23 abr 2023

2016 JUAN “EL PADRE DE ADELA” A LA MEMORIA DE JUAN MANUEL LUCAS CONEJERO

JUAN “EL PADRE DE ADELA”
A LA MEMORIA DE JUAN MANUEL LUCAS CONEJERO
Siempre he pensado y me reafirmo en mis postulados que a los festeros y más si son los nuestros, los que nosotros tratamos en los Estudiantes y miramos a la cara, tras su marcha hay que cogerlos de la mano y llevarlos a su lucero porque de no hacerlo nosotros, posiblemente no lo hará nadie… No es el momento de "tocar alarde" ni blasonar las gestas festeras de Juan “el padre de Adela” pero sí me voy a permitir con la venia, unas pinceladas oficialistas más otras personales sobre la relación de Juan con la peña “El Cinquico Pelao” y amigos; algunas provienen del corazón que son a fin de cuentas, las que honran a las personas. 
Lo primero y los más avezados ya lo habrán detectado, ni escribo ni voy a escribir sobre Juan, Juan Manuel, Juanma o Juanito... Sé y lo sé perfectamente desde hace décadas que Juan Manuel Lucas Conejero era Juan para la familia y Juanito para sus íntimos pero para los que abanderamos este escrito, los amigos y amigas de su hija Adela, nuestro Juan siempre será “el padre de Adela”; estamos, por tanto, ante nuestra particular visión de una persona y no otra.
Como la ocasión lo requiere, tiremos de la memoria histórico festera y abramos fuego con un dato desconocido para la mayoría de nuestros lectores: el padre de Juan, don Juan Manuel Lucas Conca fue fundador en 1939 de los Piratas, por lo que los inicios del protagonista de estas sencillas líneas que lo son en la forma pero no en el fondo, se produjo en dicha comparsa. Como él sabía que estas “insignificancias" a mí me encantaban y encantan, casi siempre me lo recordaba cuando coincidíamos en algún sarao. Y de ahí a desgranarme algunos pasajes bíblicos de los Piratas que él conoció, era cuestión de tomar y asiento y relajarse. 
Sabemos todos que la vida es cambiante por lo que los diversos avatares más los amigos, llevaron al “padre de Adela” de los Piratas a los Estudiantes, peña “El Pupitre” y presidencia de la comparsa 1984-1987 con “El Pupitre” en la directiva. Podría escribir un libro sobre esos años pero voy a destacar dos cosas por ser el espacio copable. Por un lado siempre se le recordará por la gran obra de remodelación de la parte alta de La Troya que daría lugar a "la pista de arriba", al rellenarse la pileta de la antigua piscina. Y por último no sorprendo a nadie cuando escribo que los Estudiantes siempre fueron su comparsa y por ella alzó su bandera… No me refiero al hecho físico en sí sino a defenderla en los foros festeros y “otros” en los que tuvo que hacerlo; como siempre… mi famosa por efectiva y documentada “quinta columna”. 
El 31 de abril de 1970, casó con Adela Pérez Bañón y de su matrimonio nacerían nuestras Adela, Begoña y Sonia. La vida continuó y años después sus hijas se casaron y fueron madres de los nietos de Juan que algún día, cuando lean estas líneas sobre su abuelo, quiero personalmente que lean sus propios nombres: Javier Hernández Lucas, Luis y Andrea Moltó Lucas y Pablo Castillo Lucas. Todas y todos, claro está, tan Estudiantes como su abuelo.
Tras esta breve “Introducción Oficial” a la persona del “padre de Adela”, me van a permitir una vivencia personal que recuerdo con especial sentimiento. Andaba yo con mi hijo Fabio por esos mundos festeros de Dios, cuando hace 5 ó 6 años, nos presentamos en La Troyica para tomar parte en la Entraica; allí estaban Adela Lucas y su marido Javier Hernández, Javier Alcaraz, Pedro Luis Castuera, Lucas Ricardo Egea, Raquel Casanova y algunos más de la peña “El Cinquico Pelao”. El ambiente es imaginable; una banda de música tocando pasodobles a finales de agosto, copas variadas, viandas surtidas, buenos camaradas y ganas de fiestas. 
Una vez se fueron envalentonando los ánimos por el sano ambiente que se respiraba y destilaba, terminamos al lado de algunos de los componentes del “Pupitre”, siendo uno de ellos “el padre de Adela”. Como entre festeros andaba el negociado, una vez más nos pusimos a hablar del sexo de los ángeles festeros y por supuesto de fiestas con los Estudiantes a la cabeza. Salió a relucir nuestro entonces recién inaugurado Museo o faltaría más, la famosa por supuesta “esquina del Pupitre” en La Troya (en la entrada a mano izquierda, primera esquina de la primera barra conforme al orden de marcha); recordemos que cuando con 16 años íbamos a La Troya, al pasar furtivamente por dicha esquina siempre había alguien que decía aquello de ¿está el padre de Adela? Era una pregunta recurrente porque Juan y entráramos a la hora que entráramos, siempre estaba en “su” esquina con Adela y los suyos, haciendo varias guardias seguidas; lo decíamos, sospecho, por aquello de las primeras salidas nocturnas de unos jóvenes en busca de aventuras sin padres (emboscados los había y muchos). El caso es que "el padre de Adela" y al vernos pasar, nos miraba irónicamente con una medio sonrisa y tras mirar a su mujer, le decía aquello de “Adela, ¿con quién coño va tu hija?”, tras lo cual nos dedicaba a todos un repetido “adiós, adiós, adiós...". Me permito también recordar que una vez hacía acto de presencia en La Troya, tenía el don de la ubicuidad en grado superlativo... 
El caso es que nuestra conversación en La Troyica se extendió durante más de una hora y transcurrido ese tiempo, viví con él uno de esos momentos personales y festeros que nos marcan de por vida; a sus entonces 65 años más o menos, “el padre de Adela” ya no era un infante por mucho que hiciera su Servicio Militar en Sidi Ifni, comiera cangrejos y percebes hervidos casi todos los días (la parte rocosa de la costa era un manjar) o patrullara la línea de fosfato que entonces se extraía en aquella provincia española. Los pasodobles sonaban de fondo y entre comentario y comentario, comenzó a sonar el “santo y seña” de la comparsa de Estudiantes: "Amparito Roca". Seguíamos hablando y en un momento dado, me percaté de que no me estaba escuchando por lo que hice mutis; su mirada parecía perdida y de sus ojos comenzaron a brotar pequeñas lágrimas que en un hombre de su edad, por las canas y el respeto sincero que todos le teníamos, literalmente me acongojó porque ver llorar a una persona siempre estremece pero si además tiene una edad, literalmente es sobrecogedor. Al terminar de sonar “Amparito” y ante el aplauso del respetable, "el padre de Adela" volvió de su aparente sueño, me miró directamente a los ojos y me dijo entre lágrimas “Amparito Roca"… Uno puede demostrar que es un gran festero si para un desfile paga 300 bandas de música de su bolsillo pero ser capaz de llorar al interiorizar el inmenso trasfondo que dicho pasodoble encierra, precisamente en esta comparsa que siempre será la suya, está al alcance de muy pocos. Estas son las cosas de fiestas que nos hacen grandes y personalmente, como le dije a sus hijas y esposa, jamás olvidaré por el momento y la grandeza de su sentimiento.
Cuando Pedro Calderón de la Barca que además de escritor profesaba la profesión de las armas, escribió aquello de "toda la vida es sueño y los sueños, sueños son", no se equivocaba; el cuerpo físico siempre parte y del que se marcha "sólo" resta su recuerdo, por lo que de cada uno de nosotros depende que así sea. Como "el padre de Adela" fue un grande para su familia, peña, Estudiantes y nosotros mismos, las amigas y amigos de sus hijas, queremos mantener vivo su recuerdo y expresar públicamente nuestro reconocimiento a la familia de nuestro Juan Manuel Lucas Conejero, especialmente a su mujer Adela, hijas, yernos y nietos.
Seguro estoy que cuando alguna noche pasemos por la famosa por supuesta "esquina del Pupitre” en La Troya, tras mirar a la misma y preguntarnos si ¿está el padre de Adela?, por unos maravillosos instantes lo veremos diciéndonos "adiós, adiós, adiós…".
JOSÉ VICENTE ARNEDO LÁZARO
Socio de las comparsas de Estudiantes y Marruecos (Reserva Activa por imperativo legal)
25 Aniversario de la peña “El Cinquico Pelao” 1992-2016

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