasamos con lluvia ahora luce bajo un sol radiante. La frontera se pasa sin dificultad, ya estamos en Francia, kilómetros y más kilómetros, ahora nos dirigimos a Andorra. La cena en el restaurante de un área de servicios, muy grande y moderno, pero muy sucio. Otra vez al autobús y a intentar dormir, los novios se acurrucan, los menos tienen dos asientos para ponerse «cómodos» y sin casi enterarnos cruzamos los Pirineos; hace frío, pues la nieve los cubre en buena parte. ¡Por fin Andorra! Son las 7'30 del día uno de julio. Desayuno y hospedaje.
Virtu Francés ha perdido la maleta. ¿Dónde?... No lo sabe. Comienza el rastreo en busca de la ganga, lo más barato. El whisky, tabaco, chocolate, quesos y demás hacen su aparición. Los transistores, cámaras y demás vendrán más tarde. En un comercio alguien oye en un televisor que hablan del Grupo y su éxito en Buochs. La noticia es de la televisión francesa.
Por la tarde descanso; los bolsillos han bajado bastante. La noche, cada uno a su aire.
DIA 2, JUEVES.
Vicente y Virtu van a denunciar la pérdida de la maleta, tardan bastante; ya estamos esperando en el autobús y sin más nos ponemos en marcha. La frontera se nos presenta como un gran monstruo, aquí sí hay peligro. Sube el aduanero, un cachondo mental.
—¿Qué lleváis?
—Lo normal, whisky, tabaco, chocolate (del bueno se entiende), etc.
Una rápida ojeada a los paquetes y bolsos, lo mismo al maletero, emoción, intriga, suspense. Se oye cerrar el maletero, alivio.
—Podéis seguir.
Sube la tía de Consuelo, que es la única que ha tenido que pagar por llevar dos «aparatitos» juntos y en marcha de nuevo,
Como todo ha salido bien «el Moreno se paga la bebida de la comida». Seguimos y a poco se rompe la correa del ventilador, que Vicente, asistido por varios del grupo, rápidamente arregla.
Pepe Gabanes empieza a sentirse mal, tiene fiebre.
En Pons, comida, llamadas a Villena y sobre todo, a la emisora que en todo momento ha tenido informada a la población de nuestras andanzas por Suiza, para decir la hora de nuestra llegada.
Más carretera; Pepe sigue con fiebre, a pesar de las pastillas ingeridas. Cerca de Castellón, parada para tomar café… y Una emisora de Valencia nos sorprende con una noticia sobre el grupo; desconocemos la fuente de información; después sabríamos que fue Radio Villena. Seguimos, Puerto de Sagunto, más lejos las Ruinas de su Heroísmo; a la derecha, El Puig; Valencia, Silla y nueva parada para pegar un bocado. Ya estamos impacientes sabiéndonos tan cerca. Pepe no puede ni tragar un vaso de leche; el relente de «la noche Suiza» no le ha sentado bien. El último tramo se hace a los sones de nuestra Banda Municipal, que suena en el casette del autobús y los maseros, realistas, moros nuevos, etcétera, son coreados por todos. Fuente la Higuera, El Cruce, La Venta del Gitano y a la vuelta, esa silueta tan querida ¡VILLENA! Biennnnn, se corta la música y vuelve al principio. En el «Castillo» de Miguel Flor, baja Paco ídem, en la Constancia, la Bandera por una de las ventanillas y la música suena otra vez, ahora con LA MORE¬NICA, que emocionados cantamos todos.
La Puerta de Almansa bulle, familiares y amigos esperan, el retraso es de casi una hora, pero no importa, ya estamos aquí. Los abrazos se suceden, las maletas, los trajes, bolsos y cajas trasiegan de mano en mano.
¡VILLENA!, otra vez Villena, ya estamos en casa. Atrás quedan cerca de cuatro mil kilómetros; Buochs, muchos buenos amigos y unos recuerdos imborrables.
Son las 12,30 de la noche de un jueves 2 de julio de 1981. Nuestro viaje ha concluido.
¡Ah, se me olvidaba! El lunes, ensayo.
Villena, Julio de 1981.

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