4 ago 2021

2012 PIDO A GRITOS UN RECONOCIMIENTO POPULAR A D. FERNANDO CORTÉS CAMARASA

IN MEMORIAN.- A DON FERNANDO CORTÉS CAMARASA Hace escasas fechas, exactamente, el día 13 del pasado mes de Diciembre, se cumplían treinta años de la defunción de un villenense de pro. No me cabe la mínima duda que los pueblos tienen la obligación, si no quieren perder el ritmo del progreso, de tener la vista puesto en el futuro, pero también pienso que para no perder nuestras raíces, ni señas de identidad, para sentirnos orgullosos de nuestra infancia y mostrar agradecimiento a todos aquellos que supieron transmitirnos sus conocimientos, para ser honestos con nosotros mismos y pagar de alguna manera todo lo recibido, debemos también de vez en cuando volver al pasado y hacerlo presente. Recordar es hacer presente la historia, con la ventaja de poder, en algunos casos, rectificar episodios y dulcificar situaciones. Pues bien con esa intención y con el ánimo de hacer, si cabe, más conocida una persona voy a traer al presente un esbozo de D. Fernando Cortés Camarasa, mentor que fue de la mayor parte de una generación de villenenses.
No es fácil describir, sin pasión, al personaje cuando se ha sentido por él tanto respeto y cuando sus conocimientos han moldeado lenta pero constantemente nuestro conocimiento en materias de tan hondo calado, como son la Física y la Química, materias que dominaba con una magnitud extraordinaria y que a la par sabia comunicar, para hacerse entender, como ninguno. Puede decirse que entre todas las profesiones que a lo largo de la vida desarrolló, la enseñanza era por la que sentía mayor pasión.
Estoy situado en uno de los lugares donde la Academia echó raíces, no importa si en La Corredera, Paseo Chapí o Plaza de las Malvas, ni tampoco, si era Academia Joaquín María López, o de Las Virtudes, solo interesa que son las nueve de una mañana fría de invierno, en la que el agua de la fuente se ha convertido en hielo por la baja temperatura, suena el timbre y da comienzo la clase de turno, de física o química, en la mesa que preside el habitáculo sentado el profesor y alrededor, diez o doce niños y niñas como polluelos esperando la explicación de turno. Suena un "señores comenzamos" y el silencio a partir de ese instante ocupa por completo el espacio habitable del engendro de aula. Con voz grave, pero no autoritaria sino amable, de modo lento pero fluido, con las justas palabras hacen su aparición formulas, términos, tratados, que deberán ser asimilados por cada uno de nosotros para explicarlos el siguiente día, si somos preguntados o salimos a la pizarra a dar clara demostración de conocer lo que durante la clase se dijo. Puede también, que ese día el profesor, D. Fernando, nos lleve a la farmacia para que en el admirado microscopio que profesionalmente utiliza, podamos hacer realidad nuestros deseos de futuros investigadores.
Esto multiplicado por miles de horas y cientos de alumnos y varias décadas de años, unido a toneladas de libros de texto, podría ser el resultado, si pudiera compendiarse, de toda una vida dedicada a la enseñanza. No nos quepa la mínima duda que para aguantar, sobre nuestros hombros. este bagaje es preciso haber nacido marcado por el estigma que señala a los elegidos para desarrollar la labor docente. D. Fernando Cortés fue y ejerció, durante cerca de cincuenta años, como farmacéutico, Inspector Sanitario, Analista de la Seguridad Social y Especialista en Análisis Clínicos y Químicos. Esto avala de por sí la trayectoria de cualquier profesional y merece el reconocimiento de toda la población hacia su persona. Reconocimiento público, por cierto, que hasta la fecha no ha sido plasmado en algo tangible, desconociendo las razones que pudieran concurrir para tamaño olvido.
Pero he dejado aparte, para mí, la dedicación de mayor importancia, la enseñanza, y la he dejado aparte por creer que es la más vocacional, dado que para ejercerla se veía en la necesidad de restarle tiempo a las demás o a su propio asueto. Quienes tuvimos la suerte de estar con él durante años de estudio, quienes nos preocupamos de conocerlo a fondo, quienes teníamos por él admiración, sabemos que en el interior de aquel hombre en apariencia serio o distante había un corazón generoso, demostrado en cientos de ocasiones, dispuesto a dar sin recibir y con gran capacidad de sacrificios en favor de los demás. D. Fernando Cortés Camarasa, el hombre, el villenero de pro, el amigo de sus amigos, el profesor de sus alumnos, el profesional que tanto hizo por Villena, merece, y yo lo pido a gritos, un reconocimiento popular por parte de quienes nos representan. Una calle seria el inicio, no olvidemos que disfrutan de ese honor en este nuestro pueblo personas o personajes cuya relación profesional, artística, o de cualquier otro tipo es nula para con nosotros.  
Ernesto Pardo Pastor (2012)

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