LA PSICOLOGÍA ESCOLAR por, Miguel SANCHIZ y Ana COLOMA
La trayectoria que ha seguido la Psicología es ya larga en la mayoría de los países desarrollados. Es ahora en nuestro país cuando surge la necesidad de acudir a una ciencia que, por ser poco conocida, no deja de ser primordial.
Uno de los momentos fundamentales de la historia de la Psicología es su aplicación al campo educativo. Pero, lo que en un principio pudo quedar en mera clasificación de los escolares, se ha convertido hoy en asistencia preventiva cuyos objetivos son, como dice V. Pelechano, la identificación precoz de los problemas y la intervención dirigida a reducir su incidencia —antes de que se hagan más graves o de solución imposible—; y como objetivo último (a largo plazo, no nos engañemos), el eliminar o discriminar el riesgo de aparición de alteraciones logrando una máxima integración ecológica entre personas y ambientes.
El psicólogo escolar se sirve del «test» como instrumento de observación y medida, pero su función no acaba en la mera exploración.
El desconocimiento de la tarea psicopedagógica por parte de la sociedad, sostenido por la falta de reconocimiento profesional, ha generado un tipo de psicólogo cuya única función ha sido la de «pasar test». Esto ha puesto en desprestigio la figura del psicólogo escolar. Y este desprestigio, unido al poder que se le atribuye a esta ciencia —y la consiguiente decepción cuando se descubre que no es la panacea— ha originado una gran desconfianza en algunas personas que no han obtenido la eficacia esperada.
Otro aspecto desfavorecedor de la intervención psicológica es el factor tiempo. La Psicología actúa lentamente, sus resultados se ven a largo plazo. Y, en ocasiones, la impaciencia de algunos de sus beneficiarios no permite los resultados propuestos.
Pero, la Psicología, aplicada tal y como ella misma propone y contando con los medios que precisa, es eficaz. Lo que sucede es que esta «aplicación» concierne a alguien más que al psicólogo y al escolar. Implica al profesorado, a los padres, al medio en que se desenvuelve el niño... Y no siempre se facilita esta colaboración.
El psicólogo escolar, o mejor, el Gabinete Psicopedagógico, debe procurar la eficacia de los aprendizajes, el aumento del rendimiento académico y la consecución de personas equilibradas y satisfechas. Y se hace imprescindible hablar de «Gabinete Psicopedagógico» porque el psicólogo escolar precisa estrecha colaboración con otros profesionales —Pedagogo, Asistente Social, Médico— y, en equipo, abordar la tarea educativa.
Nuestra ciudad, al igual que el resto del Estado, sufre la ausencia de la total asistencia psicológica que precisa. El Ayuntamiento, consciente de esta necesidad, ha intentado, en la medida de sus posibilidades, paliar este déficit asistencial creando un Gabinete Psicopedagógico de Orientación que, aunque insuficiente para la amplitud de nuestra población escolar se propone iniciar una tarea preventiva, que sólo se llevará a efecto con la colaboración de todos los implicados en el proceso educativo.
PELECHANO, Vicente: «Psicología Educativa Comunitaria». Ed. ALFAPLUS. Valencia, 1980. VILLENA. Julio de 1981.
Extraído de la Revista Villena de 1981
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