18 sept 2025

1996 EN NOMBRE PROPIO

En nombre propio. Por ALFREDO ROJAS
Esta revista llega con el presente ejemplar al número 46; su carácter anual determina claramente que el primer número salió a la luz en 1951. Antes —me remonto solamente hasta el final de la guerra civil, frontera cronológica en tantos aspectos—habían aparecido los llamados "programas de fiestas", que desde un modesto y exiguo folleto de tamaño octavilla que apareció en 1939, se habían ido incrementando hasta llegar a la cuartilla, ya con alguna colaboración, para alcanzar el folio en 1949 y 1950. En este último, recién llegado yo del servicio militar, se publicó mi primera colaboración. Y ello fue para cubrir una página destinada a cierto propósito que, fracasado, dejó en blanco el espacio previsto. Se condescendió a insertar mi artículo, tras la supervisión oportuna, porque era la única opción existente; no se disponía de ningún otro original y la decisión debía ser inmediata. Ocasión habrá para contar esta historia, pues extenderme en ella me alejaría de lo que hoy quiero expresar aquí.
EI supervisor en cuestión que aprobó aquella lucubración mía fue José María Soler. Asombra considerar lo que Soler supuso, en aquella etapa de la posguerra, en el ámbito cultural de nuestra ciudad. Casi con los dedos de la mano podía contarse entonces a los villenenses que eran capaces de escribir un artículo correctamente, con el imprescindible dominio del castellano y con los conocimientos necesarios para conseguir una clara exposición, un correcto desarrollo y una conclusión adecuada. Desde luego, me apresuro a declarar que yo tampoco estaba entre ellos. Soler, dada su vasta cultura, fue pronto en el aspecto intelectual, pese a su ideología liberal y a sus meses de cautiverio tras la guerra civil, un indispensable apoyo de los sucesivos ayuntamientos villenenses. Cualquier comunicación que se recibía de organismos o personas referida a circunstancias culturales, era enviada de inmediato a Soler para que él informara, tomara medidas o dispusiera la actitud que el consistorio debía adoptar en aquella concreta ocasión. Además de ello, su indiscutido magisterio no acababa aquí: a lo largo de varias décadas, personas y entidades de todo tipo le han consultado, o solicitado su colaboración, sobre los más diversos aspectos que imaginarse puedan.
Desde el primer número de la revista "VILLENA" se constituyó Soler en el "alma mater" de la publicación. Y a partir del número 2, en 1952, se inició mi colaboración en ella, no interrumpida hasta hoy. Pocos años después, todavía en la década de los 50, empecé a trabajar junto a Soler, subordinado intelectual-mente a él, en las tareas previas a la impresión. Editoriales, pies de fotos, pequeños comentarios, corrección de originales, piadosas modificaciones en algunos de ellos, artículos enteros a cuyo pie figuraba otra firma...
Se podría hacer una jugosa historia de las entretelas de la revista con los muchos episodios ocurridos en relación con ella que no trascendieron a sus páginas. Baste pensar que durante muchos años fue la única publicación de nuestra ciudad, y que las circunstancias políticas de aquel tiempo obraron para que se ejerciera sobre ella un control que influyó decisivamente en diversos aspectos de su contenido.
La política de campanario inevitable en las pequeñas poblaciones, se manifestó también en una revista que dimanaba del Ayuntamiento y estaba sujeta a las condiciones políticas imperantes entonces, distintas de las actuales.
Pero todo lo dicho no es más que unas reflexiones que vienen a mi memoria como obligado y ya dilatado exordio de lo que vengo a decir hoy en esta Revista anual. Mis colaboraciones en ella a lo largo de más de cuarenta años, privilegio que bien quisiera no poseer por lo que supone de tiempo transcurrido que pesa sobre mis espaldas, han tenido siempre como tema esta ciudad que me vio nacer, bien directamente o bien sus fiestas, sus tradiciones, sus hijos, su historia o cualquier otra circunstancia con ella relacionada. Hoy, sin embargo, voy a referirme a mí mismo, y esta narcisista actitud está motivada por mi deseo de poner de manifiesto ciertos sentimientos que predominan en mi ánimo en este año de 1996.
La presente colaboración está influida y aun determinada por el hecho, capital para mí, de haberme designado Hijo Predilecto de esta ciudad el pasado mes de mayo. Cabe pensar que referirme a ello en la revista de 1996, año en que se me ha otorgado este título, no tiene otro fin que el de airear tal concesión y vanagloriarme de haber sido distinguido con ella, utilizando la publicación como el más adecuado vehículo para que llegue la noticia a quienes todavía la ignoran. La posibilidad de esta interpretación por parte del lector, no ha sido suficiente para hacer variar mi propósito; pues considero que muy por encima de tal eventualidad está la obligación por mi parte de expresar mi gratitud a quienes la merecen. Y tengo la firme opinión de que debo hacerlo por escrito, públicamente y utilizando una revista que deje constancia de mi agradecimiento, tanto en el momento presente como para la menuda historia de la ciudad, pues esta publicación se constituye en testigo perdurable de muchas de sus circunstancias. No encuentro otra forma más efectiva de hacerlo y que a la vez facilite extender mis sentimientos hacia todos aquellos con los que he contraído una deuda que temo no podré enjugar nunca.
Alfredo Rojas en el uso de la palabra durante el Pleno Extraordinario en el que le fue concedido el título de Hijo Predilecto.
Al manifestar y pormenorizar mi reconocimiento, he de citar en primer lugar al alcalde de la ciudad, Vicente Rodes, con quien tantos lazos me unen; a los concejales que aprobaron unánimemente la designación y a los grupos políticos representados en la corporación municipal, que debatieron previamente la propuesta y la aprobaron; a Vicente Prats, de quien sospecho que partió la sugerencia y a Paco García, pues ambos, al parecer, anduvieron los pasos iniciales. Pienso que no habría podido estar la gestión en mejores manos. A los componentes de la anterior Junta directiva del Círculo Agrícola Mercantil Villenense, encabezada por su presidente, Francisco Ferri, que materializaron la petición oficial, todo lo cual sucedía sin que yo tuviera el menor atisbo de lo que estaba ocurriendo. Y a todos los organismos, asociaciones y personas que manifestaron su aquiescencia, mostraron su satisfacción y suscribieron su adhesión al expediente.
Creo sinceramente que este honor con el que se me distingue se debe más al afecto de mis amigos y conocidos antes que a un frío análisis, a un detenido enjuiciamiento de los méritos que pudieran atribuírseme. No obstante, no existen procedimientos objetivos que puedan establecer con claridad cuándo está o no justificada la concesión de un título como el que se me ha otorgado. Cuestión es esta cuya irrelevancia, pues todo ha sucedido ya, me lleva a considerar innecesario insistir en ella. Conste, como resumen, mi agradecimiento a todos los que han intervenido más o menos directamente en la designación y a los que han expresado su complacencia por el hecho de haberse producido. Tal vez, en definitiva, sea yo mismo uno de los que tengan mayores dudas acerca del acierto de esta concesión.
Extraído de la Revista Villena de 1996

No hay comentarios:

..... CONTINUAR... PASAR PÁGINA Pinchar en... (entradas antiguas)
Esta Web no se hace responsable de las opiniones de sus lectores. Todo el contenido es público. Usted puede copiar y distribuir o comunicar públicamente esta obra siempre y cuando se indique la procedencia del contenido. No puede utilizar esta obra para fines comerciales o generar una nueva a partir de esta..
Web: www.villenacuentame.com
E-Mail:
villenacuentame@gmail.com