La Iglesia de Santiago. Por FERNANDO S. RÍOS
INTRODUCCIÓN
El edificio que actualmente conforma la citada iglesia de Santiago data de finales del siglo XV, aunque existen documentos que hablan de la existencia de una iglesia advocada al mismo santo en tiempos anteriores. Así, no viene mal recordar el suceso conocido como las "Capitulaciones de Hellín" en el que los procuradores villenenses se reunieron en la iglesia de Santiago para deliberar sobre si rendir pleitesía o no al nuevo señor, el marqués de Villena.
EI artífice del nuevo remozamiento fue don Sancho García de Medina, "maestre escuela de la sancta yglesia de Cartagena, que edificio de muy grande, costosa e alta obra de piedra labrada la yglesia que está dentro de lo cercado de la dicha ciudad, so ynvocación del bienaventurado apóstol señor Sanstiago, y la dotó y erigió en ella diez beneficios, los quales diez beneficiados, cotidianamente a coro e tono exerçitan e dizen las horas canónicas, y en exerçiçio de predicación y en leer gramática e tener capilla Con los quales exerçiçios se sirve a Dios Nuestro Señor por los diez beneficiados eregidos por el dicho don Sancho García de Medina, y ennoblece a esta ciudad Villena". Sancho de Medina fue, además, Protonotario del Papa.
Existe una tradición que cuenta que era hijo de padres jornaleros y se empleaba, siendo niño, en recoger basuras por las calles. Un día de mucho frío pasó por la población el Arzobispo de Valencia y el muchacho se encaramó al estribo de su carroza. Al ver sus carnes a la intemperie, le preguntó el Arzobispo si sentía frío, y el chico le contestó: "¿Y usted, tiene frío en la cara?". Al responderle que en la cara no se tiene frío, replicó el muchacho que todo su cuerpo era cara. Le invitó el Arzobispo a subir a su coche, trabó conversación con él, y tan despierto lo encontró que lo llevó consigo. Este Arzobispo resultó ser luego el Papa Alejandro VI, quien al morir legó a su protegido veinte millones de reales, que Sancho de Medina invirtió en la edificación de Santiago, en la de la ermita de San Benito y en la compra de varios bancales en la huerta de la ciudad que fueron adjudicados después al clero villenense.
Dejando en interrogante la relación de tal cantidad de dinero con la fecha de la construcción, según parece, tras el óbito del pontífice, sí es cierto creer en el enorme costo que supuso en su momento la erección de Santiago.
Como autor de la iglesia, sus restos mortales reposan en dicho edificio y su escudo familiar blasona tanto las partes interiores como exteriores del edificio. Consta éste "de medio arriba una letra M, y de medio abajo, unas barras, y encima del escudo, un sombrero con borlas pendientes".
Se han podido recuperar, aunque de manera indirecta, los estatutos que don Sancho García de Medina redactó para la iglesia de Santiago.
En el preámbulo de ellos, el fundador se hace figurar como Sancho de Medina simplemente, sin el García que consta en algunos otros documentos, y se intitula Protonotario de la Sede Apostólica, Maestre-escuela cartaginense y Arcediano de Villena, y dice que agrandó desde sus cimientos la iglesia de Santiago que antes era pequeña y estrecha, y no por vanagloria, sino para que aumentase el culto divino, manifestar la piedad que tenía por su patria y excitar a otros fieles de Cristo a la ampliación de la obra, y que la empresa era grande porque no se preparaba habitación para un hombre, sino para Dios. Añade que trabajó después para que el papa Alejandro VI erigiese el arciprestazgo de Villena en beneficio perpetuo, gracia que el Pontífice otorgó en diciembre de 1492. El 26 de enero de 1507, anexionó al arciprestazgo de Villena la ermita denominada Santa María de las Virtudes, de la que tomó posesión el 21 de febrero de 1508
En julio de 1511, el papa Julio II, a petición de don Sancho, ascendió el arciprestazgo de Santiago a la dignidad arcedianal, añadiendo a los dos beneficios fundados en la iglesia, otros diez para otros tantos clérigos beneficiados perpetuos, con la anexión de ciertas prestaciones y capellanías. Dos años después, el 25 de julio de 1513 tomó posesión don Sancho como Arcediano y, en cumplimiento de las Letras Apostólicas, fueron consignados treinta ducados de oro, con cargo a la vicaría de San Martín de La Gineta, una casa así llamada en la villa de Albacete, un predio o campo que antes fue viña, así como las obligaciones cotidianas, aniversarios y otros emolumentos procedentes de los oficios divinos en dicha iglesia de La Gineta, con cuya porción el Vicario podría cómodamente sustentarse y pagar las cargas episcopales.
«Breves Dies Hominis Sunt», o lo que es lo mismo «Sic Transit Gloria Mundi», por consiguiente «Carpe Diem».
A los mencionados diez beneficios, agregó don Sancho una capellanía bajo la advocación de San Juan, otra de Santa María Magdalena, otra de Santa María del Castillo y una cuarta también de San Juan, que poseían Pedro González, Fernando Jofre y Luis Mergelina en la iglesia de Santiago y en Santa María del Castillo.
La provisión de los diez beneficios se hizo en el bachiller Pedro de Medina y en los clérigos Fernando Jofre, Diego Bellod, Juan Rodríguez, Pedro González, Andrés Alenda, Luis Mergelina, Santiago Pérez, Pedro Martínez de Olivencia y García de Ochoa.
Ya con el título de primer Arcediano de Santiago, y con la facultad de disponer de los frutos, réditos y productos de los beneficios y capellanías ya mencionados, más los de San Juan y San Mateo de Lorca, Sancho de Medina, el 4 de julio de 1519 redactó los estatutos por los que habría de regirse el cabildo el recién creado Arcedianazgo.
En ellos se declaran explícitamente las obligaciones de cada uno de los beneficiados, y se establece el Patronato activo para nombrar beneficiados en las vacantes sucesivas de conformidad con lo establecido en la bula de erección, con varias condiciones y, entre ellas, la de que todas las vacantes se habían de proveer precisamente en hijos naturales de Villena, y sólo en el caso de no hallarse sujeto idóneo y con el grado académico prevenido en la bula y en los estatutos para enseñar la gramática y lógica, pudiera proveerse en sujeto que no fuese hijo de esta villa. Se facultaba además al Cabildo de beneficiados y a sus sucesores para que pudiesen varias y añadir otros estatutos y condiciones, siempre que no fuesen contrarios a los sagrados cánones.
Por el referido documento, el Cabildo poseía también la facultad de cubrir las vacantes previa oposición ante el mismo, así como la de posesionar a los nuevos beneficiados, y en este privilegio estuvo hasta el día 1 de septiembre de 1766, fecha de una real cédula por la que, en virtud del Concordato celebrado entre la Santa Sede y Carlos III, se ordenó que siempre que en adelante vacasen los beneficios en algunos de los meses apostólicos o casos de reserva, propusiese el Cabildo tres de los más dignos opositores, naturales de la ciudad de Villena, que hubiesen sido aprobados en el concurso y examen, remitiendo la terna para que eligiese su Majestad. Este procedimiento sería válido únicamente en los meses apostólicos, porque en los cuatro meses ordinarios, conservaba el Cabildo la prerrogativa de nombrar, colacionar y dar posesión al nombrado.
El Cabildo, en 1534, conociendo que un solo beneficiado no podía regir el coro y tocar el órgano, como establecían los estatutos, determinó que uno de los oficios, vacante a la sazón, fuese gravado con el cargo de regir el coro y dar en cada día dos lecciones de canto llano, contrapunto y canto de órgano a todos los que quisiesen aprender, y que el otro beneficio quedase con el cargo de tocar el órgano, cuyo estatuto fue aprobado por Paulo III el 3 de marzo de 1S3S. Por bula del mismo Papa, de fecha 3 de marzo de 1S43, se aprobó otro acuerdo del Cabildo en el que se determinaba que uno de los beneficios sin carga de enseñanza, tuviese en lo sucesivo la obligación de predicar los sermones llamados de "Tabla" y de leer, en cada día del año que no fuese feriado, una lección de moral, enseñando las materias de Sacramentos u otras que fuesen provechosas para la explicación de la Sagrada Escritura. El que hubiese de obtener tal beneficio tendría que estar condecorado con el grado de Doctor o de Maestro en Arte.
En otro orden de cosas, el Cabildo era fundador y patrono de varias capellanías dotadas con sus propias rentas; gozaba de la prerrogativa de reunirse en sus salas capitulares a campaña teñida para deliberar y decretar cuanto estimase concerniente al mejor culto divino, y su presidente lo era del coro y del clero de ambas parroquias, siempre que se reunieran para festividades religiosas u otras funciones del culto.
Desde el primer momento, pues, la iglesia poseyó el privilegio de arcedianazgo, "e no tiene renta propia, y el provecho que se le sigue de la judicatura es muy poco e no se sabe su cierto valor. Y en la dicha yglesia ay los dichos diez beneficios que dotó el dicho don Sancho García de Medina; valen a trenta mil! maravedís por ano si siguen la rresidencia del coro, porque no valen más de lo que ganan por residencia e distribución. E pagan subsidios a vuesa magestad en cada un año por repartimiento que se les echa e rreparte en la ciudad de Murcia Ansimysmo, ay otros dos beneficios simples servideros, éstos son de los curas de dicha yglesia que admynistran o ponen quien admynistre los sanctos sacramentos; vale cada uno a qua-renta mili maravedís por año poco más o menos, y paga subsidio. Y ay ansimysmo un terçuelo que es de la fábrica de la dicha yglesia; vale a trenta mill maravedís por año poco más o menos, e paga subsidio".
De todo lo expuesto se deduce que, ya en 1513, existía en la iglesia un maestro de capilla encargado de dirigir el coro y tocar el órgano, y que el nombre de este primer maestro hay que buscarlo entre los de los diez primeros beneficiados nombrados por don Sancho.
No se ha podido conseguir los nombres, de entre todos ellos, del que fue primer maestro, lo que hubiese sido de agradecer.
En sus primeros tiempos, la capilla estaba compuesta exclusivamente por cantores, que actuaban acompañados del antiguo instrumento llamado "bajón", antecesor de los trombones actuales. El órgano se utilizaba asimismo para acompañar, pero también para suplir el canto de algunas piezas litúrgicas y para llenar los intermedios en que no cantaban ni el coro ni los ministros que oficiaban en el altar.
Pronto se hizo patente la necesidad de un maestro de capilla exclusivamente dedicado a la parte vocal y a preparar entre los niños los futuros sustitutos de los cantores principales, y de ahí la reforma de los estatutos que se dio en 1534
Es muy probable que, por aquél entonces, estuviera ya al frente de la capilla el maestro Ambrosio Cotes, una de las grandes figuras de la polifonía española del siglo XVI, lanzada al mundo musical desde la plataforma de la capilla villenense.
ANALISIS ARTISTICO DEL TEMPLO
Cuerpo gótico
Por circunstancias puramente temporales, toda la fábrica responde perfectamente a los dictados del estilo gótico —presencia de arcos ojivales y bóvedas de crucería nervadas—. Se sabe, como ya hemos dicho, que su ubicación se hizo sobre otra ya existente. Estamos en el siglo XV y, a pesar de existir el Renacimiento, todavía éste permanece circunscrito a su ámbito originario italiano. Como recoge José María Soler, hay que imaginarse el edificio primigenio sin la sacristía ni la capilla de la comunión —construcciones posteriores que ahora mismo vamos a estudiar—, con un huerto anejo y casas adosadas a los muros, que fueron finalmente demolidas en 1741.
Dan la entrada a la iglesia tres puertas en la fachada principal y otra en la del lado de la Epístola, recayente a la plaza.
La portada del centro está formada por un arco ojival entre dos agujas flanqueantes y cubierto por un quitalluvias también ojival. Algo más arriba hay una repisa que debió estar destinada a una imagen de la Virgen María, cuya regia corona sostienen dos ángeles alados. En la cara interior de los machones que sostienen la ojiva se eleva una columna aliácea, la misma que la que están en el interior, pero sin las estrías marcadas. Los capiteles debieron estar ocupados por imágenes que, como la de arriba, no llegaron a ponerse nunca, o han desaparecido posteriormente. Las otras dos puertas colaterales son de estilo Renacimiento, sumamente sencillas.
La fachada de la plaza es completamente lisa y su portada debió ser muy semejante a la central, aunque hoy se ve con grandes deterioros e imperfecciones. En el piso superior se perciben los arbotantes que transmiten a los contrafuertes, internos, los empujes de los muros.
Es visible en algunos sillares las habituales marcas de los canteros que servían para justificar la tarea realizada a la hora de recibir la soldada.
En la parte posterior del ábside están las improntas de lo que fueron unos escudos que desaparecieron durante la Guerra Civil. Consistían en el escudo de los Reyes Católicos, con el águila de Patmos y los emblemas de Castilla, León, Aragón, Sicilia y Granada. Se halla flanqueado por el yugo y las flechas con las leyendas "Jesús Xps. " y "Tanto monta". En el centro de la parte inferior, separado del anterior por la leyenda "Yesus autem permedium illorum ib at Xps. vinci Xps. Re" está el escudo de la Ciudad, aunque con un escusón oblongo con tres peces en el centro. A un lado y otro de este escudo, hay otros dos de Sancho de Medina: uno de ellos, sencillo, con la M y las barras de su apellido, y el otro, timbrado con el capelo y los cordones de borlas, quizás por la condición de Protonotario Apostólico.
Se pueden contemplar el remate de los estribos y arbotantes que destacan sobre el tejado y las gárgolas que arrojan el agua del tejado.
Finalmente, la torre, de 47 metros de altura, es de planta cuadrada, dividida en dos zonas de diferente altura separadas entre sí por una cornisa. En la superior aparecen los arcos semicirculares donde están las campanas y encima de éstas se corre una cornisa de gran saliente en piedra tallada a modo de matacanes. Varias ventanas alargadas dan luz a la escalera y debajo de la cornisa hay cuatro circulares, una en cada fachada, de las que dos están cubiertas con las esferas del reloj.
Sobre la gran cornisa hay una balaustrada de hierro que sustituyó a la primitiva de piedra y corona la torre un capitel octógono, cerrado y rematado por una esfera de bronce que sostiene la cruz de hierro y la veleta formada por un monstruo alado.
Pasemos al interior. La planta es de estilo de salón y es muy interesante. Resaltar el hecho de carecer de crucero pero no de girola. Además, los contrafuertes son visibles en el interior, lo que provoca pseudonaves laterales y pseudocapillas de menor altura que la nave central. Esta solución es muy escasa en esta época y puede determinar el origen catalán del maestro arquitecto, ya que los rarísimos ejemplos están focalizados en Cataluña —Tarrasa y Manresa-- y pertenecen al siglo anterior.
Francisco Cerdán, más conocido como Paco «El Marmolista», puso muy buena voluntad. Es digno de agradecimiento.
Siguiendo las antañas recomendaciones, "no ay capillas cerradas, solamente ay, capillas puestas entre los estribos o pilares de la pared entre los quales ay algunos enterramientos conocidos de personas e parentelas particulares, en las quales capillas se dizen misas de capellanías (...). la imvocaçión de los enterramientos son: en la yglesia de Sanctiago, el enterramiento de la capilla mayor principal de dicha yglesia e de dicha ynvocaçión hera del dicho don Sancho García de Medina, Maestre Escuela, e de sus deçendientes, y en ella está sepultado el susodicho y el tesorero don Pedro de Medina, y el canónigo Juan Rodríguez Navarro (...). Y en la dicha yglesia de señor Sanctiago, las capillas que ay entre los dichos estribos son: a la cabeça de la dicha yglesia, una capilla so ynvocaçión de señor San Miguel; y la segunda, a la parte del evangelio, so ynvocaçión de Nuestra Señora del Pópulo; e la tercera, so ynvocaçión de Nuestra Señora de la Esperança; y otra, so ynvocaçión de señor Sancto Elifonso; e otra, so ynvocaçión de la Salutación del Angel a Nuestra Señora; y otra, so ynvocaçión de sancto Estevan e San Gerónimo; e otra, del Nacimiento de Nuestro Senor Jhu. Xpo. Y a la parte de la Epístola, otra capilla so ynvocaçión de Nuestra Señora de Gracia; y otra, so ynvocaçión de Nuestra Señora del Rosario; e otra, de San Bartolomé; y otra, de los Ángeles".
Las capillas, tal y como sucedía en otras iglesias, eran de propiedad particular y servían para los enterramientos de las familias hidalgas locales. Con el paso del tiempo, iba cambiando las advocaciones. En 1624, la capilla de San Miguel, a la cabecera del templo, era del arcipreste Bartolomé Rodríguez Navarro, la de Nuestra Señora del Pópulo pertenecía a los Mellinas; la de Nuestra Señora de la Esperanza era de Juan Martínez; la de San Elifonso o Ildefonso, de los Yagües; la de San Esteban, de Agustín Estevan; la del Nacimiento, de los Pontes; y las de Nuestra Señora de Gracia y de los Ángeles, de los Mergelinas; la de la Encarnación, era de los González; la de la Asunción, de los Márquez; la de San Gregorio, de los Olivares, y la de San Bernardo, de Hernando Jofre.
A su vez, el capitán Pedro Rodríguez Navarro, los Valeras y los Díaz, tenían altares de su propiedad y, junto al coro, había un altar pequeño, cuya dueña era D.ª Beatriz, esposa de Pedro Gasque.
En 1721 hubo nuevos cambios. La capilla de San Miguel seguía perteneciendo a los Rodríguez Navarro y la de Nuestra Señora del Pópulo, de los Mellinas; la de Nuestra Señora de la Esperanza pertenecía ahora a Antonio Almunia Martínez de Erquiaga, Marqués del Ráfol; la de San Esteban pasó a manos de Jaime de Pedro; la del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, de los Pontes; la de Nuestra Señora del Rosario era de los Olivencias; la de la Asunción, de Amaro Márquez; la de San Gregorio, de Fulgencio Oliver; la de Nuestra Señora del Carmen pertenecía a Juan Gasque; la de San Francisco, a la familia Jofre; la del Sepulcro, a Luis Mercader, a pesar de estar enterrado en el Baptisterio; la de la Concepción, al linaje de los Miños. Finalmente, la capilla de la Anunciación pasó a poder de Cosme Algarra Domene.
Llama la atención su interior diáfano. La utilización de las columnas torsas redundan la hipótesis del constructor catalán o, al menos, de alguna persona formada en aquellas tierras, además de precisar una cronología más cercana a los últimos estertores del siglo XV. Las columnas villeneras presentan estrías de arista viva, con basas y capiteles que truncan el movimiento ondulante que poseen. Sus capiteles son la base de otras columnas empotradas, verdaderos puntos de arranques de las bóvedas de crucerías ojivales. Estas columnas parecen ser los puntos de partida de otros muchos ejemplos de la zona: la catedral de Orihuela, la Colegiata de Gandía, la iglesia Parroquial de Utiel, la de Almansa y el convento de Clarisas de Murcia.
En la cabecera de la iglesia y en el lado del Evangelio se adhiere a la obra un pequeño paralelogramo donde está la sacristía, cubierta también con bóveda de crucería y sobre ella está el gran salón, que fue antiguamente la sala capitular, con artesonado de madera tallada.
Inicialmente existió en el presbiterio un altar —es de suponer de estilo gótico— que procedía de la catedral de Murcia, y fue adquirido por don Sancho García de Medina el 17 de enero de 1513 por la suma de 34.375 maravedíes.
Elementos renacentistas
Parece ser que al poco de ser consagrada la iglesia, bajo el patronazgo de la familia de Medina —concretamente por don Pedro de Medina, sobrino de Sancho—, se inició una fuerte ampliación que se prolonga a lo largo del siglo XVI, y que proporciona al edificio una serie de elementos renacentistas claramente vinculados a Murcia. No en vano, don Pedro de Medina, impulsor de esta reforma, fue Tesorero de la diócesis de Cartagena.
La ampliación responde a causas aún no establecidas —aunque la hipótesis más plausible apunta a la creación de un coro—, pero es indudable que afectó a la fachada principal, de tal modo que se produjo un efecto anecdótico: se colocó un nuevo cuerpo de neto lenguaje renacentista entre la fachada gótica —que se respetó—y el resto de la iglesia.
Aún hoy en día, quedan restos visibles de lo que fue el rosetón y dos pequeñas ventanas alargadas a los lados de donde debiera haber estado la portada en su primera ubicación.
En 1553 fue colocado el iconostasio —tecnicismo que hace referencia a la reja—realizado enteramente en Murcia, del que únicamente queda la estructura básica que sigue los postulados ornamentales "a can-delieri" —elementos decorativos simétricos en torno a un eje central— típicos del estilo renacentista.
D. Pedro de Medina posee una capilla en su honor donde están enterrados sus padres, Pedro y Leonor, y su hermano Sancho, cuyos epitafios pueden, todavía hoy, leerse. Frente a esta tumba colectiva se encuentra otra sin ninguna referencia escrita que podría hacer suponer que corresponde al propio Pedro de Medina.
Trabajando en Villena alcanzó la muerte al artista italiano Jacobo Florentino, conocido como "l'Indaco vecchio", en 1526 Estuvo en Murcia y su estancia se debe, quizás, al influjo de don Pedro de Medina. Realizó la pila bautismal, con sirenas aladas al pie y la taza, que ha sido relacionada con la pila existente en la Capilla Real de Granada, obra de Francisco Florentino, y en donde trabajó Jacobo a su llegada a España en 1520 empero, las figuras villeneras son más sensuales que las frías académicas granadinas. También suya es la portada de la sacristía —cuyo diseño está basado en un grabado de Vitruvio, arquitecto romano rescatado por el humanista Cesariano y el aula capitular. Al igual que sucede en la catedral de Murcia, la comunicación entre la iglesia y la sacristía se realiza a través de un paso oblicuo con bóveda en esviaje.
También se le atribuyen las dos ventanas del primer piso de la torre, aunque algunos autores las relacionan con Jerónimo Quijano, discípulo del artista Florentino, y las tumbas de los Medina, cuyas dos sirenas aladas de perfilado rostro y cabello trenzado, guardan un gran parecido con las cabezas femeninas, a modo capiteles, de la portada de la sacristía de la catedral de Murcia, obra del mismo artista, a juicio de Joaquín Bérchez. La tumba del artista italiano parece encontrarse en la propia iglesia pero la realización del enlosado, que data de la década de los años veinte del presente siglo, impide averiguar el lugar exacto
La ampliación fue finalizada por el canónigo Juan Rodríguez Navarro, perteneciente a una de las más importantes familias de Villena, que cuenta con una capilla y su escudo se ve claramente en la balaustrada —león con espada, concha, sol y haz de saetas—, costeada por ella, que rodea la girola del altar Todas las reformas estaban ya realizadas en el año 1575.
Detalles barrocos y rococós
Dentro de la época barroca, ocurrieron algunos hechos interesantes en la iglesia. En el año de 1656 se levantó sobre el coro una plataforma a media altura para asiento de un magnífico órgano construido por Miguel Clit. Costó 143.915 maravedíes y fue destruido —como otras tantas cosas—durante la Guerra Civil Años después, concretamente en 1698, se repara la barandilla que circunda el chapitel de la torre, que era de piedra rematada con pirámides en las esquinas. El viento la derribó y obligó a sustituirla por otra de hierro mucho más ligera.
Mención especial hay que hacer de las campanas. De ellas tenemos pocas noticias que, empero, vamos aquí a tratar de inmortalizarlas. Existían ya en el siglo XVII porque la lengua de la "medianera" fue reparada por Francisco de Valera en 1623. En 1650, Pedro y E. Diego Ortiz, maestros campaneros, fundieron y renovaron dos de ellas por 1.175 reales En 1662, se reparó la campanilla de los beneficiados llamada "Segundilla" y que, en 1686, se gastaron 458 reales por coste, portes y colocación de una campana nueva.
Metidos en el siglo XVIII surge la idea de blanquear la iglesia Así, en 1 709 se lleva a cabo este proceso que motivó otra pasada de blanco cincuenta y años más tarde, cuando, al mismo tiempo, se enlució las bóvedas y se doraron los florones, arcos y cornisas Este gusto rococó por el dorado afectó también al nuevo retablo para el altar mayor, que se adquirió en 1728 El viejo retablo fue cuarteado para ser colocados en el trascoro Además, se picaron los pilares de la iglesia, colocándose florones de madera en las claves de las bóvedas y las ventanas se adornaron con balconcillos, celosías y vidrieras. Esta profunda labor ornamental motivó el cambio de puertas. Las primigenias se vendieron a los padres de la Congregación por 525 reales.
El 2 de agosto de 1 777, el Ayuntamiento y Obispado acuerdan colocar un reloj en la torre, que fue fabricado por Pedro Navarro y se comprometió a cuidarlo de por vida por 2.500 reales. No se conoce la fecha exacta pero quizá corresponda a estos años cuando se colocaron a los flancos de la portada lateral dos pilastras con florones, de dudoso acierto estético.
Finalmente, en 1788 son colocadas las vidrieras de la sacristía que comenzó a construirse en 1783 Por lo que respecta a las campanas, en 1703 se reparó la "tiple"; echándole más hierro y, en 1742, Pedro Sánchez fundió una de las antiguas para fabricar una nueva. De las actuales, la segunda está fechada en 1750 y la tercera lleva la siguiente inscripción: "se hizo siendo cura propio de esta parroquial de Santiago el S. Don Juan Fernández Vila y fabriquero Antonio Mellado y Lillo. Anno de 1727".
Aunque será en el siglo XVIII cuando se dió comienzo a la capilla de la Comunión siguiendo planos del arquitecto D. José de Toraya, a quien se le abonaron 2.000 reales en concepto de derechos. En 1 786 comenzóse la construcción quedando paralizadas en 1805 por circunstancias no aclaradas. Gracias al tesón que mostró el canónigo D. José María Villa, la capilla fue retomada en 1879 y concluida dos años más tarde. El día 19 de noviembre de 1881, a las diez de la mañana, un gran repique de campanas anunciaba que esta obra ya podía ser bendecida. La mala fortuna acompañó a esta capilla puesto la cúpula sufrió un desplome en 1887.
Su estilo es neoclásico. Llama la atención su planta circular que recuerda el Panteón romano y a los planteamientos cuasi fantásticos de arquitectos dieciochescos franceses como Ledoux o Boullée. Se accede a esta capilla por una portada neogótica de mitad de los años 40 del siglo XX, al igual que el púlpito situado a la derecha de la portada de la Epístola.
El siglo XX
Parece ser que en los años veinte se procedió al enlosado del suelo, tapando todas las tumbas existentes en el recinto sagrado. Llegamos al trienio 1936-39 En estos trágicos años la iglesia de Santiago vivió, como cualquier ciudadano, el caos imperante. Así, además de un incendio, sufrió la destrucción de la verja del altar mayor. Se picaron los escudos existentes en el exterior y desapareció el órgano, adquirido en 1656, acompañando a las imágenes, cuadros, retablos, ornamentos y objetos de culto que en este templo se guardaban. Lamentar, muy sentidamente, la quema de muchos de los libros capitulares, los registros parroquiales y el archivo musical
Durante la postguerra, se procedió a la reconstrucción de las iglesias lastimadas. Santiago aguantó estoicamente los efectos del fuego y éstos, siendo graves, no alcanzaron el dramatismo de la iglesia de Santa María, cuya techumbre se vino abajo. Así y todo, se hizo imprescindible una reforma en el piso superior que elevó, aproximadamente, medio metro la altura primigenia del templo
En los años sesenta desapareció el altar mayor, construido por el escultor villenense Navarro Santafé en 1948 para sustituir al destruido en 1936.
Otras medidas llevadas a cabo fueron la eliminación del arco sepulcral renacentista que se hallaba en la girola, detrás del retablo, a modo de portada de la cripta, y del coro, con su consiguiente plataforma del órgano.
Se reconstruyeron también algunas capillas, el púlpito y la portada de la capilla de la Comunión de un lamentable estilo neogótico.
Como anécdota, decir que cuando se procedió a blanquear de nuevo la iglesia, dejóse olvidada la ventana situada justo encima de donde actualmente está ubicada el órgano. Pasaron los años y, siendo párroco don Arsenio, surgió el proyecto de aclimatar la iglesia para hacer más soportable los gélidos días de invierno, pasando los tubos de aire por lo que, se pensaba, que era una oquedad. El simple palpar con los dedos desmoronó la hipótesis Hoy, es posible admirar la maravillosa vidriera con la imagen de Santa Filomena en la ventana que da a la plaza.
CONCLUSIÓN
Tenemos en nuestra ciudad una auténtica joya del gótico final español. Esta afirmación puede pecar de vanidosa pero es suscrita por numerosos profesores universitarios de Historia del Arte, máxime si tenemos en cuenta las fotografías que se han conservado y que muestran antiguos retablos y un grandioso altar. No en vano, esta iglesia fue la receptora de todo tipo de inversión económica cuando la coyuntura era propicia, en detrimento de la iglesia de Santa María, olvidada por pertenecer al Arrabal de la ciudad
La iglesia de Santiago encierra la Historia de Villena, que muy poco villeneros conocen —a pesar de los cursos que, sobre ella, se imparten en la Casa de la Cultura—.
Nos faltan palabras cuando hablamos de Villena en ámbitos ajenos o propios elecciones, cuando queremos explicar nuestras magníficas Fiestas de Moros y Cristianos, cuando defendemos nuestra peculiar idiosincrasia —ni valencianos, ni murcianos, ni manchegos—, pero nos siguen faltando palabras, porque las ignoramos, cuando algunos de nuestros invitados nos hacen subir al castillo y requieren información. N.B.I. "Bienaventurado el que olvida porque no sabe. Bienaventurado el que no sabe porque suyo será el Reino de la Nada".
La iglesia de Santiago se cae. La chapuza realizada después de la Guerra ha hecho más daño que el paso natural de los siglos y ahora estamos notando los efectos. Es necesario socorrer la iglesia, de inmediato, por el bien de Villena. La iglesia de Santiago se nos cae. Día 4 que fuera.
BIBLIOGRAFÍA
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Gasol. Josep "La Seo de Manresa". Colegiata
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Portillo Cardona. M. Belén: "Historia artística del templo de Santiago". Revista Villena, 1955.
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Soler José M.': "La Arciprestal de Santiago". Revista Villena 1952.
Soler José "Vicisitudes del templo de Santiago". Revista Villena,1969.
Extraído de la Revista Villena de 1996
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