María Santísima de las Virtudes de Murcia.
Por FRANCISCO CANDEL CRESPO. Coronel-Capellán del Ejército del Aire. Académico C. de la Real Academia de la Historia.
El que la noble ciudad de Villena y su Arciprestazgo pertenecieran durante siglos a la Diócesis de Cartagena, nos explica que la devoción a la Santísima Virgen de las Virtudes, trascendiera hasta la misma Murcia y otras poblaciones del extenso Obispado.
El año 1648 fue atacada Murcia por la temible «Peste Valenciana» que causó verdaderos estragos en la ciudad y su huerta. Frutos Baeza la describe así, dramáticamente:
«Ninguna, sin embargo, alcanzó la magnitud de esta horrorosa mortandad, ni en ninguna desplegaron la caridad y la abnegación más santos y sublimes ejemplos.
El Obispo, el Corregidor, los Regidores, los frailes, cuantos con grandeza de corazón se mantuvieron en la ciudad, dando el rostro a tan negro infortunio, hubieron de luchar denodadamente con diversos enemigos a la vez: con la pobreza suma, con el desamparo de los que huyeron con la carencia de médicos, con la locura de los vivos, con la muerte siempre, que al fin los hizo su presa, devorándolos en aquella vorágine de dolor».
Ante la magnitud de la catástrofe, el Cabildo Catedral (mejor dicho sus escasos supervivientes) acordaron en tal calamidad, colocar en lo más alto de la Torre (de la entonces, claro está, un 50% de la actual) un MANTO de la Santísima Virgen de las Virtudes, patrona de Villena, como muda súplica para que cesara la epidemia..., si bien ésta comenzó a decrecer el día 13 de junio, por cuya razón el Ayuntamiento formuló el llamado VOTO de San Antonio, que todavía se sigue cumpliendo (1).
Dos años después, en 1651, apenas repuesta la ciudad de tan fieros males, tuvo lugar la famosa RIADA DE SAN CALIXTO (14 de octubre) que convirtió la ciudad y su huerta en un verdadero océano.
No sé si en esta nueva desgracia el Cabildo Catedral volvió a emplearse en la Excelsa Patrona de Villena, pero lo cierto y verdad es que en sesión capitular celebrada el 13 de mayo de 1653 se puede leer:
«El señor Don Lorenzo Curanz, Racionero, dixo, que tiene en su poder el vestido que el Cabildo mandó hacer para la imagen del Convento de Nuestra Señora de las Virtudes, que le estaba cometido al señor Don Juan Moros, y el Cabildo acordó que se le entregue el dicho vestido al señor Don Francisco Alarcón, Racionero medio, para que lo lleve y entregue en el Convento de Nuestra Señora de las Virtudes, guando haga el viaje a la Ciudad de Villena de que ha dado cuenta al Cabildo».
Por donde vemos:
1.º Que el Cabildo Catedral había mandado confeccionar un rico vestido para la Excelsa Patrona de Villena, sin duda como agradecimiento a sus favores en la peste y la riada.
2.º Que tal comisión capitular había sido encomendada al Canónigo Doctoral, llamado Don Juan Moros y Guijarro, terminando de desempeñar tal encargo el Racionero Don Lorenzo Curanz.
Y 3.º Que habiendo de marchar a Villena, su ciudad natal, el Medio Racionero Don Francisco Alarcón, se le encomendaba este encargo por parte del Cabildo Catedralicio de Murcia.
Unos meses antes, el 28 de enero del mismo año, había acordado el Cabildo: «Que se libre lo que monta la costa que ha tenido el vestido que se ha hecho para la imagen de Nuestra Señora de las Virtudes»... Desconozco quién o quienes realizaron este piadoso encargo, puesto que no consta en las actas capitulares... Bien pudieron confeccionarlo manos monjiles (Agustinas, Descalzas, Justinianas de Madre de Dios, etc.) dada la pericia de estos talleres conventuales, de larga tradición en la ciudad, aunque también pudiera haber salido del obrador de alguno de los buenos maestros bordadores que existían en ella, cuya investigación y documentación está realizando con éxito el joven y prometedor Profesor de la Universidad de Murcia (Departamento de Arte), Don Manuel Pérez Sánchez.
Por lo visto el Medio Racionero villenense demoró el viaje a su ciudad natal hasta el mes de septiembre, tal vez con el piadoso deseo de asistir a las fiestas en honor de la patrona, como parece confirmarnos la siguiente acta notarial:
«En la muy noble y muy leal Ciudad de Villena en tres días del mes de Setiembre de mil seiscientos cinquenta y tres años. Ante mí el Essno. y testigos. Pareció presente el Concejo, justicia y Regimiento desta dicha Ciudad. Es a saber Don Antonio Domene, Alcalde Hordinario en esta Ciudad por Su Magestad, Don Juan Herrero, Don Juan de Cervera, Don Bartolomé Benito de Oliver, Regidores Capitulares del Ayuntamiento desta dicha Ciudad. Consistencia del Padre Prior Fray Pedro Hidalgo que lo es del convento de Nuestra Señora de las Virtudes questá en el término de esta Ciudad. Y de la otra [parte] el Licenciado Francisco Martínez de Alarcón, natural desde Ciudad y becino de la de Muria, Racionero de la Santa Iglesia de Cartagena. Y dixo: Que por quanto entre los demás acuerdos y descretos que han tenido juntos en su Cabildo el señor Deán y demás Capitulares de la dicha Santa Iglesia fué nombralle por su Comisario para que biniera a esta su Ciudad a traer un bestido, manto y demás prendas que dichos señores presentan a la Virgen Santísima de las Virtudes en memoria y reconocimiento de las mercedes que de su dibina magestad an recibido y esperan recibir, el qual a de entregar a esta Ciudad como Patrona que es de la dicha Casa y en su nombre al Padre Fray Pedro Hidalgo, Prior de dicha Casa, para que quede en ella por bienes de la Virgen Santísima. Y cumpliendo con el dicho acuerdo en la mejor forma que de derecho lugar haya entregó UNA MEDIA BASQUIÑA DE LAMA PASADA DE ORO Y PLATA BORDADA CON LOS ATRIBUTOS Y VIRTUDES DE LA VIRGEN, asimismo un biso de la misma tela que sirbe de jubón al Niño. Ansimismo unas mangas justas de lama blanca de plata y las flores de oro. Ansimismo unas mangas de punta de la misma lama pasadas. Ansimismo entrego UN MANTO de la misma tela con una punta de oro alrededor, todo ello aforrado en tafetán azul. Del qual bestido y demás joyas esta Ciudad y el Padre Prior en su nombre se dieron por entregados y que se hizo en mi presencia y de los testigos, y yo el presente escribano doy fé. Y le otorgaron Carta de Pago en la forma que baste, para satisfación del dicho Licenciado Francisco Martínez de Alarcón, Racionero de dicha Santa Iglesia. Y se obliga esta Ciudad y el Padre Prior por sí y en nombre de los demás que le sucederán en el dicho oficio de conservallo en dicho Conbento como bienes de la Virgen Santísima y las otorgan en forma, siendo testigos Santiago de la Peña, Francisco de Alzama y Jusepe Molina, becinos y estantes en esta Ciudad de Villena. Y los otorgantes, que yo el escribano doy fe conozco y lo firmaron de sus nombres: el Licenciado Francisco Martínez de Alarcón, Fray Pedro Hidalgo, Don Antonio Domene, Don Juan Herrero, Don Bartolomé Benito, Don Juan Cervera. Ante mí Don Francisco Oliver»...
Catorce días después, el mismo Notario expide copia autorizada para hacerla llegar al Cabildo Catedralicio de Murcia.
Un poco extenso es el documento transcrito, pero creo que merece la pena por las sugestivas noticias que nos proporciona...; tanto el Concejo de la ciudad como los Padres Agustinos, celosos custodios del Santuario hasta el funesto verano de 1835, debieron de considerarse muy felices con las prendas, en verdad señoriales, que les enviaban los Canónigos de Murcia. Pero hay algo más: a partir de estas fechas el Cabildo de la Catedral murciana enviaba todos los años un generoso donativo para el culto del Santuario villenense, donativo al parecer integrado por unas arrobas de aceite para alimentar las lámparas de plata que ardían día y noche ante la imagen de la Excelsa Patrona. Esta piadosa ofrenda se estuvo realizando hasta el mismo año 1835 por lo menos, como pude comprobar, hace años, al revisar las cuentas catedralicias de Murcia en su rico archivo.
Pero además de las ofrendas antes citadas, que tuvieron por así decirlo un carácter oficial, no faltan en los archivos de Murcia claras alusiones a la Patrona Excelsa de Villena:
El día 5 de marzo de 1750, hacía su testamento ante el escribano Ximénez Roldán el prebendado de la catedral murciana Don Jacinto López de Oliver, natural de Villena, cercano antepasado de los Condes de Roche; en una de las cláusulas consta esta sugestiva declaración:
«Declaro que en la sala principal de las casas de mi habitación tengo un quadro grande de NUESTRA SEÑORA DE LAS VIRTUDES, en vastidor (sic), el qual a de quedar en dicha casa sin poderse vender uno ni otro, y caso questa se venda y compre otra con su producto, se coloque en la sala principal de la que assí se comprare; y no siendo esto así, quiero que dicho cuadro se coloque en la ermita del Señor San José, qués donde hoy están los Padres de San Felipe de Neri desta Ciudad, y lo prevengo así para que se practique y encargo con todo cuidado a mis albacéas» (3).
Es digno de notar el celo que Don Jacinto demuestra al no querer que desapareciera de su casa aquel cuadro de la Virgen de las Virtudes, ante el que debió de orar en múltiples ocasiones. Ignoro si sus herederos cumplieron tan fervientes deseos...
Cinco años después de este testamento, la noble señora Doña Marina de Tejedo y Sicilia, de clara familia villenense y también antepasada de los Condes de Roche, hacía colocar en la ermita de este pequeño caserío (ROCHE) —etimológicamente viene de ROQUE—, a cuyo Santo está dedicada la cercana Parroquial
de ALUMBRES (una de las más antiguas del campo de Cartagena), un cuadro o imagen (no está claro en la escritura) de NUESTRA SEÑORA DE LAS VIRTUDES, PATRONA DE VILLENA, con una noble y piadosa intención, consignada notarialmente: «Que la devoción a la VIRGEN DE LAS VIRTUDES se extienda por el campo de Cartagena» (4).
Dedico estos modestos «rebuscos histórico-marianos» a un ilustre sacerdote villenense, residente en Madrid: Don Francisco Hernández Hernández.
NOTAS
(1) Todos los años una representación del Ayuntamiento asiste a la Misa solemne que en honor de su titular celebran las Religiosas Franciscanas del Convento de San Antonio, por haber sido la imagen del Santo paduano que se veneraba en el Coro Bajo del antiguo Convento de la calle de San Antonio, la que sacada en rogativa hizo decrecer el furor de la epidemia citada.
(2) El Dr. Don Juan Moros y Guijarro ostentaba la canongía doctoral en la catedral murciana, ignoro por qué causa cedió el encargo a otro prebendado.
(3) Archivo Histórico de Murcia. Protocolo 31-70, folio 104.
(4) Archivo Histórico de Murcia. Protocolo 28-15, folio 36.
Extraído de la Revista Villena de 1996
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